Un calendario a la contra
La salida de depósitos y los numerosos vencimientos han ejercido una fuerte presión sobre el Gobierno de Atenas en las negociaciones
La realidad financiera se ha impuesto en Atenas. La salida de depósitos, el calendario de vencimientos y una posición fiscal cada vez más complicada configuraban un escenario claramente a la contra para el nuevo Gobierno griego en las negociaciones con las instituciones antiguamente-conocidas-como-la-troika. En apenas unas semanas, hay quien incluso habla de días, Atenas se quedaba sin oxígeno financiero y a ello obedece la urgencia de alcanzar un acuerdo.
Solo la semana pasada, los griegos retiraron unos 3.000 millones de euros en depósitos, frente a los 2.000 millones de la semana anterior, según los cálculos de JP Morgan. Desde finales de diciembre, se han retirado unos 25.000 millones de los bancos, el 15% del total del dinero depositado en las cuentas. No hay sistema financiero que resista ese ritmo de salida de fondos y eso fuerza en la mayoría de los casos la imposición de controles de capital para evitar la sangría de los bancos. Pero el corralito financiero, como bien demuestran los casos de Chipre o Islandia, es una decisión fácil de adoptar pero muy difícil de retirar. La confianza en el funcionamiento del sistema bancario se pierde cuando se limita la libre disponibilidad de fondos y, si se levantan las restrcciones, los ciudadanos corren a retirar su dinero para evitar volver a quedar atrapados en el sistema. Eso demora una y otra vez el levantamiento de los controles.
La semana pasada se retiraron 3.000 millones de euros de los bancos
El Gobierno de Alexis Tsipras no ha podido ignorar esa amenaza durante las últimas semanas. “El Gobierno griego ha actuado bajo la fuerte presión de las crecientes salidas de depósitos del sistema bancario y del deterioro de los ingresos tributarios en un entorno de cada vez mayor fragilidad”, aseguraba Reinhard Cluse, del banco UBS, en una nota a clientes. Los analistas de la consultora de riesgo IHS estiman que la economía griega habrá entrado en recesión en este primer trimestre, tras los números rojos registrados ya a finales de 2014. Por si fuera poco, en enero los ingresos fiscales han caído un 17%, lo que dificulta aún más la situación presupuestaria del nuevo Ejecutivo heleno y su financiación.
El propio Gabinete de Tsipras admitía este martes que el principio de acuerdo con el Eurogrupo les permite ganar tiempo, pero eso no garantiza la sostenibilidad financiera del país. Las negociaciones no van a ser fáciles y el calendario, de nuevo, juega en contra de Atenas. Hasta junio, Grecia tiene que afrontar vencimientos por importe de 15.900 millones de euros. De esos, 11.600 millones son Letras del Tesoro griego que deben refinanciarse y 4.300 corresponden a vencimientos en préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Tradicionalmente la refinanciación de la deuda no presenta grandes problemas pero no es el caso. Las entidades bancarias son las principales tenedoras de letras, un tipo de deuda que podían canjear fácilmente en el Banco Central Europeo (BCE) para obtener liquidez pese a no tener el grado de inversión que para ello exige la entidad. El BCE estableció hace años una excepción para la deuda griega con el fin de poder facilitar liquidez a las entidades helenas pero el pasado día 10 decidió poner fin a esa salvedad, con el argumento de que el nuevo Gobierno de Atenas no mostraba verdadera voluntad de llegar a un acuerdo sobre la renovación del rescate. Hasta nueva orden, pues, los bancos griegos solo pueden acceder a la línea de financiación de emergencia como vía de financiación, lo que dificulta la colocación de los títulos que vencen próximamente.
Sólo un acuerdo con compromisos concretos entre Grecia y las instituciones desbloqueará los desembolsos pendientes por 7.200 millones del segundo programa de rescate. Y ese acuerdo exigirá muchas concesiones por parte de Atenas visto lo visto. Las instituciones, como quiera que se llamaran en el pasado, no se lo van a poner fácil. El tiempo juega a su favor.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.