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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Salvini, el ministro bufón que quiere ganar amenazando

El escritor perseguido por la mafia responde al ministro del Interior italiano, que amaga con retirarle la escolta

Roberto Saviano
Roberto Saviano, en un festival de cine en Italia, en 2013, rodeado de escoltas
Roberto Saviano, en un festival de cine en Italia, en 2013, rodeado de escoltasStefania D'Alessandro (WireImage)

Vivir con escolta es una tragedia, e Italia es el país occidental con más periodistas escoltados. Y lo es porque Italia tiene las organizaciones criminales más poderosas y peligrosas del mundo.

Y sin embargo, a pesar de ello, en lugar de liberar de los riesgos a los periodistas protegidos, Matteo Salvini, ministro del Interior, los amenaza. El ministro del Interior me amenaza a mí, un escritor que desde hace 12 años vive con escolta. Y la escolta no es una medalla al valor, sino la pérdida de la libertad a cambio de la posibilidad de seguir informando. Pero el ministro del Hampa, al convertirme en su objetivo, me devuelve a la parte a la que pertenezco. Salvini ha elegido a sus enemigos, y sus enemigos son los últimos. Sus enemigos son los italianos del sur, italianos de los que no se ocupa ni se ocupará jamás. Sus enemigos son los africanos que viven y trabajan en Italia, los indios que viven y trabajan en Italia, los paquistaníes que viven y trabajan en Italia. Sus enemigos son niñas y niños nacidos en Italia de padres extranjeros. Chicos que hablan italiano, “que aman italiano”. Sus enemigos son los gitanos, todos los gitanos, los extranjeros a los que pretende expulsar y los italianos que muy a su pesar tendrán que quedarse. Y ahí, entre estos, entre los italianos olvidados por la política y las instituciones, entre los extranjeros señalados como objetivos a los que atacar, me encuentro yo. Con sus amenazas, Salvini me ha devuelto al grupo de los últimos: soy uno de ellos y estoy muy orgulloso de serlo.

Pero las palabras pesan, y las palabras del ministro del Hampa, elegido en Rosarno (en Calabria) con los votos de los italianos a los que ni siquiera considera italianos, elegido con los votos de los que mueren a manos de la‘ndrangheta [mafia calabresa] son palabras de mafioso.

Las mafias amenazan. Salvini amenaza.

El 17 de marzo, Matteo Salvini dio un mitin en Rosarno. Sentados en las primeras filas había hombres de la cosca [el clan] Bellocco y personas relacionadas con los Pesce. ¿Y qué hizo él? Dijo: “¿Por qué se conoce a Rosarno? Por ser un poblado de chabolas. Y yo no quiero esclavos”. Desde luego, el problema de Rosarno son las chabolas; como si la explotación de los inmigrantes no estuviera relacionada con la ‘ndrangheta.

Y Salvini habla de dinero, de ahorrar dinero suprimiendo escoltas. Mejor sería que Salvini empezara a hablar del dinero que la Liga robó a los italianos con la maxiestafa de los reembolsos electorales: casi 50 millones de euros. O que hablara de las relaciones con la‘ndrangheta y las inversiones ilegales de la Liga. O sobre las cuentas de la Liga incautadas y la galaxia de compañías y asociaciones que tuvieron que inventarse para recibir fondos, porque cuando llega dinero a las cuentas de la Liga se usa para pagar la deuda que la Liga de Salvini tiene con los italianos.

Que devuelva la Liga de Salvini lo que debe, y entonces podrá hablar de dinero. No se lo puede permitir.

Veo que en las redes sociales aparecen etiquetas de solidaridad hacia mí: #savianononsitocca. Os agradezco el apoyo, pero me gustaría que quedara claro que yo solo soy un medio que Salvini está utilizando para destruir el Estado de Derecho. Y a mí hoy me resultaría muy fácil enfrentarme a él, pero no quiero hacerlo. Tampoco quiero poner la otra mejilla, no soy Cristo, no soy un cordero sacrificial, no busco el martirio: ¡olvidadlo!

Pero tampoco tengo miedo, y desde luego, no de Salvini. En estos años me he enfrentado a jefes de los Casalesi, a mafiosos, a miembros de la ‘ndrangheta, a narcos sudamericanos; no me asusta un bufón que hasta hace unos años tenía miedo incluso de ir más abajo de la Línea Gótica.

Pero hoy tenemos que hablar, tenemos que dialogar, no con Salvini que es un bufón, que quiere ganar amenazando, mientras nosotros queremos con-vencer dialogando.

Hoy debemos convencer a los que no piensan como nosotros; el único diálogo posible es con los miembros de la Liga, horrorizados por las palabras y actos del ministro del Interior; con los que se presentaron en las elecciones con Salvini; con aquellos con los que Salvini firmó un pacto de Gobierno.

Quitemos al ministro del Interior, este hombre sin escrúpulos, este hombre cínico, la posibilidad de armar (literalmente) otras manos.

Quien calle ahora será culpable para siempre.

Nihil humani a me alienum puto [Nada humano me es ajeno].

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