Muere un preso político cubano tras pasar 85 días en huelga de hambre
El albañil Orlando Zapata, de 42 años, fue condenado en 2003 por desobediencia
El prisionero de conciencia cubano Orlando Zapata Tamayo murió ayer en La Habana tras pasar 85 días en huelga de hambre, confirmaron fuentes de la disidencia, que acusaron al Gobierno de permitir su muerte premeditadamente. "Es una terrible tragedia, la muerte de Orlando fue perfectamente evitable. Puede considerarse que ha sido un asesinato con ropaje judicial", declaró anoche Elizardo Sánchez, presidente de la Comisión de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional.
Sánchez explicó que desde hace días el estado de salud de Zapata era sumamente grave, y denunció que las autoridades esperaron hasta hace una semana para trasladarlo al hospital de la prisión del Combinado del Este, en La Habana, desde la cárcel donde cumplía sentencia en Camagüey. "Sólo a última hora fue ingresado en el Hospital Hermanos Almeijeiras, cuando ya era tarde", dijo.
El Gobierno cubano hasta el momento no ha hecho ningún comentario oficial, aunque en un hecho inusual, el Hospital Almeijeiras, de La Habana, confirmó a la agencia France Presse que el opositor había muerto alrededor de la una de la tarde (siete de la tarde en la España peninsular).
Por decisión de la madre de Zapata, Reina Luisa Tamayo, el entierro se realizará en la localidad oriental de Banes, 700 kilómetros al este de La Habana. Sánchez señaló que la madre se encontraba "muy afectada" y que no contestaba el teléfono.
Zapata, de 42 años, fue detenido en 2003 en el marco de la redada que llevó a 75 opositores a prisión acusados de conspirar con EE UU. Las condenas fueron muy altas, hasta de 28 años de cárcel, pero Zapata en realidad no pertenecía al llamado Grupo de los 75, sino que fue sentenciado a tres años de prisión por desacato, desorden público y desobediencia.
Fuentes del movimiento de derechos humanos aseguran que debido a su actitud de desafío a las autoridades en prisión fue acusado de nuevos "delitos" y así fue sumando condenas hasta casi una treintena de años. Zapata dejó de ingerir alimentos sólidos a principios de diciembre, en protesta por lo que describió como continuas golpizas de los guardias y otros abusos en prisión. Según Sánchez, las autoridades le dejaron agonizar durante semanas en celdas de aislamiento sin darle una atención médica adecuada.
Zapata era de raza negra y de profesión albañil. "Su procedencia era muy humilde, y desde hace tiempo familiares y prisioneros alertaban de su precario estado de salud y pedían que se le tratase como un caso humanitario", aseguraron ayer fuentes diplomáticas. Fuentes de la familia dijeron hace días que estaba siendo alimentado por vía intravenosa contra su voluntad. Su caso fue tratado por las autoridades españolas con funcionarios cubanos durante un encuentro bilateral en Madrid la semana pasada.
Según Sánchez, la muerte de un opositor al Gobierno de Fidel y Raúl Castro debido a una huelga de hambre sólo tiene como antecedente la del dirigente estudiantil Pedro Luis Boitel, a comienzos de los años setenta. "La diferencia es que entonces casi nadie se enteró y esto ahora va a ser un escándalo", dijo el activista de los derechos humanos.
La muerte de Zapata se produjo pocas horas antes de que aterrizara en La Habana el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, en visita oficial. En vísperas de su llegada, 50 presos políticos cubanos dieron a conocer una carta en la que pedían a Lula que gestionara su libertad ante los Castro, con mención especial a Zapata.
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