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“La oposición de los grupos mediáticos es más fuerte que la oposición política”

En su primera entrevista como presidente reelegido del PT, Rui Falcão dice que sus prioridades son la reelección de Rousseff, y aprobar un proyecto sobre "democratización" de los medios

Rui Falcão, presidente del PT.
Rui Falcão, presidente del PT.Ricardo Weg

Momentos antes de conceder su primera entrevista como presidente recién reelegido del Partido de los Trabajadores (PT), el pasado 15 de noviembre, día festivo en Brasil, el diputado Rui Falcão acababa de recibir la noticia del encarcelamiento de uno de sus antecesores en ese cargo, José Genoino, además del exministro José Dirceu por su implicación en el caso Mensalao de compra de votos de diputados de otros partidos. No canceló la entrevista, pero no quiso opinar sobre el asunto.

Futuro coordinador de la campaña para la reelección de la presidenta Dilma Rousseff, Falcão no esconde su reserva en relación a los medios - “hay una preferencia por la toma de partido”- e insiste en la necesidad de aprobar una ley para su democratización.

Pregunta: ¿Cuáles son los principales retos del PT?

El combate a la corrupción es un gran anhelo de la sociedad

Respuesta: El primer desafío es la reelección de la presidenta Dilma Rousseff. Para eso, necesitamos crear condiciones en la sociedad, y no solo para que sea reelegida, sino para ampliar nuestros escaños en el Congreso y en los de los Gobiernos estatales, para que, con esa base social y ese respaldo institucional, pueda tener un segundo mandato, mejor incluso que el primero, y pueda hacer las reformas estructurales que el país hace tanto tiempo anhela.

P: ¿Qué reformas, por ejemplo?

R: La reforma del sistema político y electoral, que incluye el fin de la financiación privada de los partidos y el combate a la corrupción; mejorar la participación de las mujeres y ampliar los mecanismos de participación popular, previstos en la Constitución. Otra reforma es la democratización de los medios de comunicación. No se trata de restringir la libertad de expresión, sino de reglamentar los artículos de la Constitución que velan por el derecho social a la comunicación. Y principalmente el artículo que prohíbe los monopolios en la comunicación. Y también la reforma de los sindicatos, el problema de la movilidad urbana y la reforma tributaria.

La realidad política, social, cultural y económica de Argentina es totalmente diferente de la nuestra

P: Cuando habla de acabar con los monopolios de los medios, la primera cosa que viene a la mente es la intervención de la presidenta Cristina Fernández en la prensa argentina. ¿Cuál es el plan del PT?

R: La realidad política, social, cultural y económica de Argentina es totalmente diferente de la nuestra. No proponemos ninguna expropiación de la industria del papel ni ningún tipo de control de contenidos. No estamos pensando en el periodismo impreso, donde hay competencia, sino en los medios electrónicos, en las televisiones, que son de concesión pública. Y que como cualquier servicio necesita una agencia reguladora, como ocurre en Inglaterra, en Italia o en Francia. Queremos discutir sobre pluralidad y prohibición de monopolios. Un único grupo controla medios que suponen el 50% o el 60% de la audiencia y recibe, por tanto, más del 50% de los presupuestos de publicidad oficiales.

P: ¿Se refiere a la red Globo?

R: Es un monopolio, y es de esa reglamentación de lo que se trata. Y prohibir también que aquellos que conceden el servicio puedan beneficiarse de él. Hay políticos que dominan los medios de comunicación porque autorizan la concesión para sí mismos.

P: Sorprende ver el PT en la defensiva. ¿Tras 13 años en el poder, descubren que la democratización de los medios está en el mismo nivel de prioridad que la reforma tributaria?

R: Hay una diferencia entre el PT y el Gobierno. El PT tiene esa bandera de democratización de los medios desde su fundación (en los años 80). Y tiene sentido porque nosotros nacemos combatiendo la censura, denunciando la tortura. El PT es fruto de la unión de personas que lucharon contra la dictadura, de las comunidades de base de la Iglesia Católica, del sindicalismo. Tenemos por tanto un compromiso con la profundización de la democracia que no es compatible con los actuales monopolios. Lo que ocurre es que los Gobiernos que sucedieron a la dictadura ya estaban asociados a esos medios y no tenían interés en cambiarlos. El presidente Lula, a finales de su Gobierno, concluyó una propuesta en ese sentido y dejó el proyecto de ley para el Gobierno Dilma que, posteriormente, cambió de idea. Nosotros estamos insistiendo en esa bandera. Si la presidenta Dilma es reelegida, queremos que envíe ese proyecto al Congreso.

P: Había grandes expectativas de que se avanzara en el desarrollo de las infraestructuras durante el mandato de la presidenta Rousseff. Pero aún se invierte poco en Brasil y en cambio se le colgó el cartel de Gobierno intervencionista. ¿Cómo librarse de eso?

R: Se trata de un rótulo, no de la realidad. Tenemos en varios tramos del país carreteras casi concluidas, nuevos puertos que están siendo lanzados… No existe intervencionismo. Para que las prioridades del país sean llevadas a cabo, el Estado apunta las áreas que pueden ser abiertas y el sector privado mide el riesgo y y el coste-beneficio. Es fundamental que haya inversión privada, pues el Estado no tiene cómo proporcionar todos los recursos sin perjudicar áreas como la salud o la educación.

P: ¿Como podrán desarrollar las infraestructuras en un momento de desaceleración económica, y con previsiones poco optimistas para el año que viene?

R: Actualmente en todo el mundo hay una desaceleración de la economía. Nosotros tuvimos dos crisis en cadena, la de 2008 fue más fácil para que los países pudieran reaccionar, como fue nuestro caso, con el estímulo al mercado interno. Y luego la de 2011, que llevó a una recesión más profunda, con países europeos cayendo en recesión. Estados Unidos aún vive una recuperación débil y eso genera inseguridad en el mundo sobre la política de estímulos. Brasil ha escapado relativamente ileso en lo que concierne a empleo, distribución de renta, etcétera.

P: ¿Brasil escapará ahora ileso también?

R: Escapa en lo que son los intereses fundamentales para la gente. Consumo, empleo, renta y la inflación bajo control. Es evidente que PIB fue bajo el año pasado, diferente del que queríamos, pero comprado con la media de crecimiento mundial, fue positivo.

P: Hay gente agradecida al expresidente Lula que a la vez quiere un cambio. ¿Cómo explica eso?

R: Lo considero natural, porque gracias al Gobierno de Lula y de Dilma, cerca de 40 millones de personas ascendieron socialmente. Conquistaron nuevos derechos y nuevas condiciones de vida. Y vemos con naturalidad, dentro del PT, que cada derecho y cada conquista puedan crear nuevos derechos y nuevas conquistas.

P. Es un hecho que se produjo un milagro social, pero da la sensación de que el futuro del PT está en el pasado.

R: Nosotros valoramos el pasado y el presente. A cada momento recordamos esas conquistas, que no son milagros sino resultados de políticas efectivas. Pero las recordamos para hacer comparación con el pasado. Porque el pasado al que pretende volver la oposición es un pasado de exclusión, de desempleo, de miseria... Por eso, esa comparación es siempre necesaria, y la haremos durante la campaña también. Pero tenemos también propuestas de construcción del futuro, como la creación de empleo de mejor calidad, que es una aspiración de los jóvenes.

P: ¿Le sorprendieron personalmente las manifestaciones de junio?

R: Sí, todos fuimos sorprendidos porque hacía mucho tiempo que no había manifestaciones callejeras, algo que nosotros fomentamos durante mucho tiempo. La sorpresa es que comenzaron con el movimiento Pase Libre, en el cual nosotros mismos participábamos, y fue ganando la adhesión de fracciones de clases con intereses diferentes, y en un determinado momento, los propios medios, que habían llamado a la represión de esos movimientos, tomó partido por ellos. Y esa represión hizo crecer al movimiento. Como nunca tememos la voz de las calles, creo que la respuesta que la presidenta Dilma dio fue muy positiva.

P: ¿Tendrá el expresidente Lula un papel destacado en la campaña de Dilma?

R: Con seguridad. Antes, él era presidente de la República, y tenía que medir sus discursos. Ahora, no tiene impedimentos de ninguna clase y ya se dispone a entrar fuerte en la campaña, principalmente a partir de marzo viajando por todo el país.

P: ¿Cómo son las relaciones entre Dilma y Lula?

R: Muy positivas.

P: ¿Positivas es lo mismo que buenas?

R: Sí, mejor que buenas. Ella tiene un profundo respeto por él, que prácticamente garantizó su elección, y él por ella, hasta tal punto de que Lula dice: “No hay ninguna divergencia entre ella y yo. Si alguna vez surgiera alguna, ella tendría razón”.

P: El papa Francisco ha criticado duramente la corrupción política. ¿Cree que puede influir en la campaña?

R: El combate a la corrupción es un gran anhelo de la sociedad, y nadie más que el PT ha combatido la corrupción. Los principales instrumentos de combate fueron reactivados o creados durante el Gobierno de Lula y mantenidos en el de Dilma. Mucha de la corrupción existente hace siglos apareció ahora y fue combatida. Estamos preparados para hacer comparaciones.

P: ¿Teme más a la oposición de los medios que a la oposición política?

R: Más fuerte que la oposición partidaria son un conjunto de sectores del gran capital, de los monopolios mediáticos y de altos funcionarios del aparato de Estado, presentes en la Judicatura y el Ministerio Público. Esa oposición es más poderosa que la de los otros partidos políticos juntos.

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