El empeño de Obama con el acuerdo comercial choca con la calle
El presidente espera que la UE y EEUU concluyan la negociación este año
El contraste no puede ser más grande. En julio de 2008, un Barack Obama aún candidato a presidente reunió en los alrededores de la Columna de la Victoria de Berlín a una multitud extasiada de unas 200.000 almas. Tras la frustración generada por la guerra de Irak, una mayoría de alemanes volvía a ver a Estados Unidos como un amigo. Ocho años más tarde, decenas de miles de personas salieron a las calles de Hannover. Pero los manifestantes del pasado sábado no querían dar la bienvenida al hombre que llenó de esperanza las relaciones transatlánticas, sino, como ya hicieron 150.000 berlineses hace cinco meses, protestar contra el acuerdo comercial que Bruselas negocia con Washington.
La euforia con que acogieron a Obama en 2008 contrasta hoy con las protestas
Obama ha querido con su visita a Alemania dar un empujón a un acuerdo que se enfrenta a crecientes obstáculos. “No anticipo que vayamos a poder ratificarlo a finales de año. Pero sí estoy seguro de que tendremos el acuerdo cerrado”, dijo en Hannover. Pese al optimismo, alertó de que el tiempo iba en su contra, y alentó a los líderes europeos a no dejar pasar “esta oportunidad”.
Los impedimentos para cerrar un acuerdo tan polémico no provienen solo de la oposición en las calles. Algunos líderes han endurecido sus planteamientos en los últimos días. “Francia ha fijado sus condiciones; si no hay reciprocidad, si no hay transparencia, si hay peligro para los agricultores… no lo aceptaré”, dijo la semana pasada el presidente francés, François Hollande. El vicecanciller alemán y líder de los socialdemócratas, Sigmar Gabriel, también ha puesto reparos y alerta ahora de que el tratado fracasará si los americanos no hacen concesiones. Gabriel, también ministro de Economía, es un defensor tradicional del acuerdo, pero los desastrosos pronósticos de su partido en las encuestas le colocan en una situación de debilidad ante el ala izquierda de los socialdemócratas, crítica con el tratado comercial.
“El antiamericanismo ha crecido en Alemania”, asegura el analista Kundnani
Obama y Merkel están convencidos de que este es el momento para impulsar un pacto que si no se cierra durante esta Administración, será más difícil con una hipotética presidencia de Hillary Clinton, y aún mucho más de Donald Trump. Obama restó el domingo importancia a la retórica anticomercio que se extiende en su país tanto entre los candidatos demócratas como entre los republicanos. Cuando las primarias hayan acabado, “las cosas se tranquilizarán un poco”, aseguró.
Pero las dificultades crecen a los dos lados del Atlántico. Merkel deberá enfrentarse a una opinión pública cada vez más crítica. Alemania es de los países de la UE donde se sigue con mayor interés el tratado de libre comercio con EE UU, un asunto que ha entrado en la agenda política interna. Según una encuesta de la Fundación Bertelsmann, solo un 17% de los alemanes defiende el acuerdo conocido como TTIP.
Las encuestas también muestran una creciente desconfianza de los alemanes hacia EEUU. La confianza en ese país cayó desde el 80% de 2009 al 35% de 2014. Y según una encuesta de Pew, las opiniones en Alemania sobre EEUU eran las más negativas entre todos los países miembros de la OTAN. “Muchos ciudadanos están decepcionados con la labor de Obama en asuntos como Guantánamo, el uso de drones o la política exterior en general. En cierta forma, el antiamericanismo es ahora más problemático que hace ocho años. Entonces, la furia se centraba en el presidente Bush. Pero ahora es mucho más puro, porque no va contra una persona, sino contra el país en general”, asegura Hans Kundnani, analista del German Marshall Fund y autor de The German Paradox.
La visita de Obama tiene un marcado carácter económico. Por primera vez en más de medio siglo, EE UU desbancó a Francia como primer cliente de Alemania en 2015. Y el domingo, también por primera vez, un presidente norteamericano inauguró la feria industrial de Hannover, la más importante del mundo. Después, los dos líderes cenaron con una abultada delegación de empresarios.
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