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Un marciano en el ‘palazzo’ Chigi

El profesor encargado de formar gobierno en Italia, sin trayectoria pública notable, comenzará su andadura como rehén de sus avalistas

Daniel Verdú
Giuseppe Conte, este jueves en Roma.
Giuseppe Conte, este jueves en Roma.Ettore Ferrari (AP)

El miércoles por la tarde, Giuseppe Conte (Volturara Appula, 1964) salió de un apartamento en el centro de Roma y paró un taxi en mitad de la calle: “¿Cree que llegamos en seis minutos al Quirinal? Tengo una cita”. El taxista, como la mayoría de italianos, no tenía ni la más remota idea de quién diablos era el tipo que apostaba contra el diabólico tráfico de Roma en hora punta. Tampoco imaginaba que al final de aquella carrera en la colina del Quirinal esperaba el presidente de la República, Sergio Mattarella, para encargarle ocupar el puesto de primer ministro. A la salida de la reunión, Conte pidió otro taxi y continuó con sus citas de la tarde. Esta vez, convertido ya en una celebridad a quien se despidió con aplausos. Como si fuese aquel marciano de Ennio Flaiano que aterrizó en Roma.

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Italia jamás había tenido a un primer ministro de quien nadie hubiese oído una palabra. Una idea que sublima la premisa básica del populismo político: cualquiera puede gobernar un país si los ciudadanos están detrás de él. Por supuesto, la fórmula es mucho mejor si carece de vínculos con el pasado, con la casta. Y el profesor de Derecho Privado de Florencia, divorciado, criado en la periferia italiana —así llama Luigi Di Maio (Movimiento 5 Estrellas, M5S) al pueblo de San Giovanni Rotondo donde creció— de quien nadie en los salones romanos tenía noticia, servía para aparentar ese principio. Hasta cierto punto.

La elección de Conte, exvotante de izquierdas, católico y el primer presidente del Consejo de Ministros procedente del sur de Italia en 30 años (desde Ciriaco De Mita), responde también a la síntesis de una serie de vetos cruzados entre el M5S y la Liga, incapaces de encontrar a un líder político que no irritase al otro. Pero puede haber sorpresas. “Tiene carácter y es ambicioso. Le apetece mucho llevar a cabo esta misión y cree que puede mediar y moderar los impulsos de ambas formaciones. Sabe que se juega la cara en esta historia y no quiere ir a remolque”, explican fuentes cercanas al Quirinal.

El oficio le costará aprenderlo. En la oposición se quejan de su desconocimiento de las dinámicas parlamentarias, de su ignorancia de los dosieres europeos que están sobre la mesa y de que, probablemente, tardará en entender los retos internacionales que debe afrontar Italia en los próximos meses. Pero algunas cosas irán más rápido. Este miércoles, por ejemplo, entre el primer y el segundo taxi al que se subió, a Conte le dio tiempo a aprender cómo se fabrica el mito del hombre corriente. Al término de su entrevista, el Quirinal le había preparado un coche oficial con chófer para llevarle a su siguiente reunión en la Cámara de Diputados. Pero a la salida le esperaban los flashes de la prensa y los asesores del M5S, a su disposición todo aquel día, prefirieron que cogiera de nuevo un taxi, lo pagase de su bolsillo y siguiera con la puesta en escena del marciano en Roma.

Italia devora un primer ministro cada 14 meses desde hace 72 años. La cuestión ahora es dónde se situará Conte en esa media. Massimiliano Panarari, profesor de Comunicación Política de LUISS, la misma Universidad romana donde enseñaba el futuro premier, cree que sus cualidades son contradictorias. “La sublimación de la idea populista es que él es un portavoz del pueblo. Sobre la base de esta teoría se elige a un ciudadano como los otros para llevarlo a cabo. Pero en realidad, a él se le eligió por sus características como técnico, de quien además se querían exaltar sus méritos internacionales. La idea era demostrar que son competentes. Pero no se puede ser el portavoz de los ciudadanos comunes y tener esa exigencia”, señala.

El abogado de los italianos

El propio Conte ha empezado buscando una variante semántica para su puesto. “Seré el abogado defensor de todos los italianos”, lanzó en su primer discurso, leído y retocado también por los principales asesores de comunicación del M5S (incluida la preparadora televisiva que ha pulido la imagen de Di Maio en los últimos meses). “Esa frase no es su manera de expresarse, se lo sugirieron ellos”, señala una persona que estuvo ese día presente. Un eslogan surgido del ideario de la Liga y el M5S y que da por supuesto que 60 millones de personas se encuentran en el banquillo de los acusados en Italia o que nadie les había tratado justamente hasta ahora. Desde las instituciones nacionales hasta la globalización pasando por el mercado laboral. Pero Conte no pertenece a ese mundo de indignación.

El profesor entró en el establishment jurídico toscano de la mano del profesor Umberto Tombari —como tantos otros colegas, ha rehusado comentar nada para este perfil—, quien le presentó a María Elena Boschi, subsecretaria del Gobierno de Matteo Renzi y a otros elementos de la órbita del ex primer ministro. Luego, uno de sus asistentes, el hipotético nuevo ministro de Justicia y fidelísimo escudero de Di Maio, Alfonso Bonafede, le introdujo en los círculos de poder del M5S. Pero su exposición pública continuó siendo nula.

Luciano Fontana, director del Corriere della Sera, excelente analista y autor del profético libro Un paese senza leader (Un país sin líder), tampoco había escuchado jamás su nombre. Pero reconoce en él los elementos básicos que permiten explicar este tiempo político. “Al final dos movimientos que habían basado toda su fuerza en el voto popular, en la representación directa del pueblo, en el líder conectado con los electores terminan fiándose de un técnico. Particular, porque ya estaba en el equipo de ministros. Pero un profesor que nadie de nosotros conocía. Es una figura que subraya claramente una crisis del sistema que se vio el 4 de marzo. Ahí se eliminaron todos los líderes que habían hecho algo en la última legislatura. Fue el nacimiento de un nuevo mundo político. Pero no está claro cuánto durará”. De momento, es el del nuevo establishment.

La lista de ministros pondrá a prueba la autonomía de Conte

La gran incógnita que pesa sobre Giuseppe Conte es si será capaz de imponer su criterio sobre el de los dos líderes que han propuesto su nombramiento y que, a diferencia de él, han obtenido su autoridad en las urnas. Luigi Di Maio (Movimiento 5 Estrellas) y Matteo Salvini (Liga), acordaron su nombre sobre la base teórica de que se limitaría a cumplir el acuerdo de Gobierno alcanzado entre ambas formaciones antiestablishment.

Además, le han dado fabricada una lista con el grupo de ministros que tendrá que asumir bajo su presidencia.

Algunos de ellos, como el del supuesto titular de Economía, Paolo Savona, un euroescéptico de 81 años cuyo nombramiento ha impuesto la Liga, han abierto un debate que pondrá a prueba la autonomía de Conte. Si hoy acude de nuevo a ver al presidente Mattarella con la misma lista que le habían redactado será una mala señal, según se comentaba el jueves en el Palacio del Quirinal.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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