Más primacía y más presión: la posición de Alemania en la Europa de la era covid

El futuro desarrollo de la pandemia está repleto de incógnitas, pero hay suficientes datos como para considerar plausible que la crisis del coronavirus consolidará la preeminencia de Alemania en Europa y, a la vez, aumentará la presión sobre Berlín para que ceda en sus líneas rojas de política europea.

En el plano sanitario, varios indicadores apuntan a que el país está gestionando la emergencia con más eficacia que otros; en el económico, otros factores sugieren que podrá afrontar con mayor vigor la embestida de la depresión. En conjunto, esto puede acrecentar el peso relativo de Alemania en Europa, pero la debacle continental redoblará las exigencias a su liderazgo. Prueba de ello, el explícito paso al frente del presidente francés, Emmanuel Macron, que en una entrevista publicada el jueves por The Financial Times ha calificado de necesaria la emisión de deuda mancomunada, lo que es anatema para gran parte del espectro político alemán. Con su declaración, Macron se alinea públicamente con las posiciones de Italia y España. Esto no significa una ruptura de la cooperación francoalemana, pero sí probablemente el paso a una fase de mayor empuje de París en conjunción con Roma y Madrid.

El plus sanitario. Es consabido que los datos relacionados con la pandemia tienen muchas lagunas y no son completamente homologables porque los países no tienen praxis de recuento homogéneas. Sin embargo, a los dos meses del estallido de la crisis en Europa, es evidente que Alemania ha logrado controlar el impacto mejor que los otros grandes países europeos. Según los datos oficiales recopilados por la Johns Hopkins, Alemania sufre 4,8 fallecidos por cada 100.000 habitantes; España, 41,3; Italia, 36,6; Francia, 26,7; el Reino Unido, 20,6. El potente servicio sanitario alemán no está desbordado como otros. Los indicadores de contagio, más controlados, permiten vislumbrar una relajación de las normas de distanciamiento social más temprana que en los otros cuatro grandes.

El plus económico. Por otra parte, los fundamentos de la economía alemana apuntan a una mayor capacidad de aguante a la crisis. La enorme solidez fiscal, con una deuda en el 60% del PIB —frente al 85% del Reino Unido, alrededor del 100% de Francia y España y más del 130% en Italia— otorga a Alemania un gran margen de maniobra. Berlín, de hecho, ha lanzado la más potente acción de estímulo en los primeros compases de la crisis. Un estudio publicado por el instituto Bruegel recopila las medidas anunciadas hasta el 30 de marzo y evidencia la mayor envergadura de la respuesta alemana con respecto a los otros grandes en términos proporcionales.

Los analistas de Bruegel configuran tres categorías: estímulo fiscal inmediato; aplazamiento de recaudación, y otras medidas de garantía y liquidez. En todas ellas, Alemania supera con creces a los principales países europeos. En términos de estímulo inmediato, por ejemplo, Berlín activó un 6,9% del PIB mientras los otros cuatro grandes alrededor del 1%; en el segundo y tercer apartado también la diferencia es muy amplia.

Por otra parte, el sistema laboral alemán tiene mucha tradición en estrategias para retener a la mano de obra especializada, que facilitará, cuando sea, la recuperación; y, a la vez, no depende tanto del turismo como España o Italia, un sector cuya perspectiva es especialmente oscura.

Las previsiones del FMI publicadas esta semana apuntan que para finales de 2021, entre la contracción de este año y la recuperación del siguiente, Alemania habrá perdido 1,8 puntos porcentuales de PIB; el Reino Unido, 2,2; Francia, 2,7; España, 3,7, e Italia, 4,3. Por supuesto, estas proyecciones están sujetas a muchas incógnitas, pero parece plausible que Alemania saldrá menos dañada que otros, y por tanto reforzará su posición relativa.

La presión de los socios. Sin embargo, también es plausible que la catástrofe precipite una realineación de equilibrios en Europa que no le sean especialmente favorables. Las amplias propuestas de integración europea que lanzó Macron al principio de su mandato han caído en gran medida en saco roto ante las reticencias o la lenta digestión de Alemania. La pandemia representa ahora un revulsivo que requiere acciones trascendentales y que exigirá una determinación casi desesperada en países de peso como Italia y España. Francia parece ahora estar más dispuesta que antes a apoyar esos puntos de vista. Esto, previsiblemente, no se producirá en forma de enfrentamiento, pero sí en una acrecentada presión. La élite alemana sabe que la supervivencia de la UE es a la vez un objetivo moral y un interés nacional imprescindible. La cuestión es si lo que está dispuesto a hacer Berlín será adecuado, o si tendrá que cruzar algunas de sus líneas rojas, como la emisión de deuda común.

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