Seis tintos riojanos de viñedos singulares
La categoría “Viñedo Singular” ha transformado la manera de entender el rioja. Ha impulsado la recuperación de viñas viejas y ha devuelto protagonismo al viticultor


El consumo de vino ha experimentado en las últimas décadas una transformación radical. Ya no forma parte del aporte calórico a la dieta diaria, ni es el acompañante obligado de la comida casera. Tampoco su dimensión colectiva y festiva, vinculada a celebraciones populares, tiene el mismo peso que antaño. La consecuencia ha sido una caída drástica: según la Organización Interprofesional del Vino de España (OIVE), el consumo per cápita hasta mayo de 2025 (periodo interanual) fue de 19,86 litros, muy lejos de los 60-80 litros estimados en las décadas de 1960-70. El vino ya no es un bien de primera necesidad, sino un producto electivo, asociado a momentos de ocio, cultura y relaciones sociales. De ahí que la relación entre consumo y vino no se base en la cantidad, sino en la calidad; y esta, en la singularidad, su máxima expresión. Hay que añadir, además, que no existe una gran comarca de vinos donde el terruño no marque la diferencia.
Así lo ha entendido la Denominación de Origen Calificada Rioja, símbolo del vino español por excelencia. En 2017 creó la categoría “Viñedo Singular” para vinos procedentes de parcelas excepcionales que, por su ubicación, historia, suelo y microclima, son capaces de producir uvas de una calidad extraordinaria y una personalidad única. El objetivo es ambicioso y claro: poner en valor el concepto de terruño en su máxima expresión, destacando los viñedos que, por sus características intrínsecas de clima, suelo, edad de las cepas, cultivo y elaboración, puedan generar vinos únicos. Se trata de una necesaria evolución conceptual que complementa la clásica clasificación por tiempo de envejecimiento en barrica y botella (crianza, reserva y gran reserva), añadiendo un nivel superior de diferenciación. La nueva figura cambia el foco: ya no importa tanto el método como el origen. Lo esencial es el viñedo, ese fragmento de tierra que define el carácter del vino, su memoria. Y lo hace con un exigente rigor que aúna condiciones edafológicas, climáticas y vitícolas, con la adecuada elaboración, a fin de garantizar no solo la autenticidad, sino también una calidad excepcional.
Para que un vino pueda ostentar el sello de “Viñedo Singular” debe cumplir con un conjunto de criterios. La parcela, o parcelas contiguas, estarán delimitadas, ser viejas, claramente definidas y reconocibles. Las cepas deben superar los 35 años de edad, condición que confiere a las uvas una concentración y complejidad aromática superiores, esenciales para un vino de alta gama. El viñedo debe tener un rendimiento por hectárea al menos un 20% inferior al máximo permitido para la variedad correspondiente, una limitación que prima la calidad sobre la cantidad. La vendimia ha de ser manual, lo que facilita una estricta selección de los racimos en su momento óptimo de maduración. Además, este proceso va acompañado de una trazabilidad rigurosamente documentada desde la cepa hasta la botella. La calidad del vino resultante debe ser calificado por unanimidad de excelente por un panel de expertos. Por último, el viticultor debe ser propietario del viñedo o contar con un contrato de arrendamiento a largo plazo, demostrando un compromiso duradero con la parcela.
La categoría “Viñedo Singular” ha transformado la manera de entender el rioja. Ha impulsado la recuperación de viñas viejas, muchas amenazadas por el abandono, y ha devuelto protagonismo al viticultor. También ha favorecido una viticultura más sostenible y respetuosa con el entorno, en la que cada parcela importa. Desde que se reconocieron los primeros “Viñedos Singulares” en 2019, la DOCa Rioja cuenta ya con 164 viñedos registrados, de 91 bodegas (y 7 promotores), que suman un total de casi 269 hectáreas. No se trata solo de pequeños o medianos viñadores que atesoran algunas de las parcelas más antiguas de Rioja, como Javier San Pedro cuyo el vino La Taconera (unos 70 euros) procede de media hectárea plantada en 1920, sino también de bodegas históricas como Marqués de Riscal, con su tinto Tapias (unos 120 euros), y Marqués de Vargas con Pradolagar (unos 150 euros), elaborado a partir de cepas plantadas en 1840. Así mismo, de bodegas tradicionales como Palacios Remondo, con Quiñón de Valmira (unos 450 euros); Luis Cañas, con Ribagaitas (unos 85 euros); Beronia, con Vareia (unos 78 euros). Incluso bodegas recientes, como Carlos Moro, los elaboran: su Viña Garugele (unos 85 euros) es la mejor apuesta riojana de un bodeguero vallisoletano con visión cosmopolita. Hoy, los vinos riojanos de “Viñedo Singular” vuelven a sus raíces para mirar al futuro: fiel reflejo del lugar del que proceden, donde la calidad y la singularidad son inseparables. Estos seis excelentes tintos tienen, además, el aliciente de una magnífica relación calidad/precio.
CERRADO DEL CASTILLO 2019

Castillo de Cuzcurrita
·Teléfono: 941 328 022
·DOCa: Rioja
·Tipo: tinto crianza, 15%
·Cepas: tempranillo
·Precio: 43,5 euros
·Puntuación: 9,7/10
VIÑA ZACO 2020

Bodegas Bilbaínas
·Teléfono: 941 310 147
·DOCa: Rioja
·Tipo: tinto crianza, 15%
·Cepas: tempranillo
·Precio: 50 euros
·Puntuación: 9,6+/10
EL BELISARIO 2020

Tierra
·Teléfono: 945 331 257
·DOCa: Rioja
·Tipo: tinto crianza, 13,5%
·Cepas: tempranillo
·Precio: 53 euros
·Puntuación: 9,6/10
IZADI EL REGALO 2022

Izadi
·Teléfono: 945 609 086
·DOCa: Rioja
·Tipo: tinto crianza, 14%
·Cepas: tempranillo
·Precio: 45 euros
·Puntuación: 9,4+/10
FINCA LA EMPERATRIZ 2019

La Emperatriz
·Teléfono: 941 300 105
·DOCa: Rioja
·Tipo: tinto crianza, 14,5%
·Cepas: tempranillo, garnacha y al de viura
·Precio: 37 euros
·Puntuación: 9,4/10
CANTERABUEY 2022

Real Agrado
·Teléfono: 941 142 389
·DOCa: Rioja
·Tipo: tinto crianza, 15%
·Cepas: garnacha
·Precio: 19,5 euros
·Puntuación: 9,3/10
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