_
_
_
_
La carrera hacia la Casa Blanca

Obama conquista el corazón de Europa

El demócrata llama en Berlín a derribar todos los muros que aún separan el mundo - El candidato pide a los europeos que compartan la carga de la seguridad global

Antonio Caño

Barack Obama conquistó el corazón de decenas de miles de europeos, jóvenes en su gran mayoría, que le aclamaron ayer en Berlín como al líder imprevisto que puede devolver al mundo el optimismo del que hoy carece. "Pueblo de Berlín y pueblos del mundo", proclamó desde la Columna de la Victoria, junto a la Puerta de Brandeburgo, "nuestro desafío es grande, el camino a recorrer será largo. Pero me pongo ante vosotros para deciros que somos los herederos de una lucha por la libertad. Nuestra esperanza es inmensa. Con la vista puesta en el futuro, con voluntad en nuestros corazones, recordemos nuestra historia, respondamos a nuestro destino y rehagamos el mundo otra vez".

"Es el momento en que debemos unirnos para salvar el planeta"
La multitud reunida en el parque gritaba "¡Presidente, presidente!"
El candidato pide a Europa que cumpla su responsabilidad en Afganistán
Entre aplausos, Obama promete un "nuevo amanecer" para el mundo
Más información
KENNEDY, 26 DE JUNIO DE 1963
REAGAN, 12 DE JUNIO DE 1987
McCain busca un nuevo lugar en la campaña electoral
Obama comparte con Sarkozy los principales retos de seguridad

Puede ser "un maremoto mundial de cambio", como decían algunas de las camisetas repartidas entre la multitud -200.000 personas, según la policía- o puede ser simplemente la expresión ansiosa de una generación de europeos que necesita volver a creer en un mañana mejor y ve en la juventud y la naturalidad del nuevo político estadounidense la manifestación exacta de esa ilusión. Obama acuñó su propio emblema, acorde con los nuevos tiempos universales: "Soy un ciudadano del mundo".

De cualquier modo, Berlín fue testigo ayer de un acontecimiento cuya repercusión última depende todavía de que Obama consiga convencer a sus compatriotas y convertirse en presidente, pero cuyo significado trasciende los límites de la campaña electoral estadounidense: una significativa masa de ciudadanos europeos ha aclamado en el corazón del continente, en la ciudad y en el lugar que mejor representan la unión de Europa, al hombre que testimonia la América que quieren, los Estados Unidos de los que desean ser aliados.

De repente, por el milagro que sólo un político del perfil exacto y en el momento preciso puede conseguir, la guerra de Irak no ha existido, ni existe Guantánamo ni ha existido nunca el Gobierno de George Bush. Como por encanto, miles de jóvenes todavía con restos de su pasado antiglobalizador en sus atuendos pasaban ayer dócilmente los minuciosos controles de seguridad para escuchar a un sonriente senador venido de Chicago que parece cuadrar con lo que buscaban y que hace tiempo que no encontraban ni en Estados Unidos ni en Europa.

Ya es tradición que las grandes personalidades de la política estadounidense vengan a Berlín a hablarle al mundo y a hacer historia. John Kennedy y Ronald Reagan lo hicieron como presidentes levantando su voz contra el comunismo y dejando para la memoria frases eternas.

Recordando la sorpresa de su triunfal carrera y apelando a su particular biografía, la frase acuñada por el candidato presidencial demócrata apelando a su ciudadanía mundial certificaba su sintonía con la generación que le escuchaba ayer en Berlín y que está a punto que erigirlo en su guía. Obama asumió el papel con decisión y señaló las metas que esa generación debe cumplir, "los muros que tiene que derribar": "Los muros entre los países que tienen más y los que tienen menos, los muros entre razas, entre tribus, entre credos, entre inmigrantes y nacionales". "Nuestra generación tiene que dejar su marca en el mundo, tenemos que responder a nuestro destino", proclamó Obama ante una multitud que coreaba su nombre y anticipaba su título: "¡Presidente, presidente!".

Obama habló de retos, de responsabilidades y de sacrificios. Pero prometió "un nuevo amanecer" para el mundo si EE UU y Europa trabajan juntos "por la seguridad de ambos y por la Humanidad a la que pertenecen". El candidato demócrata consideró esa alianza vital para ser capaces de responder a las necesidades del tiempo presente. "Estados Unidos no tiene mejor socio que Europa", dijo. Admitió que, muchas veces, no es una alianza fácil, que habrá discrepancias y habrá que sortear problemas. Pero apeló a las glorias obtenidas y a los esfuerzos realizados por generaciones anteriores para pedir a ésta que rememore ese ejemplo: "Ahora es nuestro momento de unir fuerzas y compartir sacrificios".

"Los desafíos del mundo actual nos van a requerir [a estadounidenses y europeos] hacer más, no hacer menos. Nuestras responsabilidades son mayores", manifestó Obama, que señaló hacia un horizonte con objetivos como "un mundo sin armas nucleares", "salvar al planeta" de las amenazas del cambio climático o "devolver la esperanza a millones de personas que se han quedado atrás".

Mencionó también otros objetivos más inmediatos y más polémicos. Recordó la amenaza que el terrorismo representa para todos los países y citó como ejemplo más cercano los atentados de Madrid. "Es una amenaza real y no podemos eludir nuestra responsabilidad de combatirla", advirtió. Señaló la necesidad de ganar la guerra de Afganistán en beneficio del propio pueblo afgano. "Los afganos necesitan nuestras tropas y vuestras tropas. EE UU no puede hacerlo sólo y lo que está en juego es demasiado importante como para no completar el trabajo", dijo.

Obama había hablado horas antes del mismo asunto con la canciller alemana, Angela Merkel, que le dio la misma fría respuesta que su audiencia de la plaza de la Columna de la Victoria. Merkel le explicó que el compromiso militar alemán en Afganistán "tiene un límite", según ella misma explicó, y que su Gobierno está dispuesto a aumentar en un millar los 3.500 soldados que actualmente tiene desplegados en aquel país, pero no más de eso. En la concentración de ayer se vieron varias pancartas contra la guerra de Afganistán.

El candidato demócrata no se contuvo de hacer expresión pública de patriotismo -"sé cuánto amo a América", dijo- pero admitió discretamente los errores cometidos en el pasado. "Mi país no es perfecto", reconoció. "Ha habido veces en las que nos hemos equivocado y nuestras acciones en el mundo no han estado a la altura de nuestra voluntad". Apeló, no obstante, a "superar diferencias pasadas" para "ayudar a millones de iraquíes a reconstruir su país".

A lo largo de esta gira, que comenzó el sábado en Afganistán, continúa mañana en París y concluye el sábado en Londres, Obama se ha referido ya en varias ocasiones a su proyecto de crear una nueva coalición para Irak, cuyo objetivo no sea esta vez participar en la guerra, sino contribuir a su conclusión. Eso va a significar, en todo caso, un nuevo esfuerzo político y económico al que los Gobiernos europeos tendrán que responder si Obama es presidente.

El demócrata incluyó también entre los objetivos trasatlánticos comunes los de poner fin al exterminio en Darfur y actuar en otros lugares de África y Asia a los que hasta ahora no se ha dedicado el esfuerzo suficiente.

Objetivos nuevos en un mundo diferente en una nueva era. Obama quiso darle a su mensaje en Berlín el carácter de un relevo de la antorcha. Sobre los adoquines que pisaron los tanques estadounidenses que liberaron a Europa del nazismo y donde, juntos, europeos y estadounidenses reconstruyeron una alianza que solidificó la democracia, Obama quiso ayer resucitar esa pasión por la libertad y ponerla en las manos de una juventud ahora escéptica sobre aquella herencia. "Esta ciudad conoce como ninguna otra el sueño de la libertad", exclamó.

Esa herencia y esa alianza fueron sometidas en los últimos años a pruebas durísimas. Durante la oposición a la guerra de Irak, Europa ha sido escenario de las mayores manifestaciones antiamericanas de su historia.

Pero no desaparecen todavía con este acto las barreras de las naciones y las reglas de los Estados. Sólo los estadounidenses decidirán si Obama es presidente. Y si no lo es, John McCain tendrá que ingeniárselas para ganarse al menos parte del afecto derrochado ayer.

Barack Obama saludaa los 200.000 asistentes al discurso que pronunció en Berlín junto a la Columna de la Victoria.
Barack Obama saludaa los 200.000 asistentes al discurso que pronunció en Berlín junto a la Columna de la Victoria.REUTERS
A las puertas de su hotel esperan durante horas cientos de fans que corean sus estribillos. Llevan camisetas con su rostro, y se pelean por conseguir su autógrafo. Ante su presencia simplemente se quedan sin habla.   Y cuando se sube a un escenario, llenan cualquier recinto para verle y orle. Muchas estrellas del espectáculo querrían para sí el tirón y el poder de convocatoria que Barack Obama ha vuelto a mostrar en Berlín.  Su discurso de hoy sólo es comparable al que Kennedy pronunció hace 45 años en la ciudad dividida. No ha repetido el "Soy berlinés" de Kennedy, pero ha prometido que si llega a la Casa Blanca, Europa volverá a ser el mejor aliado de los Estados Unidos.  Mañana se lo repetirá a Sarkozy en Francia, y los parisinos se preparan ya para ser invadidos por el "efecto Obama"Vídeo: AGENCIA ATLAS

El discurso de Tiergarten

- "El mayor peligro es que permitamos nuevos muros que nos dividan a unos de otros".

- "Ninguna nación, no importa cuan grande o poderosa sea, puede vencer sola esas amenazas".

- "Por los afganos y por nuestra propia seguridad, debemos realizar el trabajo. EE UU no puede hacerlo solo".

- "Recordemos nuestra historia, respondamos a nuestro destino y rehagamos el mundo otra vez".

- "Es tiempo de construir nuevos puentes a través del globo tan firmes como el que nos une a través del Atlántico".

- "Es el momento en que debemos unirnos para salvar el planeta".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_