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Jancis Robinson: “La proliferación de multimillonarios ha disparado el precio de los buenos vinos”

La crítica de vinos, considerada por muchos la más influyente del mundo, explica a EL PAÍS su entusiasmo por una nueva era en la que se apuesta en todo el mundo por variedades autóctonas, como la garnacha española. Señala el resurgir del jerez, que considera un valor seguro

La crítica de vinos Jancis Robinson cata un blanco, en un momento de la entrevista con EL PAÍS.
La crítica de vinos Jancis Robinson cata un blanco, en un momento de la entrevista con EL PAÍS.Ione Saizar
Rafa de Miguel

Jancis Robinson (Cumbria, Reino Unido, 73 años) pertenece a esa minoría de profesionales que, con un solo comentario, puede encumbrar y lanzar al estrellato mundial a unas bodegas o a un vino concreto. Posee el título más prestigioso entre los enólogos -Master of Wine-, y para muchos es, posiblemente, la mejor crítica de vinos en la actualidad. Escribe desde hace más de tres décadas una columna semanal, cada sábado, en el diario Financial Times; dirige y aporta contenido a la página especializada jancisrobinson.com; y su firma está detrás de dos libros que, para los aficionados y los críticos, tendrían cada uno por sí solo la categoría de “biblia” del vino: el Atlas Mundial del Vino (Ed. BLUME), ya por su octava edición, y The Oxford Companion to Wine, del que se acaba de presentar la quinta.

Recibe a EL PAÍS en su apartamento, cercano a la estación de King´s Cross. Desde el piso 14º, paredes acristaladas permiten ver con claridad el perfil de la ciudad de Londres: Los dominios de Robinson.

Pregunta. Medio siglo enamorada del vino. ¿Qué ha cambiado?

Respuesta. Empecé en el 75. Llevo ya más de 48 años dedicada a este mundo. Lo más apasionante que ha ocurrido durante todo este tiempo ha sido la democratización del vino, al menos en el Reino Unido. Se ha convertido en una bebida que disfruta todo el mundo, no solamente una élite.

P. Muchos se sorprenden al descubrir que el Reino Unido, y especialmente Londres, son plazas clave en el mercado mundial del vino.

R. Tenemos siglos de tradición comercial, que se juntan con el hecho de no ser productores de vino —aunque eso está cambiando ahora—. Y con nuestro afán de beber, nos hemos dedicado durante largo tiempo a importar vinos de todo el mundo. Teníamos además muchas colonias, como Australia, que nos lo enviaban. Gracias además al idioma inglés, Londres es un centro mundial para las publicaciones en torno al vino, y para la enología. En esta ciudad está el Wine and Spirits Education Trust (Fondo para la Enseñanza sobre Vinos y Espirituosos), al que acuden alumnos de todo el mundo. En 1966, la casa de subastas Christie´s resucitó las subastas de vinos, y aunque más tarde Hong Kong y luego Estados Unidos nos arrebataron la primacía en ese terreno, las subastas provocaron la aparición de importadores relevantes de vino.

P. Desde el respeto, ha sido usted bastante crítica respecto al modo en que el influyente crítico estadounidense Robert Parker revolucionó todo este mundo.

R. Robert Parker fue desde el principio muy trabajador, con una imparcialidad fuera de dudas y muy bueno a la hora de degustar, aunque no compartiéramos el mismo gusto respecto a algunos vinos. Es cierto que él siempre negó que prefiriera los vinos fuertes, con alta graduación alcohólica. Pero al ser tan poderoso, provocó que las bodegas de todo el mundo creyeran que le gustaban los vinos fuertes. Y hubo un periodo, durante la década de los noventa, en el que los productores de vino por todas partes estaban elaborando un caldo que se ajustara al gusto de Parker, y no a su propio gusto. Puedo entender por qué lo hacían. Parker no tenía la culpa, pero su influencia era enorme. No fue una buena senda para el mundo del vino.

P. Y ahora tendemos a lo contrario.

R. Ya lo decía Isaac Newton. Cada acción provoca una reacción. Por eso estoy tan contenta de que ahora se celebren y aprecien vinos más frescos y ligeros, y que estén tan de moda. El siglo XXI ha traído además una evolución muy saludable. Durante la década de los noventa, e incluso de los ochenta, todos los productores, al margen de que su terruño fuera o no favorable a ellos, intentaban hacer una copia de los tintos de Burdeos, a poder ser un poco más fuertes. Y con el blanco lo mismo, intentaban una copia de los Borgoña. Es decir, con las variedades de Cabernet Sauvignon o Chardonnay.

P. Que algunos han pasado a considerar aburridas… por eso nos hemos lanzado a la búsqueda de nuevas variedades, de más originalidad…

R. Hoy existe un movimiento similar, en gran medida, al que busca por ejemplo las variedades autóctonas de manzanas o tomates. Todo el mundo quiere producir un vino que exprese su propia originalidad, que demuestre que es algo único, y no una copia del que se hace en Francia. Las variedades autóctonas están recibiendo hoy mucha más atención. Bodegas Torres, por ejemplo, ha hecho un gran trabajo a ese respecto en el Penedés.

Jancis Robinson, en su apartamento de Kings Cross, en Londres.
Jancis Robinson, en su apartamento de Kings Cross, en Londres.Ione Saizar

P. Se me ocurre pensar en el auge de la variedad garnacha…

R. Sí, todas esas viñas centenarias. Son fantásticas. Durante un tiempo me llamó mucho la atención, y no terminaba de entender, por qué los importadores del vino español tenían una especial reverencia por el tempranillo. Y no estimaban en su justa medida la garnacha. Imagino que tiene que ver con que la garnacha estaba muy extendida, había mucha plantación, mientras que el tempranillo era la novedad. Me encanta el respeto que la garnacha está generando ahora.

P. Lo que pasa, estará de acuerdo, es que la mayoría de los consumidores, a la hora de la verdad, son conservadores y escépticos ante nuevas propuestas…

R. Estamos hablando de los vinos más vanguardistas, y en ese caso siempre les lleva un tiempo asentarse. El mercado de masas no está tan interesado en los nuevos vinos como los aficionados. Buscan habitualmente nombres familiares. Siempre me ha parecido un contraste muy interesante el que existe entre los clientes en general y el profesional cuando ambos leen la carta de vinos en un restaurante. Los primeros buscan desesperadamente un nombre que les suene, y eligen ese. Los profesionales buscan desesperadamente un nombre que no conozcan, y probablemente acaben llamando al sumiller para preguntarle por el vino y acaben aprendiendo algo nuevo. Yo aprendo algo nuevo cada día.

P. Pero cuando observamos el precio de algunos vinos, ¿de verdad merece la pena pagarlo?

R. Lo que yo he observado, y en parte lamento, es que a medida que la producción de vino ha mejorado, y lo ha hecho enormemente, y a medida que el cambio climático ha hecho que muchas más regiones puedan producir vino —la uva tiene ahora una maduración completa—, la diferencia de calidad entre el vino más barato y el vino más caro se ha reducido muchísimo. El vino barato ha mejorado, en proporción, mucho más que el caro. Sin embargo, la diferencia de precio se ha ensanchado de un modo descomunal. La relación calidad-precio del vino caro es mucho menor de lo que era antes. Y el motor que ha disparado el precio de estos “vinos trofeo” ha sido la proliferación de multimillonarios, que necesitan tener esos vinos que nadie puede tener, que quieren sus bodegas exclusivas.

P. Porque lo cierto es que ahora es relativamente fácil hacer un vino agradable al paladar.

R. Cuando era universitaria, a principios de los años setenta, dos de cada tres botellas de vino tenían algún defecto. O el vino estaba oxidado, o contenía un exceso de sulfuroso combinado. Sin embargo, ya no recuerdo la última vez que me topé con una botella defectuosa. Hoy en día, quizá muchos vinos sean aburridos, pero técnicamente están muy bien elaborados.

La reconocida crítica de vinos participa esta semana en el foro Copa de Jerez, en Jerez de la Frontera.
La reconocida crítica de vinos participa esta semana en el foro Copa de Jerez, en Jerez de la Frontera.

P. Acude esta semana al foro Copa Jerez, en Jerez de la Frontera. Es un vino por el que siente especial pasión y que se ha volcado en defender.

R. Me resulta muy triste, si pienso en los productores, comprobar cuántos jereces rebajados se pueden encontrar en el supermercado. Y es un vino que, definitivamente, me lanzaría a comprar cuando lo viera en las estanterías. No entiendo por qué les cuesta tanto trabajo venderlo a los productores, porque la mayoría son muy buenos y muy baratos.

P. ¿A qué se debe esa resistencia, al menos por parte del consumidor inglés?

R. No lo sé, imagino que la popularidad del jerez en el Reino Unido era tan grande, durante los años setenta y ochenta, que acabó produciendo la reacción contraria. O el hecho de que mucha gente siga pensando que se trata de una bebida dulce, aunque no lo sea en absoluto. Las bebidas dulces se han pasado de moda. O quizá el hecho de que no haya cada año una producción nueva de jerez haya hecho que los críticos hayan perdido interés.

P. Sin embargo, los productores parecen estar dando la vuelta a la situación.

R. Me gusta este movimiento que ha surgido ahora para producir jerez de viñedo único. Creo que ayudará a introducir nuevas dinámicas en esta categoría de vino. Del mismo modo que creo que puede ser una buena idea el lanzamiento del “vino de pasto” [un jerez sin fortificar que se consume como vino de mesa, con comida]. No es algo tradicional, pero puede ayudar al impulso de la región, igual que el turismo.

P. ¿Qué le resulta más interesante de los vinos de España?

R. España supone todo un desafío a la hora de trazar el mapa de sus vinos. En cada nueva edición de nuestro Atlas Mundial del Vino hemos tenido que incorporar nuevas zonas, como Campo de Borja, Cigales o Calatayud. Eran regiones sin importancia, y ahora están produciendo allí vinos realmente interesantes con muy buenos precios. España tiene tantos viñedos viejos, algo que a mí me apasiona. De hecho, hemos lanzado una página web de acceso libre que se llama oldvineregistry.org con el propósito de recoger y localizar todos los viñedos viejos del mundo.

P. Un vino para llevarse a una isla desierta.

R. Un vino para llevarse a una isla desierta sería un madeira portugués, porque nunca sabes si la isla será fría o cálida, y el madeira te mantiene caliente, mientras que su acidez te refresca. Y una botella abierta de ese vino dura eternamente.

P. El mejor vino que ha probado.

R. Un magnum de Château Cheval Blanc [bodega de Saint-Émilion, Francia] de 1947. Salió de la bodega de Henry Tang, entonces ministro de Finanzas de Hong Kong. Fue sencillamente maravilloso. Luego he vuelto a beberlo de otras botellas, pero al ser un vino tan famoso ha sido muy imitado. Ya no fue lo mismo.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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