Armenia usa el dolor del pasado para mejorar el presente
Líderes pro derechos humanos participan en este país castigado por la violencia en los Diálogos Aurora sobre cuestiones humanitarias globales, que culminan con la entrega del premio homónimo
Mientras los oscuros y gélidos meses de invierno se fundían para dar paso a los primeros días soleados de la primavera, Ereván (capital de Armenia) parecía una ciudad en permanente fiesta. Modernos jóvenes se sentaban en las cafeterías que bordean cada calle, sorbiendo café con hielo, sosteniendo cervezas y haciéndose selfies; ocultos en patios y callejones, abuelos ancianos jugaban al backgammon o el ajedrez, charlando entre cigarrillo y cigarrillo, y todas las noches la grandiosa Plaza de la República cobraba vida con el espectáculo de luz y sonido de la llamativa fuente.
Pero el cambio de estación señala otro gran acontecimiento en Ereván, el corazón latiente de un país que ha sobrevivido a una tragedia de gran alcance. Este año, por segunda vez, algunos de los principales abogados, activistas, académicos y exlíderes que defienden los derechos humanos en todo el mundo se reunieron aquí para participar en los Diálogos Aurora, un congreso de dos días sobre cuestiones humanitarias globales, que culmina con la ceremonia de entrega del Premio Aurora por Despertar a la Humanidad.
“La Iniciativa Humanitaria Aurora se fundó en nombre de los supervivientes del genocidio armenio y como agradecimiento a sus salvadores, y pretende dotar a los de hoy de la capacidad de ofrecer vida y esperanza a quienes necesiten con urgencia ayuda humanitaria básica”, afirman los tres fundadores, Vartan Gregorian, Noubar Afeyan y Ruben Vardanyan, todos de origen armenio. La iniciativa se mantendrá ocho años, entre 2015 y 2023, en recuerdo de los ocho del genocidio armenio (1915-1923), cuando lo que todavía era Imperio Otomano masacró y deportó a millones de ellos. Muchos países, España incluida, todavía no reconocen formalmente el genocidio, quizá por miedo a perjudicar sus relaciones con Turquía.
“La idea del premio no es solo mirar hacia atrás, sino también hacia delante, hacia el futuro”, comentaba Ruben Vardanyan, uno de los fundadores: “Este es un proyecto arraigado en Armenia y en la experiencia armenia, pero para el mundo”. Cada año, el laureado con el Premio Aurora recibe 100.000 dólares así como la oportunidad de continuar el ciclo de donación nombrando organizaciones que inspiren su trabajo, a las que se les concede una subvención de un millón de dólares. “Gratitud en acción (el lema de este año) describe lo que pretendemos hacer del mejor modo posible”, explicaba Ruben. “Es hora de mostrarse activo, no de permanecer pasivo”.
Este año, el Premio Aurora por Despertar a la Humanidad se ha otorgado a Tom Catena, misionero católico de Ámsterdam, en Nueva York, que desde hace casi una década vive y trabaja en las montañas Nuba, una región de Sudán devastada por la guerra, en la que los bombardeos diarios e indiscriminados por parte del Gobierno han matado y mutilado a miles de personas. El doctor Tom, como lo conocen los habitantes de la zona, es el único cirujano para una población de muchos cientos de miles de personas. Sus pacientes tienen que caminar durante días para tratarse heridas de guerra y enfermedades.
George Clooney estuvo el año pasado en Ereván para entregar el primer Premio Aurora a Marguerite Barankitse, de Burundi. Este año no pudo asistir debido al por entonces inminente nacimiento de sus gemelos. El actor, galardonado con dos Oscar y copresidente del Comité de Selección del Premio Aurora elogió, no obstante, a Catena: “Mientras la violencia y la guerra continúan amenazando el espíritu y la perseverancia de la gente, es importante reconocer, animar y celebrar a personas como Catena, que ayudan desinteresadamente a otros no solo a sobrevivir, sino también a prosperar. Catena es un modelo para todos nosotros; un ejemplo de alguien que verdaderamente hace que las cosas cambien sobre el terreno”.
Pero el humilde Catena se mostraba reacio a ponerse a sí mismo en un pedestal, afirmando que cualquiera puede ser humanitario: “Las personas sienten desesperanza. Mi consejo es pensar en lo que uno puede hacer como individuo. El trabajo humanitario no es más que una persona ayudando a otra”.
Los finalistas de los premios Aurora personifican el espíritu de la gratitud en acción
Al recibir el premio, lo repitió: “Todos tenemos la obligación de cuidar a nuestros hermanos y hermanas. Es posible que cada persona pueda hacer una aportación, y debemos reconocer que la humanidad compartida puede conducir a un futuro más brillante”.
Reconocer dicha humanidad compartida y aceptar la responsabilidad individual fue un elemento de debate central durante los Diálogos Aurora, que este año se han centrado en temas de inmigración e integración. El fin de semana comenzó con una conferencia del profesor Dirk Jacobs, de la Universitè Libre de Bruxelles, sobre el Índice Humanitario Aurora, un estudio internacional efectuado en 12 países que analiza la percepción ciudadana sobre la crisis de las migraciones. El estudio revela en conjunto una visión muy poco solidaria sobre los refugiados. “El análisis del índice humanitario muestra que los habitantes de países con un PIB per cápita más elevado están menos dispuestos a ayudar a los refugiados, por encima y más allá de sus características individuales”, señala Jacobs.
Con estos resultados en mente, las discusiones del panel analizaban la capacidad de los medios de comunicación para cambiar los relatos en torno a la inmigración, la función de las empresas en la ayuda a la integración, y el papel de los gobiernos y las organizaciones no gubernamentales a la hora de cambiar el mundo a mejor.
Los habitantes de países con un PIB per cápita más elevado están menos dispuestos a ayudar a los refugiados
Pero la atención se centró sobre todo en la capacidad de los individuos para cambiar las cosas. “‘Lástima del país que necesita un héroe’ es una cita de Brecht con la que nunca he estado de acuerdo”, comentaba Vartan Gregorian, cofundador y presidente de Carengie Corporation. "En un momento como este", continuaba, "necesitamos inspiración, y necesitamos personas como los finalistas del Premio Aurora, que nos demuestran que con empatía, coraje y compromiso, cada uno de nosotros puede tener un impacto positivo en la vida de otros". Y recordaba cómo hubo personas que lo arriesgaron todo para salvar a miles de armenios durante el genocidio, y gracias a sus actos, muchos sobrevivieron.
“Catena es una inspiración para cualquiera que en alguna ocasión haya dudado de la Humanidad. A pesar de la tremenda injusticia y del sacrificio, ha dedicado su vida a garantizar que la próxima generación tenga un futuro mejor”, comentaba Gregorian, que es también miembro del Comité de Selección del Premio Aurora. “Su servicio a otros es una inspiración, y nuestra esperanza es que los individuos a los que él ha salvado continúen el ciclo de gratitud, convirtiéndose a su vez en salvadores”.
Por eso, y sobre todo en momentos de aislamiento y falta de empatía, como el que vivimos en la actualidad, es importante aplaudir a personas con tenacidad y visión, que expresan esperanza incluso en el lugar más oscuro y arriesgan su vida por otros. Personas como los finalistas del galardón: Fartuun Adan e Ilwad Elamn, un equipo de madre e hija que rescatan a niños soldados y a víctimas de la violencia sexual en Somalia; Denis Mukwege, reconocido ginecólogo que trabaja con mujeres salvajemente violadas, ofreciéndoles apoyo psicosocial, y que lucha por la justicia en la República Democrática del Congo; Jamila Afghani, que colabora con miles de imames de todo Afganistán para hacer campaña a favor de los derechos de las niñas; y Muhammad Darwish, un joven estudiante de odontología que decidió quedarse en su sitiada ciudad siria para realizar operaciones que salvan la vida a víctimas de la guerra.
La Iniciativa Humanitaria Aurora se fundó en nombre de los supervivientes del genocidio armenio y como agradecimiento a sus salvadores
“El trabajo de los finalistas de 2017 es verdaderamente impresionante. Personifican el espíritu de la gratitud en acción, al mantener viva la esperanza para muchos en todo el mundo. Su trabajo está destinado a liberar el potencial humano de amar”, decía Barankitse, que recibió el premio el año pasado y ha empleado el dinero de su subvención para ayudar a niños de Etiopía, RDC, Brasil y Ruanda. Además de recibir sus 100.000 dólares, Catena ha nombrado tres organizaciones que se beneficiarán de una donación de un millón de dólares: African Mission Healthcare Foundation [Fundación para la Atención Sanitaria en Misiones de África], Catholic Medical Mission Board [(CMMB) – Consejo de Misiones Médicas Católicas] y Aktion Canchanabury, todas ellas organizaciones que invertirán este dinero en programas para salvar vidas, continuando así el ciclo de dar, la base misma del Premio Aurora.
A pesar de su pasado torturado, o quizá debido a él, los armenios están tomando postura en esta fase de mayor intolerancia e indiferencia. “Llevamos cien años viajando por el mundo. Sabemos lo que significa tener que vivir en una cultura diferente, en diferentes lugares”, comentaba Ruben Vardanyan, en referencia a los millones de armenios que se vieron obligados a huir de su país y fueron recibidos por países como Irán, Siria, Líbano y Estados Unidos. El mensaje que dan al mundo está claro: "Estamos aquí porque nos salvaron, y ahora nuestro deber es devolver el favor. Si el resto del mundo pudiese quitar una hoja de ese libro, viviríamos en un lugar mejor".
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