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Miles de personas piden en Zimbabue la salida del presidente Mugabe

Ciudadanos, oposición y militares se concentran en la capital para exigir al nonagenario que se marche

Manifestantes en las calles de Harare piden la salida de Mugabe.
Manifestantes en las calles de Harare piden la salida de Mugabe. KIM LUDBROOK (EFE)

Orgía anti-Mugabe. Miles de detractores del nonagenario presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, se han manifestado este sábado en las calles de Harare, la capital, entre los militares que, durante cuatro décadas, han blindado al régimen, en una protesta sin precedentes que ha congregado una impensable mezcla de colores políticos. Miembros de la histórica oposición del Movimiento para el Cambio Democrático (MDC, en sus siglas en inglés) se han confundido en la multitudinaria marcha con militantes del propio partido del gobierno, el ZANU-PF (Unión Africana Nacional de Zimbabue-Frente Patriótico), unidos por un objetivo común, la dimisión de Mugabe. Al grito de “vete ya” o “adelante nuestro general” –refiriéndose al jefe de las Fuerzas Armadas que ha comandado el levantamiento, el general Constantino Chiwenga-, han avanzado en una marcha pacífica en la que algunos manifestantes han llegado hasta la residencia de Mugabe para hacer una sentada ante la vigilancia de los militares.

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Zimbabue lleva ya cuatro días en un peculiar limbo político, desde que el Ejército tomó el control del país en una intervención que se niegan a definir como golpe. El pasado miércoles rodearon los lugares estratégicos del poder y tienen retenido en arresto domiciliario a Mugabe, que a sus 93 años, es el presidente más anciano del mundo. Pero “el tío Bob”, como se le llama afectuosamente, se resiste.

El Ministro de Indigenización y sobrino de Mugabe, Patrick Zhuwao, ha dicho hoy que Mugabe y su esposa, Grace, están “preparados para morir por lo que consideren correcto”, y que no tiene ninguna intención de retirarse porque ese movimiento legitimaría la intervención militar. Zhuwao, que se encuentra en Sudáfrica, dice que teme por la seguridad de la facción del ZANU-PF llamada Generación 40 – el G40 -, que son los jóvenes del partido, alineados con Grace Mugabe y enfrentados a los veteranos de guerra, partidarios de la marcha de Mugabe.

El desencadenante de la crisis fue precisamente el enfrentamiento abierto por la sucesión entre el G40 y el núcleo histórico de Mugabe -los héroes de la independencia que se han beneficiado de los privilegios durante los 37 años de régimen-. La destitución la semana pasada del vicepresidente Emmerson Mnangagwa, el candidato de los veteranos, forzada por la primera dama, la candidata del G40, llevó la batalla a otro nivel. Y aunque Mugabe no estaba en el centro de la guerra, el gesto de apartar a Mnangagwa y privilegiar a su mujer, le ha dejado ahora al borde del fin de su era.

“Ha ido demasiado lejos”, según ha afirmado a la cadena Al Yazira Christopher Mutsvangwa, de la poderosa Asociación de Veteranos de Guerra. “Ha creado una dinastía y la gente está harta”. “No podemos controlar qué va hacer la masa, pero queremos una transición ordenada y sin violencia”. Los apoyos de Mugabe han caído en picado e incluso los comités provinciales del partido han pedido su dimisión. El comité central de ZANU-PF se reúne este domingo para tomar decisiones, entre las que podrían estar las destituciones de Robert y Grace Mugabe.

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Sin embargo, la presión hacia Mugabe sigue siendo moderada. Este viernes salió del arresto domiciliario para presidir la ceremonia de graduación en la Universidad, después de haber aparecido, el jueves, las cordiales imágenes con sonrisas de Mugabe al lado de los militares que le han detenido, durante las negociaciones. Una clara señal que el hombre más poderoso de Zimbabue desde el año 1980, sigue mereciendo respeto, a pesar de todo.

Por otro lado, el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, que está liderando la mediación, se ha mostrado “optimista aunque con cautela” en cuanto a una resolución “amistosa” del contencioso en Zimbabue. Ni la organización regional que preside, la SADC, la Comunidad para el Desarrollo de África Austral, ni la Unión Africana, han intervenido de manera contundente hasta ahora, aunque se están reuniendo en una cumbre extraordinaria en Botsuana buscar opciones de salida a la crisis en Zimbabue.

Las protestas también han tenido eco en la capital económica sudafricana, Johanesburgo, que es uno de los principales refugios de la diáspora zimbabuense. “Hoy tiene que ser nuestro día de la independencia”, dice Isabela, concentrada en la manifestación delante del consulado de Zimbabue en Johanesburgo. “!Queremos el fin de la dinastía, ni Mugabe, ni su esposa, ni sus hijos, ni sus gatos, ni sus perros!” grita, mientras celebra con sus amigas y unas 300 personas más, una caída que aún no se ha consumado.

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