Euskadi prueba una piscina flotante para criar 1.500 atunes en alta mar a salvo de temporales

En aguas abiertas de Getaria (Gipuzkoa) flotan dos grandes piscinas sumergibles de 50 metros de diámetro. En la superficie, a 3,6 millas náuticas de la costa, se observan unos anillos formados por tubos de polietileno de los que cuelgan unas mallas que se hunden hasta 30 metros de profundidad. Es la primera granja marina para el engorde de atún rojo que se instala en el Cantábrico. La cría de los pescados comenzará en el verano de 2025 y se espera que un año más tarde puedan convivir en este hábitat hasta 150 toneladas de atún. “Si aquí pasa la prueba, será una granja válida para cualquier sitio”, asegura Antonio López Zapata, director de Acuicultura de Balfegó, la empresa catalana que dirige este proyecto en colaboración con el centro científico y tecnológico AZTI. Las dos piscinas, de 22 toneladas de peso cada una, están preparadas para soportar las condiciones más adversas del Cantábrico, con vientos de más de 100 kilómetros por hora y olas de hasta 12 metros de altura.

El remolcador Facal Once condujo este pasado martes desde el puerto de Orio la segunda piscina hasta su ubicación a unos 5,7 kilómetros de la línea de costa. La primera ya había sido colocada allí con éxito el pasado 15 de octubre. López Zapata, al mando de las operaciones durante el montaje de las piscinas en tierra, su lanzamiento al agua y el traslado a mar abierto, confirma a este diario que “todo ha ido bien y la jaula ya ha quedado amarrada”.

La firma familiar Balfegó cuenta desde 2004 con instalaciones de este tipo para la cría y engorde de atunes rojos en L’Ametlla de Mar (Bajo Ebro, Tarragona). La diferencia con las que se han fabricado para el Cantábrico es que estas se pueden sumergir y reflotar en función de las condiciones oceanográficas. “Si tenemos la previsión de un fuerte temporal, hundimos unos metros las piscinas y conseguimos que los peces no sufran o se mueran. Cuando pasa la tormenta, la estructura vuelven a su posición y sale a la superficie”, explica el especialista en acuicultura. La idea de aplicar esta solución surgió tras los daños cuantiosos que sufrió la empresa cuando el temporal Gloria azotó en febrero de 2020 la costa mediterránea. Dos días de vientos de 75 nudos y olas de 14 metros azotaron sin piedad todo el litoral y destrozaron las granjas marinas, lo que provocó la huida de 10.000 atunes rojos que estaban en cautiverio. “Perdimos toda la producción”, recuerda López Zapata.

Esperan que la tecnología que se ha utilizado para el Cantábrico consiga salvar los peores fenómenos climáticos. El entramado colocado en el litoral vasco permite inyectar agua y sumergir toda la instalación unos 18 metros “para que el temporal pase por encima”. Cuando llega la calma, los tubos se llenan de aire a presión para que salga a flote. Las dos grandes jaulas circulares llevan un tren de 28 líneas de fondeo que están amarradas a anclas de 2.000 kilos de peso a más de 100 metros de profundidad y tienen un sistema de flotación formado por 20 boyas. “Cuenta sensores y cámaras que monitorizan en tiempo real la calidad del agua y la actividad biológica de la zona, lo que permite responder rápidamente a cualquier atisbo de impacto negativo en el medio marino”, explica Balfegó en la memoria del proyecto. La superficie marina total ocupada es de 766.629 metros cuadrados, según consta en el informe ambiental aprobado en diciembre de 2023 por el Gobierno vasco.

Las dos piscinas pasarán una fase de testeo durante este otoño y el próximo invierno para comprobar su flotabilidad, el funcionamiento del sistema de inmersión y la resistencia de las jaulas a fenómenos meteorológicos críticos. Durante el verano de 2025 se introducirán en las jaulas unos 100 o 150 atunes rojos. “Será el momento de ver la capacidad productiva de la granja”, explica López Zapata. Ese pescado no se comercializará y se entregará a entidades sin ánimo de lucro. La “prueba de fuego” llegará en 2026, con el engorde de 150.000 kilos de este túnido (unos 1.500 ejemplares de 100 kilos de peso). La idea es que, en el futuro, una parte de las más de 1.000 toneladas de atún con las que cuenta la flota vasca se destinen a esta explotación de acuicultura, sin que sea necesario ceder parte de esa cuota a pescadores de otras partes de España, como sucede en la actualidad.

Los bancos de atunes del Cantábrico suelen tener ejemplares de unos 50 kilos de peso, aunque el objetivo es pescar piezas que se acerquen a los 100 kilos. Actualmente, la pesca con redes de cerco no está permitida a 12 millas de la costa cantábrica, aunque el Ministerio de Agricultura y Pesca ha concedido una autorización provisional para esta experiencia piloto de investigación. Los peces capturados por barcos de cerco se transferirán vivos a una jaula móvil flotante. El traslado dentro de esa jaula hasta el área de cría y engorde se realiza a una media de un nudo por hora, a la velocidad a la que suelen nadar los atunes. Ya en las piscinas de acuicultura, los atunes recibirán alimento durante cinco o seis días a la semana, exclusivamente con pescado azul (sardinas, caballa y arenque, básicamente), “como lo harían en su hábitat natural”, dice el representante de Balfegó, “para que adquieran la textura con el punto de grasa ideal”.

Los promotores van a invertir 2,1 millones de euros en este proyecto. Se crearán alrededor de 40 puestos de trabajo directos y otros 200 indirectos. El director de AZTI, Rogelio Pozo, señala que “la iniciativa cuenta con el apoyo, permiso y autorización de todas las administraciones públicas concernidas en materia de pesca y medio ambiente, tanto nacionales como europeas. Ha sido aprobada por la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT), que avaluará sus resultados”.

Cuando los atunes hayan adquirido el tamaño adecuado para su comercialización serán sacrificados “uno a uno” dentro de las jaulas de cultivo mediante la técnica de sacrificio japonesa ikejime, que permite “la ausencia de estrés y de sufrimiento” del animal en el momento de morir. De este modo se consigue, aseguran los promotores, salvaguardar “la grasa infiltrada, su color rojo y el sabor y textura” que caracteriza al más preciado de los túnidos y el más valorado de esta familia en la cocina. Una parte de la cosecha se destinaría a su consumo en fresco, aunque la mayoría será procesado como congelado para su venta en España y, sobre todo, en el mercado asiático.