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La presidenta de Kirguizistán alerta de que la cifra de muertos puede ser 10 veces mayor

Otunbayeva visita la zona donde se desataron los enfrentamientos, que costaron la vida a 191 personas.- La ONU estima que hay un millón de afectados

La presidenta del Gobierno interino de Kirguizistán y ex ministra de Asuntos Exteriores, Rosa Otunbáyeva, ha admitido que el número real de muertos en los enfrentamientos interétnicos que comenzaron el día 11 en el suroeste del país "puede ser diez veces mayor" que el balance oficial de 191 muertos y cerca de 2.000 heridos. Se debe, según la mandataria, a que es costumbre local que los familiares entierren por sus propios medios a sus seres queridos. Otunbayeva ha hecho estas declaraciones durante una visita a la ciudad de Osh, declarada ayer bajo control y a la que llegó en un helicóptero militar que aterrizó en la plaza central, frente al Ayuntamiento, informa desde el lugar la agencia rusa Interfax.

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La presidenta interina ha recorrido los hospitales donde se encuentran ingresados los heridos en los choques entre kirguises y uzbekos -a los que ha enviado 15 ambulancias-, se ha reunido con las autoridades locales y ha visitado las zonas fronterizas con Uzbekistán, donde huyeron miles de habitantes de la ciudad. El Ayuntamiento de Osh asegura que durante los disturbios fueron saqueados 33 edificios de viviendas, 17 comercios y siete restaurantes. "Estos son datos preliminares, los daños reales pueden ser mucho mayores", ha señalado a Interfax una fuente del Ayuntamiento. Según el servicio de prensa de la administración local, hasta el 70% de Osh, la segunda ciudad más importante de Kirguizistán, fue pasto de las llamas durante la oleada de violencia étnica. "Se va a reconstruir esta ciudad para que la gente pueda volver a sus casas", ha prometido la mandataria.

La normalidad vuelve a Osh

En las ciudades de Osh y Jalalabad, escenario también de los enfrenamientos, la situación parece normalizarse, aunque las calles están llenas de escombros y aún se oyen disparos de vez en cuando. Según la agencia Reuters, siguen produciéndose ataques esporádicos pero desde este lunes no hay incidentes violentos graves y algunas personas se han aventurado a salir de sus casas. Ayer comenzó a funcionar el transporte público y la calefacción, los servicios municipales retomaron su trabajo y llegaron cerca de 100 toneladas de ayuda humanitaria desde Biskek, a pesar de que en algunos barrios el ambiente continúa tenso. Los aviones de carga con la ayuda llevan de vuelta a la capital kirguís a mujeres con niños que quieren abandonar Osh hasta que la ciudad recupere la paz.

La visita de Otunbáyeva, que llegó al poder en abril tras una violenta revuelta que dejó al menos 65 muertos, se produce en el tercer y último día del duelo decretado por el Gobierno en memoria de las víctimas. Las autoridades kirguises aseguran que la ola de violencia fue instigada por el depuesto presidente Kurmanbek Bakíev, refugiado en Bielorrusia y cuya extradición reclama Biskek.

Riesgo de 'talibanización'

Con la calma llegan los primeros balances de las dimensiones de la crisis. Los organismos humanitarios de la ONU estiman que la violencia puede haber afectado a un millón de personas. Un representante de la Organización Mundial de la Salud, Giuseppe Annunziata, ha señalado que su institución está elaborando sus planes de asistencia sanitaria en función de esa cifra. La portavoz del UNICEF, Christiane Berthiaume, ha coincidido en que aproximadamente un millón de personas de la zona necesitarán ayuda internacional. Esa cifra incluye a los desplazados internos -unos 300.000-, a los refugiados en el vecino Uzbekistán -unos 100.000- y a las comunidades locales que están acogiendo a las víctimas de la violencia. Sin embargo, llegan noticias alentadoras sobre el retorno de los refugiados. Unos 5.500 kirguises han regresado ya, informó ayer el Servicio de Guardafronteras kirguís.

El secretario de Estado adjunto de EE UU, Robert Flake, ha visitado varios campamentos de refugiados de Uzbekistán. En uno de los campamentos, decenas de mujeres, muchas llorando, han rodeado a Blake, que luego va a viajar a Kirguistán. "Es importante establecer la paz para que puedan regresar en condiciones de seguridad", les ha dicho. "Se debería realizar una investigación para evitar que esto vuelva a ocurrir en el futuro", ha agregado Blake, citado por Reuters. Rusia también observa con preocupación lo sucedido y su presidente, Dimitri Medvédev, advierte hoy en una entrevista publicada por The Wall Street Journal<7a> de que la situación puede empeorar aún más y existe el riesgo de que surja un régimen extremista como el que instalaron los talibanes en Afganistán en 1996 tras derrocar al gobierno socialista del país centroasiático.

El helicóptero militar en el que viajaba Rosa Otunbáyeva, a punto de aterrizar en la plaza central de Osh junto a una estatua de Lenin.
El helicóptero militar en el que viajaba Rosa Otunbáyeva, a punto de aterrizar en la plaza central de Osh junto a una estatua de Lenin.AP
La presidenta del Gobierno interino de Kirguizistán, rodeada de periodistas nada más llegar a Osh.
La presidenta del Gobierno interino de Kirguizistán, rodeada de periodistas nada más llegar a Osh.AP
Un oficial de la policía especial kirguizistán registran a un hombre un puesto de control establecido en Osh.
Un oficial de la policía especial kirguizistán registran a un hombre un puesto de control establecido en Osh.AFP

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