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Berenjenas al vapor con anacardos y yogur

Las berenjenas al vapor quedan tiernas y perfectas para servir en platos fríos. Las acompañamos de un salteado de frutos secos y una base de yogur cítrico que redondea la receta.

¿Qué hace una gasa ahí?
¿Qué hace una gasa ahí?ALFONSO D. MARTÍN
Alfonso D. Martín

Una de las peculiaridades del sofocante calor es que nos pone a prueba respecto a la inventiva en la cocina. Seguramente -hasta que uno da con nuestros grandes consejos, claro- os habéis visto envueltos en la repetición de las mismas comidas una y otra vez cuando las temperaturas suben de 30 grados, porque comer bien requiere tener un conocimiento sobre lo que cocinar: un recetario. Y teniendo en cuenta que el gazpacho y/o salmorejo empiezan a ser ya obligatorios en el día a día, tenemos que dar con fórmulas que los acompañen.

Las berenjenas son, sin duda alguna, una de las hortalizas más versátiles que podemos cocinar. Fritas, en guisos, al vapor, al horno, a la barbacoa, cremas, en platos calientes o fríos. Tiene lugar en todos los escenarios que uno puede imaginar, por lo tanto, nos sacan de unos cuantos apuros para esos días en los que el cerebro no va a la misma velocidad que de costumbre. Para esta receta vamos a cocinarlas al vapor, consiguiendo así una textura suave y melosa. Personalmente, mi berenjena favorita es la berenjena china, pero la berenjena rallada también tiene un gusto menos amargo que la común, que posee una piel más gruesa y tersa, por lo que podéis elegir la que más os guste o la que tengáis a mano.

La vamos a acompañar de un salteado preparado con anacardos, jalapeño, ajo, jengibre, cebolla y perejil. El sabor salado lo va a aportar la anchoa, que cocinaremos junto al salteado para darle el punto umami -el llamado “quinto sabor”- e intenso, que combina perfectamente con la grasa de la mantequilla. Para refrescar y aliñar usaremos una sencilla mezcla de yogur, limón y sal.

Este tipo de combinación da pie a jugar con muchos otros ingredientes; podéis probar con otros cítricos, con tahini, con cacahuetes, con más hierbas aromáticas, con ajos asados... Podéis añadir, por ejemplo, sardinas ahumadas y usar la combinación en tostadas. La berenjena y el yogur aceptan prácticamente todo tipo de complementos, por lo que es una receta perfecta para salir de esa espiral de falta de ideas y ampliar el recetario de verano.

Dificultad: Hay que vigilar las berenjenas para que no se hagan papilla.

Ingredientes

Para 2 personas

  • 2 berenjenas (común o rallada) o unas 6 berenjenas chinas
  • 50 g de anacardos
  • Una cucharada de perejil picado
  • 3 dientes de ajo chafados y picados
  • 1 jalapeño (o cualquier chile fresco que os guste)
  • Un trozo de 3cm de jengibre fresco
  • Media cebolla morada picada
  • 9 anchoas
  • 1,5 cucharadas de aceite de oliva
  • 1 cucharada de mantequilla
  • 250 g de yogur griego
  • El zumo de un limón y su ralladura
  • Pimienta negra al gusto
  • Sal al gusto

Instrucciones

1.
Preparar la vaporera -o una olla grande con agua y un recipiente sobre el que poner las berenjenas- y colocar las berenjenas lavadas, cortadas por la mitad -a lo largo- y con una pizca de sal. Cocinar al vapor unos 20 minutos o hasta que estén tiernas.
2.
Mezclar el yogur, la ralladura de limón -reservar un poco para emplatar- y su zumo y una cucharadita rasa de sal. Refrigerar.
3.
Picar los ajos, la cebolla, el jalapeño, los anacardos, el jengibre y las anchoas. Saltear las anchoas en aceite y mantequilla hasta que empiecen a disolverse. Añadir el resto de ingredientes y remover bien. Cocinar cinco minutos, añadir las hojas de perejil picadas y cocinar un minuto más. Retirar.
4.
Una vez tiernas, retirar las berenjenas de la vaporera y dejarlas reposar para que pierdan agua y calor durante 30 minutos en el frigorífico.
5.
Con todo ya frío, emplatar una base del yogur cítrico, las berenjenas, más yogur, el salteado, hojas frescas de perejil, pimienta negra molida y un poco de sal. Un poco más de ralladura de limón y servir.

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Sobre la firma

Alfonso D. Martín
Es cocinero, asesor gastronómico y fetichista de especias y fermentados. De pequeño gateaba al bar de al lado de casa para pedir un huevo duro y después empezó a tener dolor abdominal continuo por echarle picante a todo a escondidas de su madre. Si profanar recetas clásicas fuese un pecado, ya habría pasado los nueve círculos del Infierno de Dante.

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