Ensalada de tomate y pan
Algunos comentarios en el pasado post sobre comida viejuna del futuro decían que este blog era elitista y esnob, y que sus lectores eran "adinerados". Bien, no puedo estar más de acuerdo: como se puede comprobar en el archivo, mis recetas están plagadas de ingredientes carísimos e inaccesibles, por no hablar de los reportajes sobre productos como el caviar iraní o el champán Cristal y las reseñas de restaurantes de 300 euros el cubierto.
En esta línea está el plato de hoy, sólo apto para gente muy selecta al estilo Judit Mascó en el anuncio de Ferrero-Rocher. Para cocinarlo necesitaréis un montón de ingredientes de lujo: tomate, pan, cebolla, pimiento, ajo... Así que los pobres ya podéis dejar de leer porque esto no va con vosotros.
La receta parte de unas sopes bòfegues que vi en un librito sobre cocina de Ibiza y Formentera (lo siento pero mi avanzado estado de degeneración neuronal me impide recordar el nombre) y que mezclaban pan seco y tomate fresco. Como una de las cosas que más me gusta en este mundo es mojar en el liquidillo que dejan las ensaladas de tomate cuando se acaban, me propuse hacer algo parecido pero en un formato menos acuoso e introduciendo algún nuevo ingrediente.
Marca la diferencia que el pan y las verduras sean buenos -yo tuve la suerte de prepararla con un fantástico producto ecológico navarro de La Trailla- y el tomate debe estar a temperatura ambiente: no existe una vía más rápida para cargarse esta fruta que servirla helada de la nevera.
Dificultad: Para mendrugos.
Ingredientes
Para 4 personas
- 4 tomates de ensalada maduros
- 250 gr. de pan rústico de buena calidad
- 1 pimiento verde
- 1/2 cebolla tierna
- 1 diente de ajo
- 6 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
- Vinagre blanco
- Sal y pimienta negra recién molida
- 100 gr. de queso feta (opcional)
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