Israel: “El espionaje por parte de países amigos es inaceptable”
El primer ministro considera que el peligro para la seguridad israelíes es "nulo"
“No nos hemos caído de la silla”, reconocen los funcionarios de Inteligencia de Israel. No ha habido mucha sorpresa en su reacción al conocer a través de unos documentos filtrados por el ex contratista de la Agencia de Seguridad Nacional norteamericana, Edward Snowden, que este organismo tuvo en el punto de mira una dirección de correo electrónico del exprimer ministro israelí, Ehud Olmert, e investigó al ministro de Defensa, Ehud Barak, sobre todo entre los años 2007 y 2009. Tras 24 horas de silencio, acabado el shabat, el titular de Inteligencia, Yuval Steinitz, confesó el sábado por la noche en una entrevista al Canal 2 de la televisión israelí que su “hipótesis de trabajo” es que, además de los estados árabes, también hay “países amigos” que tratan de espiarles, una práctica que calificó de “inaceptable”.
“Nosotros no espiamos al presidente de Estados Unidos. Hemos adquirido compromisos al respecto y los estamos cumpliendo”, remarcó. Más duro se mostró su compañero de gabinete, el ministro de Transportes, Yisrael Katz –también miembro del Likud del primer ministro, Benjamín Netanyahu-, quien se preguntó en público: “¿Es así como los amigos se tratan entre sí?”.
Steinitz no valoró los detalles de la filtración, hecha a los diarios The New York Times, The Guardian y Der Spiegel, pero sí restó importancia a la trascendencia de la información que ha podido ser desvelada ya que el Gobierno de Israel, enfatizó, toma las precauciones necesarias y los reportes secretos “nunca se transmiten por teléfonos normales o sistemas de correo electrónico”.
Fuentes de Inteligencia israelíes muestran una tranquilidad similar a la de Steinitz, no creen que la información destapada por EEUU sea “vital” y saben que hay “gobiernos amigos” que también los vigilan, pero aún así están pendientes ante futuras noticias, sobre el grado de interés en el seguimiento a su país y las áreas más vigiladas.
La oficina del ex primer ministro Olmert ha emitido un comunicado en el que sostiene que, de ser cierto el espionaje estadounidense, se hizo contra una cuenta de email pública, de su oficina, por lo que el riesgo para la seguridad de las informaciones interceptadas es “cero”. La nota destaca, de hecho, que las relaciones con Washington en aquel momento eran “excelentes” y que la cooperación en materia de Inteligencia era especialmente buena, “exhaustiva, detallada y cercana como nunca antes”. No obstante, Kadima, el partido al que entonces pertenecía Olmert, ha pedido un debate urgente en la Knesset (Parlamento) para analizar el caso.
Ehud Barak, por su parte, no ha valorado las supuestas novedades de la NSA. Según abunda esta mañana el diario Yedioth Ahronoth, EEUU habría alquilado, además, un apartamento junto a su residencia en Tel Aviv. El contrato se cerró en junio de 2007, poco después de su nombramiento al frente de Defensa, pero fuentes estadounidenses citadas por el rotativo explican que no hay una relación de “causalidad” entre los dos hechos, sino que la residencia fue alquilada para un infante de Marina de EEUU que formaba parte del equipo de seguridad de la embajada. Pese a esta explicación, Israel detectó la llegada de una “considerable cantidad” de equipos electrónicos al piso contratado por Washington.
Partidos conservadores como Hogar Judío, a la luz de estas informaciones, han comenzado a exigir a la Casa Blanca cierta “reciprocidad” por el daño causado, que podría pagarse, proponen, con la liberación de Jonathan Pollard, un norteamericano nacionalizado israelí que cumple cadena perpetua en Carolina del Norte por espiar para Israel desde su puesto en la Inteligencia naval de EEUU, hace casi 30 años. Su excarcelación es una exigencia permanente de los sucesivos gabinetes israelíes a su aliado norteamericano, siempre rechazada con el argumento de que su delito fue “muy grave” y tiene que “cumplir su tiempo”, como ha repetido hasta el presidente Barack Obama.
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