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Inventar el futuro desde ahora

La escasa inversión en investigación lastra la productividad y la competitividad

Carmen Sánchez-Silva
El programa Start-Up Chile apoya la llegada de talentos extranjeros al país
El programa Start-Up Chile apoya la llegada de talentos extranjeros al país

América Latina ha apostado durante mucho tiempo su crecimiento económico a la riqueza que generan las materias primas. Ha preferido vivir de las rentas a invertirlas en transformarse en una región innovadora, como han elegido algunos de sus competidores asiáticos. Y ahora está pagando el precio con su baja productividad. “Productividad e innovación están actualmente en el centro del debate público. Ha habido un gran cambio en este debate. Pero aún hay mucho de discurso y menos de realidad”. Son palabras que pronuncia desde Washington Augusto de la Torre, economista jefe del Banco Mundial, que reflejan que “Latinoamérica tiene un déficit muy grande y crónico en materia de innovación”. A su juicio, “la agenda de reformas que puede evitarlo no se está implementando todavía, aunque empieza a haber algunas experiencias en esa dirección”.

Un reciente estudio titulado El emprendimiento en América Latina. Muchas empresas y poca innovación del Banco Mundial pone de manifiesto unos datos más que elocuentes: la inversión media que dedican las cinco principales economías de la zona juntas (Brasil, México, Argentina, Chile y Colombia) a investigación y desarrollo equivale a un tercio de la destinada por China. Y en cuestión de patentes, Brasil registra cinco por cada millón de personas, en tanto que el gigante asiático registra el doble. “Se trata de brechas de innovación preocupantes”, sostiene el organismo.

“En América Latina urge una política de innovación y competitividad. El no tenerla está suponiendo un retraso claro de la región frente a otras economías como China, Pakistán, India o Tanzania, con un volumen mucho mayor de patentes”, advierte Antonio Montes, director de desarrollo estratégico de IE Business School.

Los emprendedores son la base del cambio, el motor del desarrollo regional, y por eso se les apoya

Por eso, para el Banco Mundial, “el reto de la productividad es urgente”, dado que hasta ahora el progreso social latinoamericano ha estado vinculado a un crecimiento económico que actualmente flojea, con lo que “hay que crear un entorno propicio para que los emprendedores [el motor fundamental del desarrollo] puedan surgir, competir e innovar” y así volver a hacer realidad ese alto crecimiento por méritos propios.

Para ello resultan imprescindibles cuatro elementos: la generación de capital humano aumentando los niveles de calidad de la educación en la región (algo en lo que se han embarcado países como Chile, México, Colombia y Uruguay); la mejora de las infraestructuras y la logística, “que no han cambiado tanto en la última década, pese a los recursos que ha habido”, según De la Torre; acabar con la protección de que disfrutan muchas industrias para elevar la competencia (salvo Brasil y Colombia, el resto de países están claramente por encima del promedio internacional en concentración de mercado. Y, al no tener competencia, las empresas no invierten en innovación porque no la necesitan para vender, afirma Montes) y mejorar el entorno contractual y judicial para proteger la propiedad intelectual.

Una de las bazas con que cuenta América Latina para mejorar su innovación y su productividad con ella es el alto porcentaje de emprendedores de que dispone, muy superior al de otras regiones comparables. En Costa Rica, por ejemplo, se crean 16 empresas por cada 1.000 personas en edad de trabajar, lo que cuadruplica el nivel internacional. Aunque los proyectos que se generan en la zona pecan de escaso tamaño y eso impide que en algún momento de su trayectoria rompan la brecha de la creación de empleo respecto a sus competidores. “Se deben crear empresas que no solo sirvan como autoempleo, sino que sean innovadoras”, advierte Montes, “porque el desarrollo de la clase media en Latinoamérica exige productos y servicios más sofisticados”. Por eso, el Banco Mundial cree que sería preferible dirigir las ayudas públicas a las empresas jóvenes, que son las que más empleo generan especialmente durante sus primeros cuatro años de vida, en lugar de a las pequeñas, como ocurre hasta ahora.

Chile, Brasil, México, Colombia, Perú y Costa Rica son las naciones que tienen políticas innovadoras

Montes opina que también son necesarias líneas de ayudas a la financiación de las firmas más innovadoras, así como la eliminación de trabas burocráticas que aumenten la competencia para que los proyectos emprendedores puedan empujar el crecimiento.

Ejemplos en la zona

Chile, Brasil, México, Colombia, Perú y Costa Rica destacan en su fomento del emprendimiento y de la innovación. Son los países más avanzados en este terreno de la región, justo al contrario que Venezuela, según las fuentes consultadas. Quizá por ello algunas de estas naciones se han embarcado en la tarea de crear una marca Hecho en América Latina que se identifique con la innovación. En concreto son Colombia, México, Panamá y Ecuador quienes respaldan la iniciativa lanzada el año pasado y que, en palabras de la ministra de Comercio, Industria y Turismo de Colombia, Cecilia Álvarez-Correa, “consiste en construir y apoyar una comunidad emprendedora en América Latina que fomente el desarrollo tecnológico, económico y educativo” de la región “y que cada país miembro se convierta en un objetivo para la inversión extranjera”. Es “el sueño de una marca para el continente latinoamericano para promover, potenciar y hacer públicas las múltiples iniciativas de desarrollo empresarial, emprendimientos y empresas latinoamericanas con alto grado de innovación”, añade.

Estrategia de Estado

Álvarez-Correa asegura que su Gobierno centra su política industrial en derribar las barreras que impidan competir a las empresas colombianas y en la Estrategia Nacional de Innovación, que “es ya una política de Estado”. A través de ella se ha incrementado un 1,5% el número de doctorados y posgrados en los últimos cuatro años y se ha multiplicado por tres el número de patentes. En el sector de componentes del automóvil, por ejemplo, en el último año se ha producido una mejora del 11% en la productividad en 53 empresas.

Pero Chile es probablemente el ejemplo más paradigmático de la región. “Ante la evidencia clara de que el país no sale bien parado en innovación, debido a que el hiperciclo de las materias primas que ahora llega a su fin transformó a la sociedad en rentista (como en otros países, hizo que nos durmiésemos en los laureles), en 2005 se intentó cambiar este proceso estableciendo un royalty a las ganancias de la industria del cobre, la mayor del país, un impuesto que genera cientos de millones de dólares que se destinan a la innovación, que se constituyó entonces en prioridad del Gobierno”, explica Eduardo Bitrán, vicepresidente de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO), agencia estatal de apoyo el emprendimiento, la innovación y la competitividad en el país. Así es cómo el Estado destina hoy el 0,45% del PIB a I+D, “un porcentaje que, aunque se sitúe por encima de la media de América Latina, está muy por debajo del promedio del 2% de los países de la OCDE”, añade Bitrán.

Chile se ha fijado como objetivo llegar al 1% del PIB en cinco años. Y para ello ha impulsado una serie de medidas a través de CORFO, que prevén multiplicar por cuatro la inversión privada dedicada a innovación (cuya escasez no solo es la nota dominante en Chile sino en toda la región). Estas son: reducción de impuestos a la I+D de hasta el 40%, subsidios a la innovación abierta para que las empresas aúnen esfuerzos con las universidades y estas contribuyan a resolver sus problemas. Se han firmado convenios con 10 escuelas de ingeniería por valor de 160 millones de dólares (147 millones de euros) para ello, indica el vicepresidente de CORFO, entidad que el año pasado también lanzó un programa de apoyo a la innovación dirigido a las pymes, que incluye que profesores universitarios trabajen para ellas.

En materia de emprendimiento Chile es un país pionero gracias a Start-Up Chile, que potencia la atracción del talento internacional para crear empresas innovadoras (bajo su paraguas se han constituido más de 1.000 sociedades en cuatro años), además de contar con planes de financiación de capital semilla por 40 millones de dólares (36 millones de euros) orientados a start-ups, concluye Bitrán.

“Una enorme revolución está en camino”

“Se está produciendo un enorme cambio en materia de innovación en América Latina y es gracias a la cantera de emprendedores que está naciendo allí”, afirma Javier Santiso, profesor de ESADE. En su opinión, esto se debe al impacto de las empresas multilatinas, a la creación de ecosistemas de base tecnológica para los emprendedores (en los que Start-Up Chile es pionero, pero también se dan en Brasil, Colombia o Perú) y a que “vemos surgir empresas de cierto tamaño que son muy innovadoras”. Es el caso de Globant, ingeniería argentina; de la plataforma de subastas por Internet Mercado Libre; de la agencia de viajes Despegar.com o de la brasileña Peixe Urbano.

En América Latina hay mucho talento, dice el profesor de ESADE, que agrega que entre los líderes digitales del futuro los latinoamericanos figuran entre los primeros del mundo. “Hay una enorme revolución silenciosa en camino”, asegura Santiso, “que los Gobiernos de la región tendrán que impulsar, desarrollando programas de financiación destinados al crecimiento de estas empresas”.

Con esta generación de emprendedores y el cambio generacional que está a punto de darse en las grandes compañías latinoamericanas, la región dará el gran salto hacia la innovación, vaticina.

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Sobre la firma

Carmen Sánchez-Silva
Es redactora del suplemento Negocios. Está especializada en Economía (empleo, gestión, educación, turismo, igualdad de género). Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Previamente trabajó en La Gaceta de los Negocios, Cinco Días, Ranking, Mercado e Ideas y Negocios. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense.

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