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Erdogan amenaza con mantener abierta la frontera hasta que la UE se implique en la crisis humanitaria siria

"Europa debe cumplir su palabra. No estamos en condiciones de atender a tantos refugiados", advierte el presidente de Turquía

Una migrante de Gambia llora tras tocar tierra en Lesbos, este sábado. En vídeo, declaraciones del presidente turco, este sábado.Vídeo: ADEM ALTAN (afp) / epv (reuters)
Andrés Mourenza
Pazarkule (frontera turco-griega) -

Al presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, no le van los faroles: es hombre de órdagos y, tarde o temprano, acaba cumpliéndolos. “¿Qué dijimos hace meses? Que si esto seguía así, nos veríamos obligados a abrir nuestras puertas. Pero no nos creyeron”, afirmó Erdogan el sábado en un discurso en Estambul. Es cierto, que, como en el cuento, el mandatario turco había gritado tantas veces aquello de “os enviaremos oleadas de refugiados”, a fin de obtener algún tipo de concesión o apoyo a sus políticas, que los diplomáticos europeos ya lo consideraban una cantinela habitual de su narrativa. Hasta que se hizo realidad y miles de refugiados y migrantes se han concentrado ante las puertas de la Unión Europea siguiendo la promesa turca de una apertura de fronteras.

“A partir de ahora, ya no cerraremos la frontera. Esto continuará pasando. ¿Por qué? Porque Europa debe cumplir su palabra. No estamos en condiciones de atender y alimentar a tantos refugiados. Si sois sinceros, debéis participar en esto; si no, dejaremos las fronteras abiertas”, dijo el presidente turco. La idea tras esta decisión es trasladar la presión migratoria que Turquía sufre en su frontera sur a la frontera noroeste a fin de implicar a la Unión Europea en la solución de la crisis humanitaria que se vive en Siria.

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Turquía acoge a 3,7 millones de refugiados sirios y a varios centenares de miles más de otras nacionalidades (iraquíes, afganos, iraníes) y no pasa precisamente por su mejor momento económico. Además, la contrapartida económica por la firma del acuerdo antimigratorio sellado en 2016 con Bruselas, se ha terminado. Es cierto que los 6.000 millones de euros presupuestados para el periodo 2016-2019 en el marco de los programas FRIT I y FRIT II aún no han sido desembolsados al completo puesto que varios de los proyectos financiados por la UE aún no han concluido. Sin embargo, la delegación europea en Ankara asegura que, pese a que los resultados de las ayudas han sido muy positivos, no habrá un tercer FRIT. Entre otras cuestiones, por la dificultad de ponerse de acuerdo entre los Estados europeos de cara al nuevo presupuesto comunitario.

Y todo ello en un contexto en el que Turquía se enfrenta a una nueva crisis de refugiados por la situación en su frontera sur. Un millón de civiles han escapado del avance del régimen sirio en la provincia de Idlib en dirección a la frontera turca, donde los campos de desplazados ya acogían a cientos de miles de personas. Turquía trata de ayudarlos al otro lado de la frontera a través de sus agencias y ONG —e incluso la canciller alemana, Angela Merkel, ofreció fondos para construir refugios—, pero si las tropas de Bachar el Asad conquistan toda la provincia, la mayoría huirá a territorio turco. “No podemos asumir una nueva ola de refugiados, pero tampoco podemos dejar a esta gente a merced del régimen de El Asad”, dijo Erdogan.

De ahí la intervención turca desde inicios de año. Ha enviado varios miles de soldados, decenas de tanques y toneladas de armamento en ayuda de las milicias rebeldes e islamistas a fin de contener lo que parecía un imparable avance del régimen. Sin embargo, aunque las Fuerzas Armadas de Turquía son más poderosas que las sirias, el hecho de que Damasco cuente con apoyo aéreo de Rusia imposibilita una victoria turca. “Le dije a Putin: '¿Qué están haciendo allá [en Siria]? Si quieren establecer una base, háganlo, pero quítense de nuestro camino. Déjennos solos con el régimen”, explicó Erdogan este sábado sobre su conversación telefónica del viernes con su homólogo ruso, Vladímir Putin.

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Y de ahí también la presión que intenta ejercer Turquía sobre la Unión Europea, de la que exige una mayor implicación para resolver el conflicto sirio. Pues el Gobierno turco sabe que, por muy buenas relaciones personales que puedan tener Putin y Erdogan, Moscú jamás renunciará a apoyar a El Asad.

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