Naomi Oreskes, historiadora de la ciencia: “El Partido Demócrata debe apropiarse del marco del bien común”
A la investigadora estadounidense le gusta desmontar teorías falsas, como el negacionismo climático o la idea de que el libre mercado es preferible a la intervención de Estado
Naomi Oreskes (Nueva York, 65 años) es una reconocida historiadora de la ciencia. Geóloga además de formación, alcanzó fama universal con su libro Mercaderes de la duda. Cómo un puñado de científicos ocultaron la verdad sobre el calentamiento global. Su afán por indagar las verdaderas razones que había detrás del empeño propagandista de ocultar la realidad la llevó a una investigación más compleja. El gran mito: cómo las empresas nos enseñaron a aborrecer el Gobierno y amar el libre mercado (ambos libros de Capitán Swing) es la respuesta. El mito de la libertad ha llevado a muchos estadounidenses a caer en las redes de las grandes corporaciones.
Acaba de aterrizar en Londres después de un largo vuelo nocturno desde Los Ángeles. Recibe a EL PAÍS en la cafetería de un hotel que hay pegado a la majestuosa estación londinense de St. Pancras —”una demostración”, dirá, “de la maravillosa intervención del Gobierno británico cuando creo la red ferroviaria británica”—, y no da muestras de cansancio. Come con ganas una tostada de tomate y aguacate, y habla de modo torrencial. La entrevista se ha actualizado con dos preguntas adicionales que Oreskes ha respondido vía correo electrónico.
Pregunta. Del cambio climático a los propagandistas del mercado. ¿Cómo dio ese salto?
Respuesta. Vi que había una historia de más largo alcance. No se trataba únicamente del cambio climático. Era más bien la relación entre los mercados y los gobiernos, y de cómo el fundamentalismo de mercado había permeado la cultura del país.
P. EE UU comenzó siendo un país en el que el Gobierno no era el enemigo…
R. Al repasar la historia de la nación, vemos que ha habido un cambio. Los gobiernos, tanto a nivel federal como estatal, siempre estuvieron muy implicados en las decisiones económicas que construyeron la nación.
P. El gran hallazgo de los propagandistas del mercado fue la idea de la libertad.
R. Supieron conectar sus objetivos con esa idea genérica de la libertad. Y lograron de ese modo que el argumento fuera muy meritorio, que no diera la sensación de que simplemente estaban defendiendo sus propios intereses. Convencieron a los estadounidenses de que la intervención del Gobierno amenazaba sus libertades.
“Cuarenta años de fundamentalismo de mercado han llevado a muchos en EE UU a sentirse abandonados”
P. Volviendo al cambio climático. Algunos gobiernos, como el último conservador del Reino Unido, han echado mano de un discurso demagógico para retroceder en sus planteamientos.
R. Me irrita y es falso. El papel de un Gobierno es ofrecernos mejores alternativas. Cuando la gente me acusa de hipócrita por ser una activista climática que conduce un automóvil, viaja en avión o usa combustibles fósiles, mi respuesta es siempre la misma: vivimos en un mundo estructurado de tal forma que no nos ofrece alternativas aceptables. Puedo cambiar de modo de vida, pero no de red eléctrica.
P. Grupos de activistas como Extinction Rebellion o Just Stop Oil han irritado a los ciudadanos con sus sabotajes de protesta.
R. Es algo complejo. Puede darse el caso de que la gente proteste, crea que los activistas han ido demasiado lejos, pero a la vez se vean influidos por sus actuaciones, y en seis meses piensen más en el cambio climático de lo que lo hacían antes. Pero también podemos ver, como ocurre en EE UU, el efecto contrario. La extrema derecha ha empujado al país hacia posiciones más a la derecha en este asunto, hacia planteamientos que hace 30 años hubieran sido impensables.
P. ¿Qué tal han informado los medios de comunicación sobre el cambio climático?
R. Al principio no entendía por qué presentaban el problema como un debate científico entre dos posturas contrarias. Me parecía una exposición falsa. Pensé que con mi investigación sobre el consenso científico, el periodismo cambiaría su forma de informar al respecto. Lo que no veía entonces era que las grandes corporaciones les presionan para que cuenten ambas versiones, como si tuvieran el mismo valor.
P. ¿Han mejorado?
R. En lo que creo que los medios siguen equivocándose es en que, cuando informan sobre algún fenómeno meteorológico extremo, ya no dicen que obedece al cambio climático. Y eso es dañino; la gente necesita entender que esos fenómenos son la prueba que demuestra que el cambio es algo real.
P. Lo que resulta llamativo, volviendo a su crítica contra los fundamentalistas del mercado, es que la crisis financiera o la pandemia han reivindicado el papel del Estado.
R. Sí, es evidente que el Partido Demócrata se ha alejado considerablemente de posiciones previas. Biden representa un distanciamiento importante. Ha gobernado más como Franklin Delano Roosevelt que como Clinton u Obama. Estos dos últimos aceptaron sin rechistar el marco de pensamiento neoliberal. Dijeron adiós a la era de un Gobierno potente. Curioso, viniendo de un partido que históricamente había estado comprometido con la clase trabajadora, la educación o la sanidad pública y la idea de que el Gobierno tiene un papel importante.
P. A la hora de regular, sin embargo, usted prefiere retrasar esa intervención ante los inicios de tecnologías como la IA.
R. Creo que nadie duda de lo mucho que va a alterar el mercado de trabajo. Todavía debemos decidir cómo vamos a abordar este asunto. Pero lo que creo que no es correcto es lo que le oí decir hace unos meses a Eric Schmidt [presidente ejecutivo de Google]. Aseguraba que el Gobierno no podía regular algo que “excepto nosotros, nadie entiende”. ¡Cómo puedes decir algo así en público! Nos trataba al resto como idiotas.
P. Con la dimisión de Biden, se abre un nuevo escenario. ¿Cree que Kamala Harris es la líder que necesita el Partido Demócrata?
R. Sí. Creo que este es un momento emocionante. Harris es una persona inteligente y talentosa, y sus cuatro años como vicepresidenta le han dado una gran comprensión de las demandas que enfrenta el presidente y el país. Muchos en EE UU anhelan un liderazgo nuevo y más joven. ¡Y ella no es tan joven!
P. ¿Qué debe tener en cuenta para vencer a Trump?
R. Es importante que los demócratas reconozcan los desafíos y frustraciones reales que sienten muchos estadounidenses. La inflación es mala. La inmigración está afectando duramente a algunas comunidades. La solución no es rechazar la inmigración, criminalizar la pobreza o exagerar la inflación, que no se acerca a sus máximos históricos. La solución es tomar en serio estos problemas y desarrollar soluciones creativas. Los demócratas deben apropiarse del marco del bien común. Cuarenta años de fundamentalismo de mercado han llevado a muchos estadounidenses a sentirse abandonados. Los demócratas deben decir: “No estáis abandonados. No es cada uno a lo suyo. Es todo para uno y uno para todos. Así es como construimos comunidades y un país fuerte, y así es como nos cuidamos los unos a los otros”. Los republicanos han olvidado esta verdad básica, una de las verdades más antiguas: somos los guardianes de nuestros hermanos (y hermanas).
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