San Diego y Tijuana saltan la frontera
Las ciudades vecinas de EE UU y México celebran por primera vez una sesión conjunta de sus Ayuntamientos y se presentan al mundo como una sola región económica
La frontera entre EE UU y México se está desdibujando. Ha empezado muy despacio, en una esquina del mapa, y por ahora son apenas fotos sonrientes y declaraciones optimistas. Pero algo está pasando cuando solo cuatro días después de asumir el cargo, en marzo de 2014, el alcalde de San Diego, Kevin Faulconer, decidió que una de las primeras cosas que tenía que hacer era visitar al alcalde de Tijuana, Jorge Astiazarán, que también llevaba poco tiempo en el cargo. El pasado viernes por la mañana se volvieron a juntar, acompañados de todo su equipo de Gobierno, para celebrar por primera vez una sesión conjunta de ambos Ayuntamientos. “Es un día histórico”, dijo Astiazarán. “Vamos a llevar esta relación a otro nivel”, dijo Faulconer.
Los separa la frontera terrestre más transitada del mundo, con más de 30 millones de cruces al año. Esta frontera es un foco de tensión mundial, que marca la política federal de los dos países y cuyos problemas resuenan en toda Latinoamérica. En Tijuana, la radio da el estado de la garita como si fuera el tiempo: “24 carriles abiertos esta tarde, una hora de espera a pie”, era el parte del viernes. En un momento en que la inmigración es un foco de máxima división en la política de EE UU hasta el punto de paralizar instituciones, San Diego, si pudiera, la quitaría. Mientras Texas envía a la Guardia Nacional y Arizona envía voluntarios armados, el sur de California envía empresarios. El condado californiano y el municipio mexicano suman más de cinco millones de habitantes y un intercambio comercial de más de 6.000 millones de dólares al año (5.200 millones de euros) y quieren más. El alcalde de San Diego repite sin cesar un eslogan impensable hace pocos años: “No somos dos ciudades, somos una región”, como si hablara de Los Ángeles y Santa Ana, o San Francisco y Oakland. Pero con una frontera internacional en medio.
San Diego y Tijuana sorprendieron a muchos cuando presentaron hace dos años una candidatura conjunta a los Juegos Olímpicos de 2024. Está en construcción un puente que une los dos aeropuertos por encima de la valla fronteriza. Literalmente, se podrá aterrizar en un lado y salir andando por el otro. En noviembre, los actuales regidores firmaron un memorándum de entendimiento en el que se comprometen a celebrar reuniones al máximo nivel cada seis meses. CaliBaja, como se llama a esta región, tiene desde el viernes un foro de Gobierno transfronterizo y una agenda política conjunta sin precedentes.
Tras la “histórica” reunión de Gobierno, Astiazarán (PRI) y Faulconer (Partido Republicano) atendieron a EL PAÍS en una entrevista para explicar este fenómeno. Consideran una ventaja para sus planes haber empezado sus mandatos casi a la vez. “No era habitual que los alcaldes de San Diego vinieran a Tijuana, y en este tiempo Faulconer ha venido 10 veces”, dice Astiazarán. “La gente en San Diego en los últimos años se ha dado cuenta, porque es evidente por sí mismo, de lo importante que es nuestra relación comercial”, afirma Faulconer.
En la última década, las dos ciudades se han reinventado. El perfil profesional de Tijuana ha elevado su nivel radicalmente. Pero también el de San Diego, que “antes era una ciudad de marineros y turistas”, en palabras de Faulconer y hoy es puntero en industria médica y aeroespacial y, según Forbes, la mejor ciudad de EE UU para poner una start up. Tijuana, donde persisten bolsas de miseria ligadas a la emigración, ha reducido su nivel de violencia. Hoy es un foco mundial de servicios médicos y participa en esa industria aeroespacial, además de seguir creciendo en manufacturas. “Hace unos años estas dos ciudades competían por los trabajos. Ahora trabajamos juntos, trayendo compañías asiáticas”, explica Astiazarán. “Lo que hace esto tan único es que tenemos talento intelectual en los dos lados. Tenemos las manufacturas y el know how en los dos lados de la frontera. Cuando combinas eso, somos difíciles de vencer”.
La frontera les sobra, pero sigue ahí. Y para que la relación pueda crecer tanto las personas como las mercancías tienen que poder cruzar más rápido. Tijuana estima que la lentitud en los cruces de la frontera costó en 2014 casi 10.000 millones de dólares del PIB regional. “No solo hay gente que cruza la frontera para trabajar varias veces al día, sino que hay productos que cruzan la frontera varias veces hasta que están terminados. Eso es una verdadera relación”, dice Faulconer.
La garita de San Ysidro, la más occidental de los 3.000 kilómetros de frontera, se ha ampliado hasta lograr reducir la espera de tres horas a unos 40 minutos. En este empeño, las ciudades han conseguido implicar a los Gobiernos federales de ambos países. “Cuando decimos que este es el paso más transitado del hemisferio norte, yo lo veo como una oportunidad”, dice Faulconer. “Demasiado a menudo en la política federal [de EE UU] se habla de división [con México]. Creo que deberíamos hablar más de nuestras coincidencias y la fuerza de nuestro vínculo”.
El discurso de Faulconer sobre México no es el de algunos republicanos de Washington, sino el de alguien que “vive y ve cada día” la frontera. “Estoy a favor de una reforma migratoria integral. El Congreso de EE UU debe actuar de una vez por todas y hacerlo. Es importante para nuestros países y desde luego para nuestras ciudades. Sobre todo, es importante para nuestras familias”.
Esta Mexamérica, CaliBaja o como se quiera llamar es una realidad transfronteriza que por ahora solo es evidente en el suroeste de EE UU pero Astiazarán cree que lo que está pasando en este lugar es solo un principio. “Creo que este movimiento está solo empezando. Debemos hacerlo bien en esta región y ser un ejemplo para otros lugares, no ya en la frontera de Estados Unidos y Mexico, sino en otros” países.
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