“Los políticos que defienden a los indígenas en Brasil son una minoría”
El Consejo Indígena del Estado brasileño de Roraima lucha contra un proyecto de reforma que pone en peligro los derechos constitucionales de los indígenas
El Gobierno del Estado brasileño de Roraima, en manos de latifundistas y empresarios mineros que forman la base económica de la región, quiere coartar los derechos de los indígenas reconocidos por la Constitución brasileña de 1988. Ivaldo André (Maturuca, 1967), vicecoordinador del Consejo Indígena de Roraima (CIR), está en Madrid, con la colaboración de la ONG Survival, para llamar la atención ante una propuesta de reforma constitucional que amenaza la supervivencia de su reserva indígena y puede poner en peligro los proyectos que llevan a cabo las comunidades indígenas de la región. El CIR, una organización dedicada a la defensa de las comunidades indígenas, fue galardonado en 2012 con el Premio Bartolomé de las Casas, otorgado por la Secretaría de Estado de Cooperación de España.
Pregunta: ¿Qué quieren los latifundistas y empresarios mineros?
Respuesta: Lo que han propuesto es una enmienda constitucional que pretende retirar al Gobierno federal la potestad de delimitar las tierras indígenas para ponerla en manos del Congreso nacional, donde los empresarios agrícolas y grandes terratenientes son muy poderosos. El objetivo es destruir a la Fundación Nacional del Indio (Funai), una organización que solo recientemente ha pasado a defender los intereses de los indígenas.
P. ¿Tienen ustedes respaldo político?
R. Hay diputados y senadores que nos apoyan. Pero los políticos que defienden a los indígenas en Brasil son una minoría ante un grupo parlamentario ruralista muy fuerte. En Roraima no tenemos ningún diputado o miembro del Gobierno que nos apoye. La Justicia del Estado también está en contra nuestra.
P. ¿Hasta qué punto llega la hostilidad de los terratenientes?
R. Solo en la reserva de Raposa Serra do Sol, de donde soy, han muerto ejecutados 20 líderes indígenas. Uno de ellos, Aldo Mota, fue enterrado por sus propios asesinos. Lo llevaron al forense de Boa Vista, dependiente del Gobierno de Roraima, que dijo que había muerto de “muerte natural”. El CIR insistió en que eso era falso, y conseguimos que fuera trasladado a Brasilia, donde otro forense dijo que había muerto de un disparo mientras tenía levantadas las manos. Y no son solo los asesinatos. Han secuestrado a líderes indígenas, a misioneros, han incendiado nuestras casas, nuestras escuelas...
P. ¿Cuál es el motivo de tanta hostilidad en la región?
R. El Gobierno de Roraima ha recibido 900 solicitudes de prospecciones mineras en la reserva. No solo hay oro y diamantes, sino minerales raros como el niobio. Además, la región tiene tierras fértiles donde se puede cultivar arroz a gran escala. Pero esos cultivos utilizan enormes cantidades de fertilizantes y pesticidas, y el agua utilizada sigue río abajo, dañando el entorno natural. Raposa Serra do Sol es reserva indígena desde 2002, pero muchos de los agricultores no indígenas no se han marchado. Además, la demarcación no es continua, lo cual nos perjudica.
El Gobierno regional ha recibido 900 solicitudes para explotar los minerales de nuestra reserva”
P. ¿Cuál es el modo tradicional de vida de la reserva de Raposa Serra do Sol?
R. Mucha gente, incluidos muchos brasileños, se sorprenden al conocer la región, porque está el mito de que el norte de Brasil es todo selva. El norte de Roraima es parte de la Gran Sabana: grandes llanuras de hierba, donde puede pastar el ganado. Nuestra agricultura es más familiar, orientada al consumo propio. La base de nuestra alimentación es la mandioca, pero también plantamos ñames, chiles, plátanos, sandías… Antes cazábamos, pero ahora criamos pollos y patos.
P. ¿Cuáles son los rasgos culturales que desean conservar por encima de todo?
R. En primer lugar, la lengua. Se está perdiendo y queremos conservarla. Hoy en la reserva damos prioridad a los profesores que sepan hablar alguno de los idiomas nativos. También queremos rescatar los rasgos culturales: los bailes, los rezos, las creencias tradicionales. Además, tenemos una cultura de convivencia y comunión con otras personas. Nosotros, cuando matamos a un animal, lo compartimos con nuestros vecinos.
P. ¿Y qué están haciendo desde la asociación para preservar ese modo de vida?
R. Hemos construido un Centro de Formación Indígena, al que vienen jóvenes de todos los pueblos originarios de la zona a aprender, no solo el idioma y las costumbres, sino también formación profesional. A pesar de la hostilidad —como le he dicho, el centro llegó a ser incendiado por los terratenientes— el Gobierno de Roraima ha tenido que reconocer la validez de la educación que damos. También enseñamos técnicas agrícolas: hemos implantado un programa para introducir el ganado vacuno en la región. Nuestro objetivo es a ningún indígena pase necesidad.
P. En 2014 se celebrarán elecciones presidenciales en Brasil. ¿Algún candidato se ha interesado por sus problemas? ¿Les han ofrecido apoyo?
R. Es muy pronto para decirlo; aún no sabemos ni siquiera quienes serán los candidatos. Pero creo que los indígenas no volverían a dar su voto a la presidenta Dilma Rousseff, porque no está atendiendo a nuestras comunidades.
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