Sin precedentes
El FMI reclama acciones contundentes para combatir el desplome económico
Al desastre sanitario ya le está acompañando una severa crisis económica. El FMI ha levantado acta provisional del desplome de la actividad económica global. El mundo sufrirá la contracción más pronunciada en el ritmo de crecimiento desde la Gran Depresión, superior al 3% en 2020. Pero será en las economías avanzadas donde la recesión será más pronunciada, y dentro de ellas, la eurozona, con Italia y España como las más afectadas, con contracciones inéditas en los registros estadísticos, del 9% y del 8%, respectivamente. Son cifras muy provisionales, previsiones todavía presididas por un elevado grado de incertidumbre, el asociado a la información incompleta acerca de la propia evolución de la pandemia, de su propagación y sus posibles rebrotes. A partir de ahí, la normalización de la actividad económica dependerá de la contundencia y coordinación en las medidas de estímulo económico que adopten los Gobiernos nacionales y las instituciones multilaterales.
La inversión en sanidad es prioritaria para controlar la pandemia, pero también para restaurar la erosión de las dotaciones que en el pasado reciente se llevaron a cabo en aquellos países que las sacrificaron en aras de una austeridad mal entendida. El FMI advierte también de la necesidad de aumentar los estímulos fiscales si los riesgos recesivos persisten y de que los bancos centrales mantengan sus excepcionales políticas monetarias.
Editoriales anteriores
Con todo, la recuperación en 2021 asumida por el FMI no está garantizada. La hace depender de que la pandemia quede totalmente neutralizada en la segunda mitad de este año y, consecuentemente, se levanten las restricciones operativas y sobre la movilidad de las personas que limitan la capacidad de producción, de la demanda y, en definitiva, del empleo y de la generación de rentas. El Fondo es posiblemente optimista al asumir que las perturbaciones en la producción en las principales economías están concentradas en el segundo trimestre de este año, con la excepción de China, que las habría dejado atrás. No cabe descartar que aun cuando la propagación de la pandemia en las economías avanzadas quede en buena parte neutralizada, la normalización de la actividad económica sea bastante desigual entre los países.
El Fondo se cura en salud al advertir que su ejercicio provisional se hace en ausencia de información completa, tanto en el ámbito sanitario como en el económico. Esa “extrema incertidumbre” no existe cuando se trata de confirmar el papel esencial de las instituciones públicas, de los Gobiernos. En ausencia de ese activismo de las políticas monetaria y fiscales el desastre sería mucho mayor. En situaciones de emergencia todos los Gobiernos son keynesianos, para salvar a las personas, a las empresas o a ambos. Además, esta vez la actitud del propio FMI es mucho más proactiva, consecuente con su papel de prestamista de última instancia con el que ayudara a garantizar la liquidez global y el apoyo a aquellas economías menos avanzadas que están más endeudadas.
La Unión Europea, a diferencia de los tremendos errores cometidos en la crisis anterior, está siendo gradualmente consciente de esa necesidad de aplicar políticas de estímulo que no solo palíen los daños ya causados en el bienestar de los ciudadanos, sino que sienten las bases de una recuperación firme, generadora de confianza a las empresas y de la consiguiente inversión. Y, con ello, tratar de garantizar la viabilidad de la unión monetaria.
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