Pan naan con paté de anacardos y ensalada crujiente
¿Quién quiere una sola receta pudiendo tener tres que funcionan estupendamente juntas y por separado? Ese es el caso de la propuesta de hoy, que consta de un pan base, un untable y una ensalada fresca y crujiente que por separado podrían tener otros usos bastante divertidos. Aunque al ver tres pasos es posible que los más ocupados os echéis atrás, pero os aseguro que el proceso completo no lleva mucho tiempo: la parte más larga es la del remojo y el levado, y precisamente ahí vosotros no tenéis que hacer nada.
Para empezar, el pan indio naan –vilmente mangado a Ibán Yarza, para variar– no tiene ningún secreto. Unos minutos (pocos) de amasado, una hora de levado, cortar, dar forma y levar un rato más, hasta ahí no difiere mucho de los panes más básicos, excepto porque este no necesita horno. O sea, puede hacerse en el horno, pero queda mejor en la sartén, donde se controla perfectamente su punto de cocción y no se tarda más de tres minutos por pan. A la masa se le puede añadir alcaravea, queso rallado, ajo o especias al gusto, aguanta unos días en la nevera y se puede congelar sin problema. Os lo podéis comer prácticamente con cualquier cosa, incluso solo, especialmente si la masa lleva cosas que le den alegría.
Después, el paté de anacardo, una maravilla de sabor y textura que me descubrió Carla, una amiga intolerante a la lactosa cuyo instagram es una fuente inagotable de trucos fantásticos sobre maquillaje y comida sana. También se puede tunear a muerte y su textura es muy agradable, a medio camino entre un hummus muy cremoso y un queso de untar. Vale la pena hacer más cantidad y guardarlo en la nevera, y se le puede poner cebolla deshidratada, chile fresco o seco, especias o, como me sugirieron ayer Genís y Carlos de la discográfica Arre Austrohúngaro, una combinación de albahaca, lima y ajo que sonaba cañón. Yo había pensado ponerle ras el hanout, pero charlando con Xesco Bueno me enteré de que contenía proteína animal en forma de cochinilla, un insecto que se usa para dar color a la comida desde hace siglos.
Y para terminar, una ensalada que mezcla verduras de la temporada que entra, como la remolacha y la calabaza, con una que se termina (el hinojo). Todas en crudo, cortadas pequeñas o picadas, dan como resultado una ensalada crujiente y llena de sabor que podría acompañar una carne o pescado a la plancha o al horno, o incluso, con pescado picado a cuchillo y algo más de limón, convertirse en un tartar sui generis.
Las tres preparaciones juntas tienen el punto perfecto de contraste fresco-cremoso-caliente-frío-crujiente que forma, a mi humilde parecer, el bocado ideal. Aunque os he puesto las recetas base, en esta preparación en concreto mi naan ideal lleva ajo –un diente rallado en la masa– y remataría la ensalada con un buen puñado de cilantro (pero no lo he puesto porque soy consciente de que últimamente si me dejo ir se lo pongo hasta al café).
Las cantidades están calculadas para 4 personas.
Dificultad: Pan naan
Ingredientes
Para el pan
- 300 g de harina de fuerza
- 6 g de sal
- 6 g de levadura fresca
- 75 ml de agua tibia
- 1 yogur natural
- 40 gr de mantequilla derretida (o aceite de oliva) y un poco más para el reposo
Para el paté de anacardos
- 100 g de anacardos crudos
- 1 cucharadita de pasta de curry
- 1 cucharada de zumo de limón
- 1 cucharadita de Marmite o levadura nutricional (opcional)
- 1 cucharada de cebollino picado
- Sal al gusto
- 150 ml de agua o leche vegetal sin endulzar
Para la ensalada crujiente
- 1 remolacha mediana
- 150 g de calabaza sin piel
- 1 cebolleta
- 1 bulbo pequeño de hinojo
- 2 cucharadas de aceite de oliva
- 1 cucharada de zumo de lima
- Sal
- Pimienta
Instrucciones
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