Brasil intenta encontrar su papel en la crisis de Venezuela
Dilma ha frustrado la expectativa de asumir una posición de liderazgo ante las tensiones en el país vecino
Ante el panorama de las organizaciones internacionales intentando interceder para apaciguar la tensión en Venezuela, surge - inevitablemente - la pregunta sobre el papel que Brasil puede asumir en la crisis que se instaló en el país vecino. Por ahora, se limita a actuar a través de los organismos internacionales, apoyando al presidente Nicolás Maduro. El viernes, en la última reunión de la Organización de los Estados Americanos (OEA), el país votó nuevamente alineado con Maduro al firmar la carta de solidaridad con las víctimas de la violencia en las protestas y reforzar la necesidad de diálogo. Repite, así, el tono adoptado por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y Mercosur.
Pero se espera mucho de Brasil. En la condición de mayor nación del continente sudamericano y de mayor economía de Latinoamérica, el Gobierno brasileño podría tener un papel relevante en su capacidad para conciliar las distintas fuerzas venezolanas. Según el presidente del Partido de los Trabajadores (PT) y coordinador de la campaña por la reelección de Dilma Rousseff, Rui Falcão, la presidenta puede responder a las expectativas en los próximos días.
La respuesta podría ser en buen tono, por las buenas relaciones del Gobierno de Rousseff con Venezuela desde los tiempos de Hugo Chávez. De hecho, el asesor especial de la Presidencia, Marco Aurélio Garcia, volvió el jueves de Venezuela, donde representó al Gobierno en la conmemoración del primer aniversario de la muerte del excomandante. Durante la visita, se reunió durante 40 minutos con el presidente Nicolás Maduro. “A partir de las informaciones que traiga, el Gobierno brasileño debe manifestarse”, dice Falcão, que no descartaría un papel de intermediador en la crisis en el caso de que Maduro aceptase la idea. El presidente venezolano estaría incluso aceptando la mediación brasileña, aunque el asunto no sea público. La propia entrevista de Maduro a la red de televisión americana CNN sería un intento de mostrar mayor apertura para solucionar la crisis.
Un encuentro de la Unión de las Naciones Sudamericanas (UNASUL) - convocada por el propio Maduro - está previsto en Santiago de Chile tras la toma la posesión de la presidenta electa Michelle Bachelet. La reunión reunirá a los cancilleres de cada país integrante del grupo. Luiz Alberto Figueiredo, ministro de Asuntos Exteriores, representará a la diplomacia brasileña y apoyará las líneas generales que las naciones vecinas han asumido: la situación actual necesita resolverse a través del diálogo y la condena de los actos violentos. Así como quedó claro en el documento firmado por la OEA - apoyado por 29 naciones incluyendo a Brasil -incentivar la conciliación se ve como algo más productivo que la condena del estado actual de Venezuela.
Una delegación del Foro São Paulo, organización que reúne partidos de izquierda latinoamericanos, incluyendo al PT, irá esta semana a Venezuela. Falcão podría integrar esta comitiva. Tanto el partido como el Gobierno petista defendieron siempre la soberanía de cada nación. Pero algunos integrantes del PT no esconden una cierta incomodidad con el caos que se ha instalado en el país vecino y que ya se ha saldado con la muerte de 20 personas. El propio presidente del partido admite que hay algunas situaciones que preocupan. “Nada justifica la prohibición de que medios de comunicación circulen libremente”, afirmó.
Hasta ahora, sin embargo, la posición brasileña se ha considerado muy tímida. Además de la firma de la carta de Mercosur de apoyo a Maduro del mes pasado y el aval a la carta de la OEA esta semana, la presidenta Rousseff solo se refirió al conflicto durante la cumbre Brasil-Unión Europea, cuando le preguntaron sobre el asunto, el pasado día 21 de febrero. “Creemos que siempre, en cualquier situación, es mejor el diálogo, el consenso y la construcción democrática que cualquier tipo de ruptura institucional”, dijo Rousseff.
Una crítica que se le hace a la presidenta, en este momento, es el hecho de que haya estado tan activa en la labor de incluir a Venezuela en el Mercosur – y en la negociación con Paraguay, que se negaba a aceptar al nuevo compañero – , y que ahora presenta una reacción tibia en ese capítulo diplomático. Se trata de un talón de Aquiles para Brasil, incluso contraria a la postura de su antecesor, según algunos observadores. “Lula, por ejemplo, fue a conversar con Evo Morales cuando hubo algunas tensiones en Bolivia, durante su Gobierno”, recuerda Rubens Barbosa, que fue embajador en los Estados Unidos, durante el mandato de Fernando Henrique Cardoso.
El expresidente Lula, de hecho, también se manifestó sobre la crisis venezolana en una declaración conjunta firmada con otros tres expresidentes de Sudamérica, en la que repudiaba la arbitrariedad en la conducción del conflicto que divide el país. “Lo ideal sería que Brasil respondiera de acuerdo a su peso en la región, buscando consenso para actuar en Venezuela. Pero el país no tomará ninguna actitud proactiva, hasta porque el Gobierno siente mucha simpatía por Maduro”, opina Barbosa.
La toma de posesión de la presidenta chilena, Michelle Bachelet, el próximo martes puede ser una oportunidad para que los líderes del continente hablen abiertamente sobre la crisis venezolana, que escribió otro capítulo este sábado, con nuevas protestas de opositores del Gobierno en las calles. Y puede ser la oportunidad para que Rousseff se pronuncie de manera adecuada, sorprendiendo a sus opositores. Al fin y al cabo, la crisis venezolana no le conviene a Brasil ni desde el punto de vista político, ni desde el punto de vista económico. Las exportaciones brasileñas al país- carne, azúcar y máquinas están entre los principales productos exportados para allá - han caído en los últimos meses en función de los controles de la moneda en Venezuela.
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