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#HolaSoyDanny, el ‘youtuber’ de 40 que incomoda al uribismo

Tras popularizar su parodia política, Daniel Samper Ospina se propone ayudar a los migrantes con #UnChallengePorVenezuela

Santiago Torrado
Daniel Samper Ospina, en su camerino del Teatro Nacional Fanny Mickey.
Daniel Samper Ospina, en su camerino del Teatro Nacional Fanny Mickey.Camilo Rozo

Es lunes, día de función en el Teatro Nacional Fanny Mickey de Bogotá, de nuevo con sala llena y un público mayoritariamente joven. Mi puta obra comienza exhibiendo en pantalla gigante un video de regueton. Pero no de cualquier regueton: es el de la campaña por el referendo anticorrupción que puso a payasear a un puñado de reconocidos congresistas de distintas corrientes políticas. Cuando termina aquel pegajoso ritmo con mensaje político, salta a las tablas Daniel Samper Ospina, su artífice. “Mi carrera hacia el desprestigio no tiene reversa”, asegura en los primeros minutos de un monólogo de humor costumbrista que despedaza a la clase política colombiana. Aunque refleja que no se toma muy en serio, es quizá el chiste menos certero de todo su repertorio.

Reinventado desde su canal #HolaSoyDanny como un popular youtuber de 40 (o de 43), como suele presentarse, Samper ha conseguido traducir su parodia política a una batería de formatos diferentes, que incluso incluyen un videojuego. En el camino, ha logrado multiplicar la influencia de la que gozaba como uno de los columnistas más leídos del país, llegarle al público joven y darle rienda suelta a su particular activismo por las causas que lo mueven, como el acuerdo de paz, los derechos de la comunidad LGBT o, en el caso más reciente, los migrantes venezolanos que cruzan la frontera para llegar a Colombia.

Mi puta obra suma casi 200 funciones y ha llegado a más de diez ciudades colombianas, pero aún no la ha llevado a Medellín, el bastión del uribismo, el credo político del expresidente y senador Álvaro Uribe, una corriente a la que no le hacen mucha gracia las causas liberales que suele abanderar Samper. El repertorio de chistes se actualiza sobre la marcha con los últimos acontecimientos del naciente gobierno de Iván Duque —pupilo de Uribe—, e incluso bromea con la posibilidad de una guerra con Venezuela. En realidad, Danny ha comprendido que el universo youtuber se mueve a golpe de retos y, sin hacer a un lado las bromas, en el último de sus videos, #UnChallengePorVenezuela, busca aprovechar el enorme poder de convocatoria de las redes sociales para ayudar a los migrantes que desbordan Latinoamérica de la mano de otros youtubers como Dross Rotzank.

Aunque suele dedicar burlas por igual a Juan Manuel Santos o Nicolás Maduro, el youtuber de 40 no ha escapado al clima de confrontación ideológica que ha caracterizado a Colombia desde que Santos se sentó a negociar con la exguerrilla de las FARC, y recurrentemente se ha posicionado –sobre todo en Twitter, donde deja ver su lado más serio- en la orilla contraria a los sectores más conservadores que aglutina Uribe y su partido, el Centro Democrático. En el episodio más grave, el expresidente lo tildó de violador de niños. Samper lo llevó hasta la justicia y Uribe debió retractarse públicamente. Desde entonces, al columnista lo acompañan dos guardaespaldas que hacen lo imposible por pasar desapercibidos. “Son gajes del oficio. Este es el único país en que los humoristas deben tener escoltas”, dice sin amarguras al recordar que el caricaturista Matador también se ha visto obligado a mantener un esquema de seguridad.

“A mí me ha marcado mucho la pelea con el uribismo”, admite. “Uribe le ha absorbido el alma a Colombia, a los uribistas pero también a los antiuribistas, y nos impone demasiado la agenda. Yo he tratado en todo caso de hacer mis críticas en clave de humor, a diferencia de él, naturalmente, que lo ha hecho en clave de injuria y calumnia”, se lamenta. “La gran arma contra Uribe, y en general contra cualquier político totalitario, mesiánico, caudillista, es el humor. Es un antídoto contra la tiranía”, reflexiona.

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#HolaSoyDanny nació cuando Samper Ospina abordó en las redes sociales su particular crisis de la edad adulta. Todo empezó cuando el chileno German Garmendia hizo colapsar en el año 2016 la Feria del Libro de Bogotá. En su esfuerzo por vender libros, a Samper Ospina, que ya por entonces llevaba ocho años escribiendo su columna de sátira política en la revista Semana, se le ocurrió hacer el chiste de convertirse en youtuber.

Fue persistiendo en la idea, con el énfasis narrativo en las vivencias de una persona que a los 40 años imita torpemente a sus colegas millennials. “Descubrí que había encontrado algo muy potente, que era un canal que a un costo mínimo podía tener el mismo alcance de la televisión”, rememora. Impulsó el canal amparado en una burla que en un primer momento ofendió a sus pretendidos colegas. Sin embargo, después de asistir a un encuentro de youtubers en Valle del Bravo, en México, comenzó una segunda etapa en la que ya no se burla de ellos, los invita a hacer colaboraciones. “Desde ahí entendí que el canal puede ser un muy buen puente entre dos generaciones”.

Su alcance entre jóvenes usualmente desentendidos de la política, en un país donde la abstención suele ronda el 50 %, fue evidente durante un 2018 especialmente agitado en términos electorales. Durante la campaña presidencial, convenció a varios candidatos de quitarse el ropaje solemne de la política para medirse a disparatados desafíos: el exnegociador de paz Humberto de la Calle aspiró helio, el exgobernador de Antioquia Sergio Fajardo comió picante para desmentir a quienes lo consideran insípido y el exvicepresidente Germán Vargas Lleras se dejó pegar un coscorrón como el que le propinó a uno de sus escoltas. En la recta final, convocó el encuentro #YouTubersVsCandidatos, una inédita oportunidad para que los millennials discutieran con los candidatos. Duque, el más joven de los aspirantes pero también el más conservador, declinó participar.

Después de las presidenciales, tuvo otros dos grandes hitos. Cuando aún no entregaba el poder, convenció a Juan Manuel Santos de medirse a cuanto desafío se le ocurrió en los pasillos de la propia Casa de Nariño, la sede presidencial. Y ya embarcados en plena campaña por la consulta anticorrupción, convenció a sus principales promotores de transformarse sin tapujos en reguetoneros por un día. “La idea es que los políticos aprendan a burlarse de sí mismos”, apunta.

El comediante activista

#HolaSoyDanny forma parte de una nueva camada de proyectos que mezclan opinión y sátira política en formatos digitales. “Se supo subir a tiempo en la producción de contenidos en video. Es un innovador y una voz con mucha influencia”, apunta Carlos Cortés, cabeza de La Mesa de Centro de La Silla Vacía, otro de los ejemplos destacados. “No veo su crítica política como una denuncia periodística, sino más como comentarios y chistes sobre actualidad. Y una cosa clara es que ha decidido sumarse a causas políticas de manera abierta, como la de la consulta. Eso lo pone en un lugar entre activista e influencer más que en el de periodista o analista”.

El humor es, en últimas, un género de opinión. “Quizá lo novedoso puede ser juntar esas causas con los contenidos, pero el comediante como activista no es nuevo”, señala la periodista María Alejandra Medina, autora de una investigación sobre el humor político audiovisual en Colombia. “Es sabido que a Jaime Garzón lo matan en parte por su papel como mediador en la liberación de secuestrados”, recuerda en alusión al célebre humorista asesinado por paramilitares.

Samper es el primero en huirle a compararse con el recordado Garzón, una figura de culto. “Él era un tipo muy histriónico, un gran imitador que nació para el medio audiovisual, yo soy un advenedizo, un escritor que se tuvo que transformar a estos formatos”, afirma. “Lo que pasa es que en YouTube uno puede ser lo que es, con sus limitaciones, y si lo es de manera auténtica la audiencia no se lo cobra. Y eso trato de hacer, ser auténtico”.

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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.

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