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El terrorista Battisti regresa a una cárcel italiana 37 años después

Italia espera ahora lograr la extradición de otros 33 exterroristas que lograron asilo político en países como Francia o Reino Unido

Daniel Verdú
El ex terrorista de extrema izquierda, Cesare Battista, a su llegada el lunes al aeropuerto de Ciampino en Roma.
El ex terrorista de extrema izquierda, Cesare Battista, a su llegada el lunes al aeropuerto de Ciampino en Roma. Antonio Masiello (Getty Images)

Cesare Battisti ha vuelto a pisar suelo italiano 37 años después de haber sido condenado. La noticia, coincidían todos los actores políticos del enfrentado panorama italiano, es buena para el país. Será juzgado y cumplirá la cadena perpetua que le fue impuesta hace más de tres décadas por cuatro asesinatos. Estaba en búsqueda y captura desde el mes de diciembre después de que Brasil, donde residía legalmente desde 2011, ordenara su extradición como gesto de su nuevo presidente, Jair Bolsonaro, al ministro del Interior italiano, Matteo Salvini. Pero el periplo de Battisti es largo, complejo y forma parte de una herida abierta por la que supura todavía parte de la historia de Italia. De hecho, otros 33 terroristas siguen fugados aprovechando doctrinas de países como Reino Unido o Francia, que les concedieron asilo si renunciaban a las armas.

Battisti fue detenido el sábado en Bolivia, donde había escapado al terminar la protección que le había brindado durante años Brasil, y llegó el lunes al aeropuerto romano de Ciampino, desde donde fue traslado a la cárcel de Cerdeña. El exterrorista, como aseguró uno de los hijos de Bolsonaro, es un “regalito” que le manda el mandatario ultraderechista a Matteo Salvini. Por ello, y porque la foto valía miles de clics en redes sociales, el ministro del Interior esperó a que Battisti bajase las escalerillas del Falcon 900, rodeado de agentes, sin esposar con la cabeza alta y una leve sonrisa.

En el aeropuerto había policías armados hasta los dientes, helicópteros sobrevolando la zona y francotiradores en los tejados. El dispositivo de seguridad no parecía el de un viejo prófugo que vivió en Francia, donde llegó a ser un exitoso autor de novela negra, y Brasil durante tres décadas sin necesidad de esconderse gracias a la protección de sus presidentes: primero de François Mitterrand y luego de Lula da Silva y Dilma Rousseff. Una protección dolorosa para las víctimas de Battisti, que el lunes celebraron por todo lo alto su detención.

A pie de pista, también quiso hacerse la foto el ministro de Justicia, Alfonso Bonafede, clave para el proceso de extradición. Pero Salvini, que volvía a llevar puesta una chaqueta de la policía, ya había monopolizado el éxito. De hecho, el líder de la Liga dio una rueda de prensa en la propia pista del aeropuerto. "Quien se equivoca paga e Italia es un país soberano, libre, respetado y respetable y esta captura significa que hay un cambio de mentalidad en el mundo y que después de 37 años hemos podido capturar a un delincuente, a un infame, a un asesino, a un bellaco que nunca ha pedido perdón", proclamó el ministro.

Battisti, que inicialmente tenía que ingresar en la cárcel de Rebibbia, fue conducido a una dependencia policial del aeropuerto y trasladado a la prisión de Oristano, en la isla de Cerdeña. Un cambio de destino decidido por motivos de seguridad y por la posible coincidencia con presos cercanos a Battisti, que cumplirá su cadena perpetua sin beneficios penitenciarios. Estará solo en la celda y permanecerá aislado durante seis meses. Una situación que habría evitado si hubiera sido extraditado desde Brasil, debido a un acuerdo bilateral de 2017 que conmuta esa condena a 30 años de prisión.

Battisti aterriza en Roma, este lunes.
Battisti aterriza en Roma, este lunes.Antonio Masiello (Getty Images)

El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, explicó que había mantenido una conversación telefónica con Bolsonaro en la que se acordó extraditarlo directamente desde Bolivia y no desde Brasil, a pesar de que el presidente quería que el reo pasara por Brasilia. El lunes, su hermano Vincenzo volvió a defender su inocencia: "Los procesos se hicieron sin que él pudiera comparecer. Para mí no ha matado a nadie".

El exmiembro de Proletarios Armados por el Comunismo (PAC), uno de los grupos terroristas de extrema izquierda en los años de plomo italianos, se refugió en Francia en 1990, donde vivió once años como refugiado político gracias a la ley de Francois Mitterrand que daba refugio a exterroristas de izquierda que hubieran renunciado a las armas (todavía quedan decenas de aquellos prófugos). En 2004, cuando este país se disponía a revocar su condición de refugiado político, viajó a Brasil, donde fue detenido una primera vez en 2009, pero la Justicia brasileña y sobre todo el entonces presidente, Lula da Silva, se negaron a entregarle.

Battisti jamás vivió escondido. Al contrario, pudo llevar una vida completamente normal y gozar de un cierto prestigio en determinados círculos de la izqueirda. Sin embargo su situación empeoró durante el Gobierno de Michel Temer, que el pasado diciembre firmó el decreto para su arresto cuando la Corte Suprema brasileña ordenó su detención "inmediata" con la finalidad de extraditarlo, provocando su última gran huida. Fue detenido en estado de embriaguez y sin apenas oponer resistencia.

Los asesinatos de Battisti

Battisti, exmiembro de los Proletarios Armados por el Comunismo (PAC), un ala de las Brigadas Rojas, fue condenado a cadena perpetua por su implicación (directa e indirecta) en cuatro asesinatos que nunca reconoció y que atribuyó a los convulsos tiempos que vivía Italia, donde la promiscuidad entre terrorismo, mafia y servicios secretos hicieron imposible en tantos casos determinar dónde se escondía la verdad.

Pier Luigi Torregiani: joyero. 16 de febrero de 1979, un comando de los PAC mató a Pier Luigi Torregiani en su joyería en Milán y ante los ojos de su hijo de 15 años, Alberto, que quedó tetrapléjico. "Ahora, las victimas pueden reposar en paz", señaló este lunes cuando conoció la noticia. Battisti ordenó este asalto porque porque el joyero se había defendido en un intento de robo.

Lino Sabbadin: carnicero de extrema derecha. El mismo día de febrero, Battisti da cobertura a unos compañeros que atacan su establecimiento en Mestre, junto a Venecia. Los motivos también se debieron a la resistencia del comerciante a un intento de asalto, en el que, además, hirió mortalmente a un terrorista. Battisti fue declarado cómplice del asesinato. "Esperaba este día desde hace 40 años" dijo a la prensa italiana su hijo Adriano, que tenía 17 cuando se produjo el suceso.

Antonio Santoro, funcionario de prisión. El 6 de junio de 1978, Battisti dispara personalmente en Udine (noreste) contra Antonio Santoro, de 51 y vigilante de la cárcel de esa misma ciudad. El terrorista fue condenado por asesinato.

Andrea Campagna, el chófer de la policía.

El 19 de abril de 1979, Battisti asesinó en Milán a Andrea Campagna, de 24 años, chófer de la Digos, los servicios especiales de la policía italiana. Era un simprle chófer sin mando en las tareas investigativas. Battisti fue condenado por haber apretado el gatillo él mismo.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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