La UE avisa a Londres de que deberá acatar nuevas leyes en la transición del Brexit
Los Veintisiete dejan claro a Reino Unido que durante ese periodo no podrán rechazar ninguna ley comunitaria pese a no tener ni voz ni voto
Los responsables europeos de Exteriores respaldaron este lunes las directrices negociadoras del Brexit pactadas por los líderes de los Veintisiete. La UE aboga por una transición de 21 meses, apenas 90 días menos que los dos años que pedía Londres. El negociador comunitario, Michel Barnier, se mostró dispuesto a que Reino Unido negocie acuerdos comerciales durante la transición, pero no entrarán en vigor sin permiso de los Veintisiete. En ese tiempo, Londres no tendrá voz ni voto en las instituciones, pero deberá aplicar las leyes aprobadas en Bruselas.
La Unión Europea dio este lunes algunas precisiones sobre la gran preocupación de Reino Unido una vez se consume el Brexit: el aislamiento comercial en que puede dejarle su salida del bloque comunitario. El negociador europeo, Michel Barnier, incidió en que Londres tendrá libertad para negociar acuerdos comerciales con terceros países durante el periodo transitorio. De este modo, podrá adelantar parte del ingente trabajo que le espera a la diplomacia británica, ávida por firmar nuevos pactos ante la perspectiva de que su salida de la UE suponga su soledad comercial al quedar apartada de todos los tratados que llevan el sello de Bruselas. El excomisario francés aclaró, sin embargo, que Londres no podrá firmar durante ese tiempo nuevos acuerdos sin el permiso expreso de los Veintisiete.
El periodo de transición, una demanda británica aceptada por Bruselas para evitar un divorcio brusco hasta que se esboce la relación futura, podrá alargarse hasta finales de diciembre de 2020. Ello supone dar un plazo de 21 meses, un periodo inferior a los dos años que solicitaba Reino Unido. Durante esos días de transición inmediatamente posteriores al Brexit, Londres tendrá los principales derechos y obligaciones de pertenencia a la UE en materias como presupuestos, mercado único y libre circulación de personas, pero deberá aceptar todas las leyes que la UE apruebe pese a que perderá su representación en las tres grandes instituciones: Consejo, Comisión y Parlamento.
La UE solo le consultará en los casos en que alguna regulación le afecte especialmente, lo que según fuentes francesas podría suceder en política exterior, seguridad o pesca. “El Reino Unido ha decidido salir de la UE. Es su elección y tiene consecuencias en el hecho de que a partir de entonces, tras abandonar las instituciones, no participará en el proceso de decisión”, remarcó Barnier.
Bruselas tampoco dio garantías a Reino Unido de que los socios comerciales de la UE mantengan durante el periodo transitorio la misma relación con Londres. “Nuestros aliados alrededor del mundo quizá tengan su propia opinión al respecto”, advirtió. En Downing Street dieron la bienvenida a la decisión de la UE de respaldar el paso a la segunda fase. Un portavoz afirmó este lunes que la postura europea concuerda con el célebre discurso pronunciado en Florencia por la primera ministra, Theresa May, aunque reconoció divergencias por resolver.
Sin marcha atrás
La negociación vive actualmente un momento de parálisis tras los avances de la cumbre de líderes europeos de diciembre, cuando después de meses de tira y afloja se consideró que por fin se habían hecho los progresos suficientes en tres puntos clave para la UE: derechos ciudadanos, factura de salida y jurisdicción de los tribunales. El paso a la segunda fase, en la que se hablará de la relación futura, no se producirá hasta la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de marzo. Por delante queda un arduo camino en el que se deberán cerrar interrogantes clave del divorcio, diseñar la transición y esbozar los pormenores de esa relación futura.
En los últimos días, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, dejó abierta la puerta a una marcha atrás en el Brexit, pero fuentes de la negociación señalan que por irracional que sea, hoy por hoy solo se trabaja con la hipótesis de la salida británica.
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