Schulz se aferra a la justicia social para enfrentarse a Merkel en septiembre
El candidato socialdemócrata acusa a la canciller de desmovilizar a los votantes y defiende una Europa más fuerte y menos armada
Esta era la última gran oportunidad para resucitar el entusiasmo que prendió en la socialdemocracia alemana con la elección de Martin Schulz como candidato y que se ha evaporado casi por completo seis meses después. Consciente, Schulz ha tratado durante el congreso del SPD en Dortmund de calentar los ánimos con llamadas a la movilización a tres meses de las elecciones y sobre todo, con ataques de una dureza poco habitual a Angela Merkel. La estrategia electoral de la canciller, llegó a decir Schulz, supone “un ataque para la democracia”. El expresidente de la Eurocámara presumió de ser más proeuropeo y más antiamericano que ella y sobre todo de querer un país más justo en el que los impuestos sean capaces de redistribuir la riqueza.
¿Jeremy Schulz o Martin Macron?, se preguntaba hace unos días Der Spiegel en alusión al izquierdista líder laborista británico y al centrista presidente francés. El congreso del SPD no ha acabado de dibujar con claridad el modelo de candidato que aspira a luchar contra una máquina de ganar elecciones llamada Angela Merkel, que vuelve a encontrarse en la cima de su popularidad rumbo a su cuarto mandato. Pero sí ha desvelado a un Schulz más combativo y dispuesto a pelear hasta el final por dar la vuelta a las encuestas.
Refundar Europa
"Debemos refundar Europa como un lugar de libertad, de seguridad y de derechos", dijo el cabeza de cartel socialdemócrata Martin Schulz. La idea de refundación que ocupó un lugar central en el congreso del SPD en Dortmund es en principio semejante a la que en las últimas semanas no se cansa de repetir la canciller Angela Merkel. La elección de Emmanuel Macron en Francia, un europeísta convencido, ha propiciado un nuevo acercamiento del eje franco-alemán que se dice dispuesto a liderar las reformas necesarias para dotar a Europa de un Gobierno económico capaz de hacer frente a las crisis actuales y venideras.
En las filas socialdemócratas, sin embargo, no acaban de creerse ese repentino apetito por acometer reformas como la de la Eurozona, después de años de inmovilismo europeo. "Tenemos que saber explicar que [Wolfgang, ministro de Finanzas alemán] Schäuble y [Angela] Merkel están destrozando Europa y que son los culpables de la situación de Grecia y del desempleo en los países del sur de Europa", explican fuentes del SPD próximas a Schulz.
El SPD defiende un Gobierno político de la Eurozona que pase por poner freno a la austeridad y fomentar las inversiones en aras del crecimiento. Defiende también aliviar la deuda griega; una medida de difícil digestión para la opinión pública alemana. “Comparado con el Brexit, Trump o Le Pen, Grecia se ha convertido en un problema muy pequeño a ojos de los alemanes”, sostienen las mismas fuentes.
“No son dos candidatos, son dos visiones de Alemania y de Europa diferentes. Si realmente queremos una Europa independiente de Trump, de Pekín o de Moscú, necesitamos una Unión más política”, explica a este diario Achim Post, diputado del SPD y secretario general del partido de los socialistas europeos.
La justicia social, el fin de la Europa de la austeridad, la negativa a incrementar el presupuesto armamentístico como pide EE UU y el matrimonio gay fueron los grandes temas del discurso de hora y media que Schulz pronunció en el estadio Westfalenhallen, interrumpido constantemente por un público entusiasta. Unos 600 delegados y 5.000 invitados llenaron el recinto en un domingo de verano frío y lluvioso. “¿Queremos una Alemania armada hasta los dientes en el corazón de Europa? Conocemos nuestra historia y sabemos que más armas no significa más seguridad”, dijo Schulz en alusión a la exigencia de Donald Trump de que Alemania aumente su contribución a la OTAN.
Las palabras gruesas contrastan, sin embargo, con un programa sin grandes propuestas radicales y en el que por ejemplo el impuesto para las grandes fortunas que hubiera querido el ala izquierda del partido no encontró lugar. Ese programa de Gobierno, que ocupa más de un centenar de páginas junto a las casi 1.000 enmiendas, es el que ha utilizado el candidato como arma arrojadiza contra la canciller Merkel, a la que acusa de no explicar a los alemanes qué modelo de país quiere y de no entrar al debate de políticas concretas y por tanto de fomentar la desmovilización ciudadana. “No dice nada. No se posiciona y eso ha sido para ella una táctica electoral exitosa”.
Ofrecer una alternativa convincente a la canciller Merkel se adivina sin embargo a estas alturas una tarea hercúlea. En tiempos internacionales revueltos, la canciller alemana representa la estabilidad y la eficacia probada para muchos alemanes. A tres meses de las elecciones, los sondeos reflejan una ventaja de la Unión democristiana (CDU) de Merkel de 15 puntos porcentuales respecto al SPD, una cifra parecida a la de principios año, antes del desembarco en la política alemana del expresidente del Parlamento Europeo. Y un dato radicalmente diferente de la situación de hace apenas dos meses, cuando por momentos pareció que Schulz sería capaz de impedir la cuarta victoria de Merkel.
Hechizo roto
Entre medias han mediado tres elecciones regionales fallidas para el SPD, incluida la de Renania del Norte-Westaflia, feudo tradicional socialdemócrata y el Land elegido para la celebración del congreso este domingo. El hechizo se ha roto, pero en el partido confían en la volatilidad de los tiempos que corren, que han hecho posible fenómenos paranormales como la ascensión de Macron o la resurrección de Corbyn. “No está todo perdido. En Alemania hay mucha gente con sueldos bajos que tiene miedo a perder la protección. Todavía podemos dar la sorpresa”, piensa Niels Annen, portavoz de la Comisión de Exteriores en el Parlamento.
Pero la ristra de fracasos ha dejado claro que el énfasis en la justicia social no basta para ganar elecciones. En el cuartel general socialdemócrata se aferran sin embargo a una estrategia que consideran “es uno de los pocos temas en los que podemos marcar al diferencia con la CDU de Merkel”, reconocen fuentes del SPD. “Nada está decidido”, clamó el excanciller Gerhard Schroeder, que ejerció de eficaz telonero el domingo
El matrimonio gay como línea roja
El matrimonio gay se ha convertido en una línea roja con la que Ángela Merkel tendrá que lidiar antes y después de las elecciones de septiembre.
El partido socialdemócrata ha puesto como condición para formar parte de cualquier coalición de Gobierno en otoño la legalización del matrimonio para personas del mismo sexo. Lo mismo han hecho Los Verdes y los Liberales, mientras que la CDU de Merkel se ha negado hasta ahora a permitir las bodas gays.
Alemania reconoce a las parejas del mismo sexo desde 2001, pero desde entonces no se ha producido ningún avance hacia la equiparación de derechos matrimoniales con las parejas de distinto sexo.
Las próximas semanas dirán si este congreso ha ejercido como desean en el SPD de revulsivo capaz de frenar la caída libre del partido en los sondeos. Mientras, el calendario internacional de la canciller le permitirá seguir alimentando la imagen de líder global, que tanto rédito electoral le propina, con la visita de los jefes de Gobierno de la UE esta semana a Berlín y la cumbre del G-20 la que viene en Hamburgo.
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