10 platos de verano con cuatro ingredientes
Si el cambio de estación te ha pillado desnortado, aquí tienes un montón de sugerencias para preparar sopas, primeros, platos principales y postres con producto fresco de esta temporada.
Habréis notado por las picaduras de mosquito, la imposibilidad de meter a los niños en la cama a las 21 porque es de día y el calorazo que el verano está a la vuelta de la esquina (sí, aunque lleves un mes a 30 grados, aún no ha habido cambio oficial de estación). Por si estás despistado y no sabes qué hacer con las frutas y verduras de temporada, te proponemos un montón de opciones de sopas, entrantes, platos principales y postres que puedes preparar con lo que te ofrece ahora el mercado, y solo con cuatro ingredientes (y un quinto opcional).
Tomates, ciruelas, cebolleta, cilantro
El verano es un festival del tomate, y este es un fruto que se viene muy arriba si combinamos más de una variedad cuyos sabores y texturas se complemente. Ácidos, blanditos, carnosos, dulces y afrutados o con cuerpo: si los pones en la ensalada de dos en dos -o más- sabrán mejor. Añádeles unas ciruelas también diferentes entre ellas, un poco de cebolleta remojada en vinagre, aliña como prefieras y disfruta el plato veraniego definitivo.
El quinto elemento: un queso cremoso, por ejemplo burrata o mozzarella.
Puerro de verano, patata, caldo de verdura o pollo, leche evaporada
Tener en la nevera una versión ligera y rápida de la vichyssoise de invierno puede ser una buena alternativa al sempiterno gazpacho. Dora la parte blanca de cuatro puerros de temporada -son iguales que los otros, pero un poco más pequeños- y haz un caldo durante 25 minutos con la parte verde y 1,5 l de agua. Súmales a los puerros dorados una patata grande o dos pequeñas peladas y troceadas, da unas vueltas y añade el caldo. Hierve unos 15 minutos, tritura y añade medio litro de leche evaporada. Rectifica de sal y pimienta y tendrás 8 raciones que aguantarán estupendamente tres días en la nevera (pero te comerás antes).
El quinto elemento: un poco de jamón crujiente como el de la foto, hecho sin aceite en la sartén o al horno a fuego medio.
Melón, queso feta, almendras, aceitunas
Para 4 personas, pela y corta en cuñas medio melón piel de sapo, más, si es una variedad más pequeña, tiene que quedar una ración generosa por persona. Añádele almendras al gusto, unos 120 g de queso feta y una aceitunas negras, aliña como prefieras y saca a la mesa un poco fresco (sobre todo si hace mucho calor).
El quinto elemento: alguna aromática como menta o albahaca le irá genial a este plato.
Brevas, rúcula, jamón y avellanas
Todavía tardaremos un poco en verlas, pero cuando llegue agosto aparecerán las dulces-pero-no-tanto brevas para darle aún más color y sabor al verano. Además de comerlas tal cual -ay, ese olor- podemos hacer con ellas una ensalada rapidísima: solo necesitas tres brevas por persona, un puñado de hojas de rúcula, 12 avellanas y un par de lonchas finas de un jamón decente. Es importante que el aliño no sea muy agresivo, para que no funda el sabor delicado de esta fruta.
El quinto elemento: si tienes aceto balsámico di Modena de verdad, puedes caramelizar un poco antes las brevas con él en una sartén: se llevan fenomenal.
Pepino, bonito, salsa de soja, sésamo
El bonito es una de las maravilla del mar que ofrece el verano -sí, el mar también tiene temporadas-, y por ser mucho más sostenible que el atún deberíamos prioriza su consumo frente al de los grandes túnidos. Si te haces con una suprema, córtala en dados medianos, añade el doble de cantidad de pepino -también en dados- y aliña con salsa de soja y sésamo. Maravilla en tres minutos.
El quinto elemento: una base de arroz y ya tienes una versión muy sencilla pero resultona del poké hawaiano.
Judías verdes, perejil, cuscús, yogur (o mayonesa, o nada)
Proponemos usar cuscús porque es la versión más rápida, pero puedes preparar este plato con arroz, quinoa, tu cereal favorito o directamente pasta. Pon unos 250 g de judías al vapor y unos 50 -peso en seco- de hidrato por ración y dale unas vueltas en la sartén con unas gotitas de aceite y ponle perejil (o tómalo frío, como una ensalada). Tunea con mostaza, limón, alguna salsa picante o tu especia favorita el yogur, ponlo por encima, mezcla y ya tienes la comida o la cena listas.
El quinto elemento: un poco de ajo si lo vas a saltear y pasas si vas a comerlo crudo.
Pimientos, berenjena, garbanzos, bacalao
Asa dos pimientos y dos berenjenas al horno o la barbacoa (también puedes pasarlos por la llama del fuego de gas y hacerlos luego en el microondas). Cuando estén templados, pélalos y corta en trozos medianos. Añade unos 400 g de garbanzos cocidos y 200 de bacalao desalado, aliña con sal, pimienta y un poco de aceite y vinagre y cómetelo tibio o frío.
El quinto elemento: aceitunas o encurtidos.
Calabacines, ajo, guindilla, parmesano
Corta un calabacín -sin semillas- por persona, o uno y medio sin son muy pequeños. Haz láminas finas con un pelador de patatas, una mandolina o un cuchillo, o directamente haz ‘calabaguetis’ si tienes un espiralizador (los hay muy baratos, como desde 6 euros, y dan mucho juego en la cocina). Pon en una sartén un par de cucharadas de aceite, guindilla o cayena -mejor entera, para poder retirarla- y ajo pelado y laminado al gusto (para mí, un diente grande por ración está perfecto). Cuando el ajo está dorado, pon el calabacín y dale vueltas a fuego medio un par de minutos o tres. Sirve con una cucharada de parmesano encima, un poco de sal y pimienta.
El quinto elemento: si tienes mucha hambre, añade también algo de pasta y te saciarás más.
Melocotones de viña a la brasa, frambuesas, helado de vainilla, chocolate
Utiliza el rescoldo de una barbacoa para marcar unos melocotones de viña en mitades verticales o cuartos. Sírvelos con helado de vainilla, una frambuesas y chocolate fundido o rallado: postre de altura con el mínimo esfuerzo.
El quinto elemento: un poco de granola o una buena galleta desmigada por encima.
Sandía, lima, chile, sal
Prepara los polos más fáciles del mundo sin necesidad de moldes ni cachivaches de ningún tipo, completamente naturales y con cinco minutos de preparación. Solo tienes que cortar trozos de sandía -con piel y todo- de un tamaño que puedas morder sin dejarte los dientes cuando esté congelado. Clávales un palito de polo o un palillo chino, ponlos en una bolsa de zip sin que estén pegados y llévalo al congelador. Cuando quieras tomarlos, mójalos con un poco de zumo de lima y ponles encima su ralladura, un pelín de sal y un chile en polvo no muy picante. ¿Puedes cambiar la sal por una cucharadita de azúcar moreno? Puedes. ¿Y cambiar el picante por canela o cacao en polvo? También.
El quinto elemento: con un poco de tequila y una batidora puedes hacerte un margarita frozen de sandía antológico.
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