El Gobierno de Colombia y las FARC vuelven a sentarse a la mesa
La crisis provocada por el secuestro de un general queda superada
El Gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC han decidido reanudar las conversaciones de paz que adelantan desde hace dos años en Cuba, después de estar suspendidas por 17 días, tras la crisis que desató el secuestro del general Rubén Darío Alzate y dos personas más en las selvas del Chocó, por un comando de esa agrupación armada.
En un comunicado conjunto divulgado el martes en la tarde, las partes acordaron que el próximo ciclo de negociaciones se realizará entre el 10 y el 17 de diciembre, donde la prioridad será avanzar sobre cómo bajarle la intensidad al conflicto armado, un asunto que ha quedado en primera línea luego del secuestro del general, el pasado 16 de noviembre. Aunque una de las reglas de este proceso de paz es que se negocia en medio del conflicto, las dos partes han coincidido en que ya es hora de desescalar las acciones ofensivas como gesto de paz. “El propósito es avanzar en el tema de desescalamiento del conflicto con el fin de llegar a un acuerdo lo más pronto posible en esta materia”, dice el comunicado.
Otro de los anuncios importantes ha sido el establecimiento de un “mecanismo permanente”, en el que participarán los países garantes del proceso, Cuba y Noruega, para “facilitar la solución de eventuales crisis que se puedan presentar en el futuro”, dice la comunicación revelada desde La Habana. Esto como fórmula para evitar que las conversaciones se vuelvan a ver interrumpidas por hechos como el secuestro de Alzate, tres militares más y una abogada contratista del Ministerio de Defensa.
Alzate fue liberado el domingo pasado por la mediación de Cuba y Noruega y la participación del Comité Internacional de la Cruz Roja, luego de que el presidente Juan Manuel Santos pusiera como condición para retomar los diálogos, que fuera dejado en libertad. La decisión del mandatario fue unilateral, lo que provocó tensiones con la guerrilla, que calificó como una contradicción su exigencia de seguir negociando sin que hubiese de por medio el cese bilateral al fuego. No obstante, las FARC pactaron rápidamente con Santos—y la ayuda de los países garantes— la entrega de los secuestrados, no sin antes anunciar que las conversaciones no se reanudarían sin que las partes replantearan las reglas por las que se rigen. Durante el martes y el miércoles, los equipos negociadores discutieron en La Habana la manera en que se iban a retomar los diálogos.
El secuestro del general Alzate coincidió con el de otros dos soldados en el departamento de Arauca, fronterizo con Venezuela, lo que causó la indignación de un país hastiado de este flagelo y que apoya pero con gran escepticismo, este nuevo intento por poner fin a 50 años de hostilidades entre el Estado y la subversión.
Horas después de la liberación del militar, que renunció a la milicia tras reconocer que su secuestro se debió a una imprudencia por no llevar consigo un esquema de seguridad, Santos insistió en que la negociación en medio del conflicto “tiene costos”, al tiempo que lamentó y condenó “la muerte de soldados, policías, niños, hombres y mujeres”. Aún así, recalcó que tenía la convicción de que negociar en medio del conflicto ha sido la mejor manera de evitar que las conversaciones “se conviertan en un ejercicio interminable”.
La crisis ha quedado superada, dice el comunicado y sin duda la mesa de negociaciones no será igual. Con la nuevas medidas anunciadas las negociaciones toman un aire necesario ya que en el país algunos sectores exigían que la guerrilla diera gestos de paz como una necesidad para encontrar un mayor apoyo ciudadano al proceso. Después del nuevo ciclo, en el que los negociadores recibirán el 16 de diciembre a la última delegación de las víctimas de la violencia, que se suman a otras cuatro que ya han viajado a la isla, volverán a encontrarse a mediados de enero en una fecha que no se ha definido.
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