Evo Morales anuncia su decisión de poner límite a los cultivos de coca
El presidente boliviano quiere apoyar la política de Naciones Unidas
El Gobierno boliviano anunció su decisión de poner límite a la extensión de cultivos de hoja de coca, al menos en las áreas de reserva forestal, hasta donde se está extendiendo la producción de esta hoja, materia prima de la cocaína.
"Jamás habrá coca cero", dijo el presidente de Bolivia, Evo Morales, en una reunión con los agricultores de Bulo Bulo, una pequeña localidad cercana a la carretera de Cochabamba a Santa Cruz, a la que llegó en su diario recorrido por todo el país.
Morales explicó que no puede haber libre cultivo y que está vigente la política de permitir un cato (medida agraria de 1.200 metros cuadrados) de coca para cada familia afiliada a los sindicatos cocaleros, de cuya federación es aún presidente Evo Morales.
La decisión de Morales de "no permitir nuevos cultivos de coca en las llamadas áreas de reserva forestal" tiene relación, aparentemente, con la preocupación expresada por organismos de Naciones Unidad respecto al crecimiento de los cultivos de hoja de coca en zonas consideradas no tradicionales, cuya producción se destina a la elaboración de estupefacientes. De acuerdo con el informe de la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, Bolivia es el tercer país productor de coca en la región andina, aunque muy lejos de Colombia y Perú.
La ley antidroga de Bolivia establece en 12.000 las hectáreas de hoja de coca destinada al consumo local (masticación de la hoja, elaboración de mates y productos medicinales, además del uso social).
28.900 hectáreas de coca
Los informes de la ONU difundidos en junio señalan la existencia de 28.900 hectáreas de coca, de las que 19.800 están en los Yungas y 300 en Apolo, lugares que se encuentran en la zona tropical del norte de La Paz; otras 8.800 hectáreas se cultivan en el trópico de Cochabamba.
Bolivia se comprometió ante la Convención de Viena llegar a la erradicación de la hoja en 1987, pero desde la década de los noventa se impulsó la defensa de la hoja como símbolo de la identidad boliviana y, paralelamente, la política de corresponsabilidad internacional, con la que se logró ayuda económica para el desarrollo alternativo.
La lucha antidroga, apoyada técnica y económicamente por Estados Unidos y la ONU, permitió erradicar cultivos y acercarse a la meta de las 12.000 hectáreas, pero desde la gestión de Carlos Mesa —que aprobó el cato de coca por familia cocalera—, la extensión de los cultivos ha aumentado y, casi paralelamente, la producción de cocaína, que, fuentes policiales bolivianas, calculan en una media anual de cien toneladas.
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