“Trece meses difíciles, pero fascinantes”
Mario Monti evalúa su periodo como primer ministro
Monti no da puntada sin hilo. Ya desde el principio de su mandato quedó constancia de que bajo el disfraz de técnico se escondía un verdadero político, pendiente de la carga simbólica de cada gesto. Lo primero que hizo tras su toma de posesión fue organizar un encuentro con los corresponsales extranjeros en Roma para que transmitieran la buena nueva: el nuevo Gobierno de Italia volvía al redil de la política seria, las cuentas claras y el cinturón apretado. El profesor no tardó mucho tiempo en ser portada de la revista Time, el político del año, el modelo a seguir. Ahora, su último acto como primer ministro técnico también ha querido ser una ventana abierta al exterior. Aprovechando la celebración de la IX Conferencia de Embajadores, Monti les ha trasladado un mensaje: “La promoción de Italia no debe centrarse solo en inversiones y exportaciones. Hay que difundir la imagen de un país que quiere tener un papel cada vez más activo en el contexto europeo y global”.
El profesor tenía claro que no solo venía para arreglar las cuentas, sino también la imagen e incluso el alma del juego político italiano. Había mucho trabajo por hacer. Silvio Berlusconi había quedado apartado —ahora se sabe que momentáneamente—, pero el berlusconismo, esa manera tramposa de aprovecharse de la cosa pública, sigue estando muy arraigado. Monti se va —por el momento— con la tarea a la mitad. Los presupuestos aprobados anoche por la vía de urgencia son el mejor ejemplo. El bloqueo de última hora ejercido por el partido de Berlusconi ha impedido además la aprobación de una docena de proyectos que estaban aún pendientes, entre ellos la reforma electoral o la eliminación de 35 provincias. Sí ha sido posible, vía Consejo de Ministros, dar luz verde al decreto que impide la presentación a las elecciones de candidatos con condenas firmes de prisión superiores a los dos años. Solo un grano de arena en el paraíso de la corrupción que es la política italiana. No hay día que no se descubra un nuevo caso, desde comisiones millonarias por venta de helicópteros a las corruptelas sistemáticas de los consejeros de Lombardía, que pasan la factura del helado o del convite de boda de la hija como gastos de representación.
Ante los embajadores, Monti vino a reconocer que el veneno de la política tiene un sabor difícil de rechazar: “Han sido 13 meses difíciles, pero apasionantes”.
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