Refu, la cerveza artesana que nació en Baqueira y se bebe en todo el Pirineo

Baqueira se asocia sobre todo a nieve y esquí. Últimamente, también a grandes proyectos de restauración que se han instalado allí, como el Hincha Baqueira, de Nandu Jubany dentro del hotel Mim —conocido como el de Messi por ser uno de sus socios—; o el recién inaugurado Beso, la sucursal de invierno del mismo chiringuito de lujo de Formentera. Hasta un restaurante Cinco Jotas está a pie de telesilla, a 1.800 metros de altura. Pero entre tanta pompa, también han nacido proyectos más pequeños, peleados trago a trago, como la cerveza Refu, que fundó en 2010 David Serrano, un pirrado de la montaña a quien también le chifla la birra, pero no cualquiera, sino la más auténtica, elaborada de forma artesanal y con ingredientes de alta calidad, empezando por el agua del Valle de Arán. Quince años después de aventurarse con el primer bar, Refu cuenta ahora con una fábrica propia y sus cervezas, de barril y lata, se beben en todo el Pirineo y más allá.

En una nave que antiguamente servía para reparar vehículos, en el pequeño pueblo de Bossòst, de poco más de un millar de habitantes, está la única cervecera del Valle de Arán, que abrió en 2018. Refu toma su nombre de Refugi, puesto que los cimientos de este proyecto están en un pequeño bar de cervezas artesanas abierto hace quince años en Baqueira con el nombre de Bar Eth Refugi. Allí se podían beber cervezas de diferentes sitios y las primeras birras propias de David, un apasionado de la naturaleza que las elabora pensando en los días de montaña, es decir, con baja graduación y todo el sabor, además de meterlas en latas fáciles de aplastar.

Con esta filosofía, y un precio que va de 4,75 euros a 6 euros por lata, una de las cervezas más ligeras y fáciles para todos los paladares es la Legzira, que se ha llevado este año un oro en el undécimo Campeonato de Cervezas 2025, que busca las mejores de España. Es una cerveza de baja graduación (3,8 grados) y con un índice de amargor muy suave. Además, es fresca, floral y cítrica, pensada para toda aquella gente a quien (en principio) no le gusta demasiado la cerveza. Es la bebida ideal para adentrarse en el mundo de la birra artesana para los poco cerveceros, comenta David.

Los partidarios del estilo inglés, pueden ir directamente a la Huxley, un homenaje a Steve Huxley, introductor de la cerveza artesana en España. Siguiendo el proceder británico más clásico, su graduación (4,1) y su sabor, además de un tono cobre, la convierten en buena acompañante de largas sobremesas. David añade que tiene baja carbonatación y en boca despliega matices de caramelo y notas torrefactas, con un final seco.

Pero si hay una que define Refu es 20 Minutos, “una provocación al sector cervecero”, avisa David, que de eso sabe un rato y disfruta en el papel de malote simpático. Está en la categoría de las IPA (Indian Pale Ale), la más explotada y con más subcategorías del mundo cervecero, y busca “este híbrido entre el origen de la variedad y las técnicas contemporáneas”, relata, para obtener una cerveza con notas a frutas tropicales, pero con toda la consistencia y perfil de las bebidas más maltosas, con un final amargo y resinoso.

Como dice este cervecero apasionado del método artesano, a veces hacen “frikadas” que pueden valer 8 euros, porque no les gusta “cocinar todos los días macarrones”. Por eso llegan a elaborar hasta 25 tipos de cerveza al año, que sacan en ediciones especiales para los más fieles de la marca, aquellos que acuden al estreno de cada nuevo producto en su birrería de Vielha, situada en la calle Major número 18A. Además de sus bebidas, allí también se puede degustar una variedad de bocadillos y platillos hechos con productos de proximidad y temporada, con la misma calidad de sus cervezas.

Otra de las que destaca David, que aprendió el oficio en la reconocida y pionera cervecera italiana Baladin, es la cerveza Bruno, dedicada al dueño de la nave de Bossòst donde elaboran. “Es un homenaje al propietario, nuestro amigo de 86 años, que nos ayuda siempre que hace falta”. Con su pasado de mecánico, es una pieza importante cuando se estropean máquinas, asegura David, remarcando sus habilidades. “Tiene una fórmula muy ligera y fácil”, apunta. Dinamita la impresión de que es fuerte, con solo 4,5 grados, condensa sabores a chocolate, café y regaliz.

Justo cuando acaban de celebrar los 15 años de Refu, un hito que no ha sido nada fácil, reconoce David, están en un buen momento, de equilibrio. La empresa tiene cuatro socios, que también son “amigos”, asegura el fundador, gente con sus mismos valores que ha ido sumando por el camino; y cuenta con una decena de trabajadores entre la fábrica y el bar. A pesar de los errores técnicos, los batacazos burocráticos y las inspecciones constantes, Refu ha seguido fiel a su filosofía de proyecto artesanal, respetuoso con el entorno y de proximidad, tanto de fabricación como de venta. Por ello, el 70% de su cerveza se vende en el entorno más próximo, principalmente en bares de todo el Pirineo aragonés y catalán.

El reto pendiente, pero también están en ello, es cultivar lúpulo en el Valle de Arán. Es uno de los objetivos marcados en su agenda a diez años vista y ya llevan cinco años experimentando con 90 plantas en un campo próximo a la cervecera. En 2030 esperan ponerlo en marcha. Mientras tanto, el año que viene sacarán su primera cerveza baja en alcohol, de 0,07 grados, que llevará CBD. “Será la birra del pureta, llamada bank, como se conoce la buena marihuana en la costa oeste de Estados Unidos, para todos aquellos que a los cuarenta han dejado de beber y fumar para ponerse a correr”, bromea con su estilo canallita. De hecho, uno de sus mantras ante cualquier trance, sobre todo cuando no salían los números, era repetirse: “Pero tenemos birra”. Y con una buena cerveza y la montaña, para David, todo pasa mejor.