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Kits de supervivencia, listas de búnkeres o distribuir pastillas de yodo: así son otros planes de sensibilización para crisis

Las estrategias y programas de preparación de la población ante diversas emergencias son muy frecuentes y antiguas en toda Europa y en países como Japón o EEUU

Ejercicios de preparación ante desastres en Tokio, en 2023. Foto: Stanislav Kogiku (SOPA Images/LightRocket/Getty )

¿Qué se llevaría si tuviera que abandonar su casa rápidamente sin saber cuándo podrá regresar a ella? ¿Tendría lo indispensable a mano? ¿Podría resistir varios días sin luz, tiendas abiertas, internet ni comunicaciones? Para cuando se plantean este tipo de preguntas, a menudo ya es demasiado tarde: un incendio o terremoto, gravísimas inundaciones como las que provocó la dana en Valencia el pasado octubre, un (cada vez más frecuente) ciberataque, un accidente nuclear o, sí, un ataque militar, no llegan necesariamente con preaviso. La Unión Europea ha presentado esta semana una estrategia de preparación de la población y los gobiernos que incluye una recomendación a la ciudadania para que tengan suministros esenciales que les permitan subsistir durante las primeras 72 horas tras una crisis climática o provocada por el ser humano.

Pese a que se plantea de igual manera como un plan de contingencia ante desastres naturales cada vez más recurrentes —el europeo es el continente que más se calienta— en la península ibérica, la idea ha causado revuelo, malestar y hasta una cierta alarma social en España, un país poco militarista y en el que la sensación de amenaza por la guerra de Rusia contra Ucrania es mucho menor que en otros Estados Europeos.

Sin embargo, la preparación ciudadana ante eventuales desastres o catástrofes, ya sean naturales o por causa humana, no es ni nuevo ni inusual. Ni en Europa ni en el resto del mundo. Los gobiernos de muchos países, tanto europeos como extracomunitarios, llevan años, si no décadas, realizando programas de sensibilización, preparación y entrenamiento, voluntario o incluso obligatorio, ante todo tipo de urgencias, para las que también parapetan a sus ciudadanos.

En Japón, uno de los países más expuestos del mundo a catástrofes naturales o provocadas por el ser humano ―o a una combinación de ambas, como el desastre nuclear de Fukushima en 2011, provocado por un terremoto y un tsunami―, los habitantes participan en simulacros anuales de catástrofes, desde cómo apagar incendios a aplicar un torniquete; y de evacuación. Y los programas escolares japoneses —algo que también propone ahora Bruselas en la nueva estrategia— incluyen debates sobre inundaciones y formación para prepararse ante otras catástrofes, destacaba en un estudio el año pasado uno de los expertos mundiales en preparación, Daniel Aldrich, codirector del Instituto Global de Resiliencia de la universidad Northeastern de Boston.

Simulacro de proceso de descontaminación durante una guerra o desastre en Taipei, Taiwán, en julio de 2024.

Precisamente en Estados Unidos, donde según las zonas también se hace prevención ciudadana de huracanes o terremotos, muchos alumnos, en todo el territorio, reciben entrenamiento especial ante los tiroteos en las escuelas, drama recurrente ante el cual en muchos colegios se establecen protocolos y efectúan simulacros en clase.

En Europa, Finlandia, muy amenazada por su larga frontera con Rusia, es el país puntero en preparación del continente, con una sociedad muy concienciada y entrenada desde temprana edad. De hecho, el denso informe del expresidente finlandés Sauli Niinisto sobre la preparación ante las crisis en Europa es el germen de la nueva estrategia el Ejecutivo comunitario. En el país nórdico, de 5,5 millones de habitantes, hay múltiples cursos voluntarios de formación en defensa civil para aprender técnicas básicas de seguridad, primeros auxilios, extinción de incendios, defensa personal y orientación. También existe una extensa red de refugios: 50.500, con plazas suficientes para alojar, de forma simultánea, al 87% de la población (4,8 millones de plazas para 5,5 millones de habitantes).

Pero no es requisito imprescindible sentir el aliento de la amenaza rusa para realizar preparativos. En Suiza, un país que gracias a su neutralidad ha conseguido salir prácticamente indemne de los peores conflictos europeos del siglo XX, es obligatorio por ley, desde 1963, que toda vivienda construida cuente con un búnker o refugio capaz de albergar a todos sus residentes. Así, hay unos 370.000 refugios subterráneos en todo el país, públicos y privados, con espacio para unos nueve millones de personas, es decir, el 100% de su población. Tal como señalan las autoridades suizas, “los refugios están diseñados principalmente para su uso en caso de conflicto armado”, por lo que “deben ser capaces de resistir los efectos de las armas modernas, es decir, sobre todo proporcionar protección contra los agentes NRBQ [nuclear, radiológica, biológica y química] y los impactos a corta distancia de las armas convencionales”.

Pastillas de yodo

En Bélgica, donde la amenaza nuclear se debe sobre todo a la proximidad de plantas atómicas, se distribuyen gratuitamente en farmacia para todos los residentes pastillas de yodo y se recomienda a los ciudadanos registrarse en el servicio nacional de alertas que se reenvían por correo electrónico y SMS.

Muchos de estos países también distribuyen entre su población instrucciones precisas para estar “preparados para incidentes y crisis”, como largos cortes de electricidad o agua, disrupciones de servicios de banca o internet, fenómenos naturales o “crisis de largo plazo” como una pandemia o un conflicto militar, como resume el folleto finlandés. También Suecia, por quinta vez desde la II Guerra Mundial, ha distribuido cinco millones de cuadernillos entre su población en los que advierte del riesgo de “conflictos armados, terrorismo, ciberataques y campañas de desinformación”. En las 32 páginas del libreto se dan instrucciones precisas para “aprender cómo prepararse, y actuar, en caso de una crisis o de guerra”.

Refugio Helsinki

Los ciudadanos de Francia —donde cada primer miércoles de mes se activan durante un minuto y 40 segundos todas las sirenas del país para controlar que funciona correctamente el sistema de alerta a la población ante “catástrofe natural, industrial o de atentado”— también recibirán este verano un manual de supervivencia para saber cómo actuar en caso de una emergencia nacional o una “amenaza inminente”. La versión alemana de este libreto, en el que como en el de los otros países se hace un énfasis especial en los elementos básicos necesarios para superar las primeras 72 horas de una crisis, tiene 68 páginas.

“En una situación de crisis, los recursos de las autoridades, incluso en el mejor de los casos, están muy sobrecargados y no pueden responder inmediatamente a todas las necesidades de la población”, explica la especialista en seguridad climática del Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales, Emma Hakala. “Cuanto mejor preparada esté la población para, por ejemplo, sobrevivir sin electricidad o suministro de agua durante algún tiempo, más resiliente será para hacer frente a estos riesgos”, señala por correo electrónico.

La experta añade un potencial valor añadido a esta sensibilización de la sociedad: “La concienciación pública sobre los riesgos climáticos también puede motivar y legitimar la mitigación del cambio climático, que en última instancia es la mejor manera de reducir los riesgos de catástrofe”.

La nueva estrategia europea —que forma parte de un paquete más amplio que incluye también el plan de rearme, varias regulaciones climáticas y un programa de preparación de las infraestructuras y preparación ante amenazas híbridas que se presentará previsiblemente a principios de mayo— no marca a los Estados miembros la naturaleza de su kit de preparación o emergencia. Además, la anticipación y respuesta ante las emergencias sigue siendo competencia de los gobiernos nacionales. “Cada uno de los 27 Estados miembros, tiene características sociales, climáticas o geográficas especiales, y eso hay que tenerlo en cuenta”, dice una fuente que ha participado en la elaboración de la estrategia. Lo que sí hará Bruselas es dar unas “directrices para la autosuficiencia”, que incluirán desde el almacenamiento de suministros esenciales, la planificación de crisis, la disponibilidad de refugios, etc, explica la fuente.

No se trata solo de la preparación ciudadana para subsistir esas 72 horas. La estrategia busca anticipar las crisis (con información de inteligencia, satélites y análisis de investigadores de primer nivel), preparar a toda la población (desde los colegios, los hogares, las empresas) para responder a ellas con cursos, concienciación y medios, y mejorar la coordinación a través de un nuevo comité de crisis que será clave, sobre todo, las primeras horas tras una emergencia.

Reacción negativa

Esos primeros momentos son clave, coinciden los expertos. La comisaria europea de Preparación y Gestión de Crisis, Hadja Lahbib, publicó en las redes sociales durante la presentación de la estrategia europea un vídeo presentando su propuesta de kit con “todo lo que se necesita para sobrevivir las primeras 72 horas de una crisis”. El formato emula, en tono humorístico, los vídeos que algunas publicaciones hacen con celebridades que muestran a cámara los imprescindibles de sus bolsos, algo que ha generado un cierto malestar o extrañeza en países como España o Italia, los dos más reacios a que se hable de rearme de Europa.

Productos para incluir en un kit de supervivencia.

La reacción negativa ante el vídeo y ante parte de la nueva estrategia se ha amplificado y avivado en las redes sociales por bots rusos, aseguran fuentes comunitarias. La escucha y el estudio de las redes en los últimos días muestran que enjambres organizados se han dedicado a aumentar los comentarios negativos ante el plan y a privilegiar su asociación con los conflictos por encima de cualquier catástrofe natural, asegura una de las personas encargadas de analizar la desinformación y la propaganda del Kremlin a nivel comunitario.

Pero con bots o sin ellos, porque en cualquier caso beben de realidades que ya existen, el rechazo en el sur de Europa al plan de preparación ha sorprendido en Bruselas, donde se destaca la buena acogida de la iniciativa en otras zonas. Precisamente el objetivo era, explican, desdramatizar la situación, recalcar que se trata de una actitud que debe normalizarse y no generar pánico.

La idea es que, cuanto más preparado se esté, mejor se afrontará cualquier emergencia y que hablar de ello no significa que sea un problema, explican fuentes comunitarias. Recuerdan escenas “irracionales” durante los comienzos de la pandemia de covid-19, cuando la gente salió a comprar de forma multitudinaria productos que no eran estrictamente necesarios, como papel higiénico. Hay que pensar bien lo que se necesita hacer y tener. “No hablar del tema no va a reducir la amenaza”, subrayan. Estar preparados supone seguridad y poder ocuparse mejor de las personas vulnerables en caso de emergencia, insisten en un mensaje que también han lanzado los principales responsables europeos en los pasados días.

Una cierta banalización de un ejercicio tan serio como este no es ni siquiera algo nuevo. En 2011, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) lanzó una campaña de preparación ante crisis basada en un “apocalipsis zombi” que incluyó cómics y vídeos como el de una familia empaquetando un kit con lo esencial —desde agua a medicamentos o alimentos no perecederos, como recomienda ahora la UE— y trazando una ruta segura para huir de los muertos vivientes que inundaban las calles.

Tras el humor, una constatación muy seria: “Si en general estás bien equipado para hacer frente a un apocalipsis zombi, estarás preparado para un huracán, una pandemia, un terremoto o un atentado terrorista”, explicaba el CDC, reconociendo que “puede ser difícil hacer que la gente piense en la preparación para emergencias antes de que se produzca el desastre”. Con esta campaña original, que tuvo un gran eco, el centro estadounidense se felicitaba de haber logrado “llamar la atención y conseguir que la gente se involucre antes de que sea demasiado tarde”.

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