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El abogado de las cloacas de Trump

La investigación del FBI al letrado personal del presidente de EE UU hace temblar a la Casa Blanca

Michael Cohen, consejero legal de Donald Trump
Michael Cohen, consejero legal de Donald TrumpMary Altaffer (AP)

El presidente Donald Trump tiene motivos para estar preocupado. Su abogado personal, Michael Cohen, ocupa desde hace dos semanas el centro de una investigación federal que nadie sabe en qué puede desembocar. Integrante del círculo íntimo de Trump, figura central en su organización y protector de sus secretos más profundos, Cohen se ha vuelto un punto débil para el presidente. Si decide colaborar con la justicia, Trump puede tener un problema.

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El expediente abierto por la Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York contra el consigliere de Trump tiene bajo revisión desde su época de empresario del taxi hasta sus tratos para silenciar la supuesta relación del actriz porno Stormy Daniels con el multimillonario. No se sabe con certeza qué persigue pero sí a quién.

Michael Cohen, de 51 años, es la persona más leal a Donald Trump fuera de la familia. Nombrado abogado personal del presidente en enero de 2017, siempre se mostró dispuesto a hacer cualquier cosa por su jefe. Llevó las operaciones de la organización familiar junto a los hijos del magnate, Junior e Ivanka. Envió correos al Kremlin en los que pedía ayuda para agilizar la construcción de un rascacielos en Moscú. Operó siempre entre bastidores, ejerciendo de mediador. No solo conoce todo lo que cocinó en el rascacielos en la Quinta Avenida, fue lo suficientemente astuto como para grabar las conversaciones. Esas cintas están supuestamente en poder del FBI.

Cohen es de los que no se deja atropellar. Se califica a sí mismo como un fixer, un solucionador de problemas. “Me hago cargo de cualquier cosa que necesite ser resuelta”, dijo a The Wall Street Journal. Algo de eso pasó cuando pagó de su bolsillo tanto a la actriz porno Stormy Daniels como a la modelo Karen McDougal para comprar su silencio y que callasen sobre sus supuestos encuentros sexuales con Trump. Antes de eso amenazó con arruinar la carrera de modelos que trataron de denunciar que el concurso de belleza Miss USA, controlado por el multimillonario, estaba amañado.

El sueño frustrado de Cohen con la política

S. P.

Michael Cohen se crió en Long Island. Su padre escapó de un campo de concentración nazi. Se graduó por la escuela de leyes Thomas M. Cooley, en Michigan. Como Donald Trump, también tuvo aspiraciones políticas. Trabajó para la campaña presidencial del demócrata Michael Dukakis en 1988 y trató de hacerse con un puesto en el consejo municipal de Nueva York en 2003, representando al barrio de Upper East Side.

Intentó postularse también para un asiento en el Senado del Estado de Nueva York. En las presidenciales de 2008 votó por Barack Obama, pero le desilusionó. Y como su jefe, admiró a Hillary Clinton. Junto al negocio del taxi y el inmobiliario, su nombre aparece junto al de su hermano en dos empresas familiares en Ucrania y ocuparon un asiento en el consejo de la compañía ucraniana International Ethanol.

Su perfil en Twitter cuenta con 327.000 seguidores y lo utiliza como una extensión de la persona de Donald Trump. “Siempre protegeré a nuestro presidente”, decía el pasado 8 de abril tras la irrupción del FBI su oficina. Desde esa misma plataforma atacó a la presentadora Megyn Kelly tras criticar al magnate por la manera con la que trata a las mujeres. Rebotó tuits que pedían “cortarle el cuello”.

The New York Times cuenta que lleva una pistola enfundada en el tobillo. Michael Cohen no cree tampoco que la violación en el seno del matrimonio sea ilegal, uno de los argumentos que Ivana Trump expuso en el divorcio. Y hace justo un año el abogado generó polémica al tuitear una foto en blanco y negro de su hija adolescente posando en ropa interior. “¿Celosos?”, respondió a los críticos.

La fidelidad a Trump le viene de antiguo. La relación entre ambos comenzó por una disputa en la comunidad de vecinos del edificio que tiene la compañía inmobiliaria frente a las Naciones Unidas, donde residía. El magnate quedó impresionado con su actuación y quiso conocerle. Poco a poco se fue integrando en la organización y hasta hacerse con el cargo de vicepresidente, responsable de los acuerdos internacionales.

“Es más que un jefe”, comentó a Jewish Chronicle al hablar de su lealtad hacia Donald Trump, “es nuestro patriarca”. Ya en las elecciones, el abogado cogió el bate y salió en defensa del entonces candidato a las presidenciales para aplacar con furia las acusaciones de varias mujeres por haberlas asaltado sexualmente. Trabajó en paralelo con varios tabloides para torpedear cualquier reportaje que no favoreciera a sus intereses y anular a los adversarios.

Las amenazas son una constante en su manual de procedimiento. “Te voy a quitar cada centavo hasta que no te quede ninguno”, llegó a decir a la periodista del Daily Beast que destapó las alegaciones presentadas por Ivana, la exmujer del presidente, en el proceso de divorcio. “Escribe algo en lo que aparezca Trump, citando la palabra violación, y te arruinaré la vida el tiempo que estés en este jodido planeta”, le espetó.

Pero las actividades de Cohen van más allá de la controversia familiar. Poco después de las elecciones, el abogado preparó un plan de paz junto a uno de sus socios en Ucrania para el antiguo consejero de seguridad nacional Michael Flynn, otra de las estrellas en la trama rusa.

Pese a la polémica, Trump sigue manteniendo a Cohen como su consejero legal. Dice que “es un buen hombre”. En la práctica, el fiscal del Distrito Sur no puede llevarle a juicio mientras esté en la Casa Blanca. Pero si encontrara evidencias de que cometió algún delito en conexión con su fiel abogado, podría citarlo como conspirador. Eso explica la rabia con la que respondió; por el peligro que supone para su presidencia. En ese momento se verá quien es más leal a quien.

Reflejo de la tensión que crea la investigación federal en curso contra Michael Cohen, el presidente acudió este sábado a su cuenta en Twitter para en una serie de tres mensajes atacar a The New York Times y a su reportera Maggie Haberman por intentar “destruir” con un reportaje a su abogado y la relación que tiene con él, al sugerir que le "traicionará" para evitar ir a prisión.

El magnate reitera que es víctima de una “caza de brujas” y que los “medios deshonestos” se equivocan si esperan que Cohen rompa su lealtad. “Lo siendo, no le veo haciéndolo”, insiste tras decir que cualquier otra persona habría tirado ya la toalla “para quitarse los problemas de encima". También carga contra dos antiguos asociados que son utilizados como fuente en el artículo.

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