Los mejores nuevos vinos españoles, según el gurú Dan Keeling
El autor de ‘¿Quién teme a Romanée-Conti?’ reflexiona sobre la falta de autoestima de los viticultores españoles en contraste con la originalidad de sus obras, y nombra sus cinco etiquetas favoritas

Un amigo británico me dijo recientemente que a los españoles les falta seguridad en sí mismos cuando hablan de vinos, una idea que me sorprendió porque no me encajaba en lo que sabía. No a la hora de elaborarlos, continuó —llevan generaciones haciendo unos vinos estupendos—, sino porque no son conscientes de que, sin alharacas, han conseguido que sean magníficos. Quizá es cuestión de humildad. Pero, después de dos décadas buscando la excelencia en una copa, lo puedo decir sin rodeos: España es el país vinícola más apasionante del mundo. Sin la menor duda.
No siempre fue así. Durante muchos años, los viticultores españoles trabajaron a la sombra de los châteaux de Burdeos que promocionaba Robert Parker, casi avergonzados de las uvas autóctonas que parecían no tener la dignidad de la cabernet y la merlot. Muchos, para destacar, decidieron aumentar la extracción, el roble nuevo y el alcohol, confundiendo el ruido con la seriedad. Pero luego llegó una generación nueva, de mente abierta, muy viajada e inspirada por la elegancia que habían probado en lugares menos conocidos como Chambolle-Musigny y Chablis. Volvieron la mirada hacia dentro y redescubrieron viñedos y variedades españolas largamente olvidadas que esperaban con paciencia a que alguien volviera a entenderlas.
Cuando Dani Landi —del dúo responsable de la revolucionaria bodega Comando G, en la sierra de Gredos— me dijo hace unos años que “España es como un castillo que ha permanecido cerrado mucho tiempo y cuyos tesoros empieza ahora a descubrir el mundo”, creí comprender a qué se refería. Pero no. Hasta que recorrí las bodegas de Gredos, Ribeira Sacra, Rioja, Cataluña, País Vasco y Jerez y probé vinos con viticultores que hablan del suelo como si fuera una religión, no lo entendí de verdad. España no era un gigante dormido, sino un país que ha ido perfeccionándose con discreción sin que los demás nos diéramos cuenta. Estos no son unos vinos refinados para atraer a los críticos estadounidenses ni seguir las tendencias. Son auténticos, vivos e inequívocamente españoles; y por eso son mucho mejores.
Hace años que la gastronomía española es la mejor del mundo; ahora son los viticultores, con su autenticidad, su pasión y su meticuloso trabajo artesanal, quienes están empezando a ocupar el primer plano. Estas cinco botellas muestran lo lejos —y lo alto— que ha llegado España.
Mas del Serral

Mas del Serral, de Pepe Raventós
Ube Miraflores

Ube Miraflores, de Ramiro Ibáñez
Vidonia, de Suertes del Marqués

Vidonia, de Suertes del Marqués
Els Escurçons, de Mas Martinet

Els Escurçons, de Mas Martinet
Bendito Destino Albillo Mayor Los Prados

Bendito Destino Albillo Mayor Los Prados

Especial Gastro de ‘El País Semanal’
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