La peor semana en el Gobierno de Ayuso: “Esto es una traición. Yo no lo hubiera hecho”
La coalición entre Ciudadanos y Populares se resquebraja y sufre una nueva crisis por el enfrentamiento público entre dos de sus consejeros y el señalamiento público de Ayuso a su vicepresidente
A los amigos hay que tenerlos cerca. A los enemigos, más todavía. La frase, del guion de cine de El Padrino II (1974), resume muy bien la nueva crisis que vive el primer Gobierno de coalición de Ciudadanos y PP en la Comunidad de Madrid. El consejero de Sanidad del PP, Enrique Escudero, acusó esta semana de “fariseo” al consejero de Políticas Sociales de Ciudadanos, Alberto Reyero. La guinda a la nueva crisis regional vino tras la publicación de unos correos electrónicos en EL PAÍS. Los mensajes ponen en cuestión la gestión sanitaria del Gobierno madrileño durante la pandemia. Reyero se puso en contacto con Escudero a mediados de marzo para pedirle ayuda.
El impacto del coronavirus en las 475 residencias de la región era feroz. Solo en marzo fallecieron 1.364 residentes y solo el 13% recibió asistencia sanitaria, según publicó InfoLibre. Más de 6.000 ancianos han fallecido en las residencias hasta el mes de junio. El consejero de Sanidad popular no contestó a los correos de su compañero de Gobierno. “Esto [publicar los correos] es una traición. Yo no lo hubiera hecho”, dijo el consejero del PP. La comunicación entre ambas consejerías durante el mayor pico de la pandemia ha sido nula. Antes era en privado. Ahora nadie lo oculta en público. La Guerra Fría entre ambas formaciones es un hecho.
La semana en la Puerta del Sol comenzó con otro pequeño seísmo. La presidenta de la región, Isabel Díaz Ayuso, desautorizó en público a su vicepresidente, Ignacio Aguado. El de Ciudadanos inició por su cuenta una ronda de contactos con la oposición a 200 metros del despacho de la presidenta. “Esto no nos gusta”, dijo ella. La solución se impuso el miércoles. Ayuso ordenó iniciar otra ronda de partidos a su manera y en una sala contigua a su oficina de la Puerta del Sol. “Y hay que empezar por Vox, que a ellos les debemos este Gobierno”. Así se hizo. Los de Ciudadanos se replegaron. Acataron la orden de Ayuso. Entendieron que su iniciativa del lunes ya había triunfado. Una retirada a tiempo también es una victoria. “Hay que hablar con la oposición. La ciudadanía nos lo exige. Lo mismo ocurre en el Ayuntamiento y en otras comunidades en las que gobernamos juntos”, dijo el vicepresidente Aguado. El miércoles se sentaron todos juntos. La presidenta, el vicepresidente y los 11 consejeros.
Los consejos de este Gobierno suelen ser rápidos. Tanto, que en estos seis meses en el poder no han sacado adelante ni una sola ley. Las sesiones en Sol duran, como mucho, dos o tres horas. Los consejeros de Ciudadanos y del PP exponen sus asuntos sin mucho debate. Primero unos y luego otros. Dos gobiernos en uno. Por el PP, casi siempre se pronuncia Javier Fernández Lasquetty, consejero de Hacienda y hombre de máxima confianza de Ayuso. Lasquetty conoce muy bien el engranaje de la Comunidad. Fue el cerebro de la fallida privatización sanitaria que emprendió la expresidenta Esperanza Aguirre.
Por Ciudadanos, la voz cantante la suele llevar Ángel Garrido, expresidente de la Comunidad por el PP tras la dimisión de Cristina Cifuentes. Garrido no toleró la designación de Pablo Casado. No le gustó nada que el líder de los populares designara a Ayuso como candidata para la Comunidad y que a él lo encajase en las listas de Bruselas, lejos de Madrid. De talante moderado, Garrido no dio ningún grito en los medios de comunicación. Su portazo de indignación fue echarse en brazos del equipo de Ciudadanos un mes antes de las elecciones autonómicas. Ahora dirige la cartera de Transportes en el Gobierno de Ayuso. Hace un mes levantó la voz en EL PAÍS: “Pediría liderazgo desde la moderación; lo otro es caudillismo”.
El pasado domingo, otro hombre de confianza de Ayuso respondía a las palabras de Garrido. “¿Caudillismo? Nuestra presidenta, ni por edad, ni por convicción, ni por ideología lo puede ejercer”. Era el consejero popular de Justicia e Interior, Enrique López. Los últimos domingos en los quioscos madrileños está siendo una costumbre que los consejeros se pronuncien. Ahí muestran en público el termómetro de su Gobierno. Si durante la pandemia la idea del Gabinete de Ayuso era mantener un enfrentamiento público y constante con el Gobierno de Sánchez, ahora sus titulares se diluyen en enfrentamientos con la oposición en la Asamblea. La guerra, sin embargo, la tiene dentro, en su Gobierno.
Los dos últimos consejeros implicados representan las dos alas del pacto que emergió en la Puerta del Sol el pasado septiembre. Los dos partidos, por boca de sus consejeros, han iniciado una batalla pública sin control. Los populares guardan filas entorno al suyo. “Quien hable de que ha habido órdenes de no hacer derivaciones de personas mayores a los hospitales miente”, dicen fuentes populares. “Nosotros no atacamos a ningún compañero del Consejo de Gobierno”, responden en Ciudadanos. Traducido a una partida de ajedrez sería el movimiento de dos alfiles al centro del tablero. Si cae uno, caerá el otro. Si se mueven hacia atrás, no caerá ninguno. Según ambas formaciones, existe un acuerdo tácito por el que ninguno de los consejeros puede ser cesado por el otro partido. Cada uno responde por los suyos. Es decir, Ayuso, como presidenta, no puede cesar a ningún consejero de Ciudadanos. Y viceversa. Tablas en el tablero.
“La convivencia (con Escudero) está siendo complicada, pero se puede reconducir”Alberto Reyero, consejero de Políticas Sociales en Madrid
Aguado y su consejero díscolo con Ayuso se conocen desde hace seis años, cuando tomaron un café en la cafetería de la Asamblea. A Aguado le impactó que Reyero estuviera casi tres años pidiendo ayuda para su madre, que estaba ingresada en una residencia de mayores. Para mejorar eso, dicen en su entorno, entró en política: “Ha venido para cambiar el modelo de residencias”. La amistad de Aguado y Reyero es un hecho. Días antes del acuerdo de Gobierno con los populares, Aguado le llamó para indicarle su futuro: “Vete preparando la cartera de Asuntos Sociales, te quiero en el Gobierno”.
En el lado de los populares sucede más de lo mismo. Escudero y Ayuso han sido el muro de la pandemia en Madrid. Su batalla pública contra el Gobierno de Sánchez se ha multiplicado y les ha unido más todavía. Ninguno de los dos partidos quiere perder a sus alfiles discordes. Supondría una derrota ante el adversario, ante sus votantes y ante su socio de Gobierno. El adelanto de electoral solucionaría el conflicto de inmediato, pero supondría una decisión de proporciones imprevisibles y ya ha sido desmentido por Ayuso. “Tengo lo que quiero, que es un acuerdo con Ciudadanos y Vox. Ahora solo necesito paciencia”, dijo la presidenta hace unos días.
Aguado, por su parte, respondió que destituir a Reyero sería poco menos que “política-ficción”. El próximo miércoles se volverán a sentar todos de nuevo. ¿Se siente cómodo con el consejero de Asuntos Sociales en el Gobierno?, le preguntaron al consejero popular de Sanidad. “Bueno, yo… mi preocupación real son las personas mayores. No entiendo que él haga esas declaraciones, pero bueno”. Una hora después, respondió Reyero: “La convivencia está siendo complicada, pero se puede reconducir”. Y a continuación, soltó: “Yo he sido elegido por los madrileños y mi lealtad es con los madrileños”. Aguado defendió a los dos públicamente durante toda la semana. Ayuso solo se decantó por el suyo. Y el viernes, en plena tormenta, la presidenta y el vicepresidente guardaron silencio.
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