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Mugabe no dimite pese al ultimátum de su partido y afronta una moción de no confianza

El mandatario de Zimbabue pretende dirigir el congreso de su formación, de la que ha sido expulsado

Cientos de personas se reúnen en una marcha para rezar y pedir por la dimisión de Mugabe, este lunes en Harare.
Cientos de personas se reúnen en una marcha para rezar y pedir por la dimisión de Mugabe, este lunes en Harare.KIM LUDBROOK (EFE)

El ultimátum que el partido gobernante de Zimbabue dió a su presidente, Robert Mugabe, para que dimitiera, ha expirado este lunes a mediodía sin su renuncia.  Mugabe eludió hace apenas 24 horas su resignación en un discurso a la nación televisado. La Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF), el partido que expulsó al presidente y a la primera dama de sus filas el domingo, ha anunciado este lunes que someterá su continuidad en la presidencia del país a una moción de no confianza en el Parlamento, donde tiene la mayoría. Mugabe y su esposa tendrán total inmunidad, según las mismas fuentes. 

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“Nuestra gente necesita paz, seguridad, ley y orden”, manifestó el domingo Mugabe, de 93 años, en una lectura trastabillada en la que ha señalado que en las negociaciones mantenidas con los generales, la deficiente economía, de nuevo abocada a la hiperinflación, ha sido uno de los temas principales. Mugabe, según se desprende de su intervención, mantendrá la presidencia y presidirá el próximo congreso del partido gubernamental ZANU-PF (la Unión Nacional Africana de Zimbabue-Frente Patriótico), previsto para diciembre. 

El camino hasta el congreso de diciembre no será fácil. El monstruo que él creó ha acabado dándole la espalda. El domingo fue destituido como líder del partido que él mismo fundó y con el que ha gobernado desde la independencia, hace 37 años. El Comité Central del ZANU-PF decidió expulsarle de su puesto de número uno y para sustituirle nombró a Emmerson Mnangagwa, alias el cocodrilo, el hombre fuerte de los veteranos y candidato a suceder a Mugabe en la presidencia del país. El ex vicepresidente Mnagagwa, destituido hace 10 días por Mugabe, ha vuelto así, triunfante, a la arena política, imponiéndose a la voluntad del incombustible Mugabe y posicionándose como favorito a la deseada sucesión.

La destitución de Mugabe al frente del partido se ha celebrado con bailes y cantos en la sede del partido, en una capital, Harare, en estado de euforia tras la masiva manifestación del sábado, en la que miles de personas salieron a la calle para pedir la dimisión del viejo Mugabe. Con 93 años, el presidente zimbabuense no planeaba retirarse, pero la peculiar intervención militar del pasado miércoles —que el Ejército se niega a definir como golpe— ha disparado la fiebre anti-Mugabe.

Junto a la histórica y humillante expulsión de Mugabe, el ZANU-PF ha llevado a cabo otra aún más efectiva: la de su esposa Grace Mugabe, que ha sido asimismo retirada del liderazgo de la Liga de Mujeres del partido “por promover divisionismo y discursos de odio”. Ella es, en realidad, la verdadera rival de Mnangagwa en la carrera para la presidencia. Apoyada por la nueva generación del partido, la llamada Generación 40 (G40), Grace Mugabe, de 52 años, se estaba abriendo paso con el apoyo de su marido.

La facción veterana del ZANU-PF barrió este domingo a los competidores. Junto al matrimonio Mugabe, otros miembros del partido, nombres fuertes del G40, han sido neutralizados por el Comité Central.

Es una cuenta atrás agónica para el presidente más anciano del mundo, aunque blindada por un respeto evidente. Si Mugabe lleva cinco días aguantando es porque el Ejército se lo ha permitido. El ministro del Interior, Obert Mpofu, definía este lunes los acontecimientos como “revolucionarios”, pero el levantamiento actual en Zimbabue está lejos de ser una revolución. Tanto la cúpula del Ejército que el miércoles pasado tomó el control del país, con Constantino Chiwenga a la cabeza, como el núcleo duro del partido, liderado por Mnangagwa, son los viejos camaradas de Mugabe y los mismos pilares del régimen bajo el que Zimbabue ha vivido los 37 años de independencia. Es el statu quo luchando para mantener sus privilegios. La caída humillante, pero sin magulladuras por ahora de Robert Mugabe está abonando el terreno para la continuidad.

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