La izquierda contrataca a Ayuso con promesas sociales
La oposición madrileña se afana en combatir a su rival con propuestas programáticas, incluido un Iglesias en tono mucho más suave
Las primeras luces de este jueves aún titubeaban cuando Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida ya estaban en plena faena. Equipados con los preceptivos chalecos naranjas, la presidenta de la Comunidad y el alcalde de la capital se mezclaban con el barullo mañanero de Mercamadrid. Allí, entre la España que madruga, los periodistas preguntaron a Ayuso si esperaba una resolución inminente del Tribunal Constitucional sobre la candidatura de Toni Cantó. Sin mojarse en exceso, la presidenta defendió que el hasta ahora dirigente de Ciudadanos en Valencia es “prácticamente madrileño”. “Prácticamente” no parece un término con demasiado peso jurídico, y horas después el Tribunal Constitucional ratificaba la exclusión del actor de las listas del PP a las elecciones autonómicas del próximo 4 de mayo. Fin del vodevil.
La campaña madrileña, que oficialmente no empieza hasta el domingo, ha transcurrido alimentada por el ruido, los lemas tremendistas y algunos seriales como el de Cantó o el del tormentoso mitin de Vox en Vallecas, cuya llama se mantiene viva, una semana después, en cada intervención pública de los dirigentes del partido de Santiago Abascal. De propuestas, planes de Gobierno y esas cosas, pocas noticias lograban abrirse paso entre el estrépito de tuits y titulares gruesos. La izquierda intenta ahora cambiar el paso y centrarse en ofrecer propuestas. Un contrataque al liberalismo rampante de Ayuso a base de promesas sociales.
Ángel Gabilondo, impertérrito ante los que cuestionan su candidatura, no tuvo reparo en confesar este jueves que él mismo se ha preguntado alguna vez: “¿Cómo se les ha ocurrido pensar en mí?”. El aspirante socialista lo contó en el Ateneo de Madrid tras recordar que la misma pregunta se había hecho Manuel Azaña cuando le ofrecieron presidir esa entidad cultural. El propósito de Gabilondo, explicó, es el mismo que llevó al líder republicano a aceptar aquel encargo: solucionar “lo básico”. Y por lo básico comienza el programa que presentó en el Ateneo el candidato socialista. Una de sus principales promesas es aprobar un presupuesto para la Comunidad en sus primeros 100 días de Gobierno. No sonaría muy extraordinario si no fuese porque el Ejecutivo de Ayuso se ha pasado dos años sin sacar adelante unas cuentas públicas.
Gabilondo dijo que el suyo es un programa para los “olvidados”, a los que promete auxilio social: un suplemento autonómico de 150 euros para los perceptores del ingreso mínimo vital y otros 200 para los de la renta de inserción autonómica que tengan menores a cargo. Los socialistas proponen más gasto en educación y sanidad, con un nuevo plan de vacunación y el compromiso de mantener permanentemente abiertos los centros de salud.
Al tono estruendoso de la campaña había contribuido lo suyo la aparición inicial de Pablo Iglesias, lanzallamas en mano, para plantar cara al “fascismo” y pronosticar que Ayuso acabará con sus huesos en la cárcel. Ahora el candidato de Unidas Podemos ha suavizado el tono y lleva días dedicado también a presentar propuestas programáticas. Este jueves se adentró en uno de sus campos predilectos, el de la vivienda, escenario de sus últimas batallas no resueltas con los socialistas antes de abandonar el Gobierno central. Iglesias propone hacer en la Comunidad de Madrid lo que no ha conseguido de Pedro Sánchez: regular los precios del alquiler estableciendo unos máximos a partir del cálculo de los ingresos medios de cada barrio. Y además expropiar temporalmente viviendas vacías de propietarios que tengan más de diez para colocarlas en la oferta pública de alquiler.
Los compromisos para reforzar sanidad y educación también son centrales en el otro partido de la izquierda, Más Madrid, afanado en hacer una campaña muy propositiva. Esa oferta es lo que más une a la oposición a Ayuso. Y los impuestos, lo que más la separa. Los socialistas, empeñados en la caza de un hipotético votante de centro, han prometido no tocarlos. “Suponen que no es urgente que en la comunidad haya un reparto fiscal justo”, les criticó este jueves la candidata de Más Madrid, Mónica García. La promesa de Gabilondo ha quedado un tanto descafeinada después de que el Gobierno haya ratificado su intención de “armonizar” en toda España los impuestos de patrimonio y sucesiones, de los que, en la práctica, están exentos los madrileños. Iglesias ya se le ha adelantado y acaba de proponer que se eliminen las deducciones en ambos para los contribuyentes que superen el millón de euros de capital.
Lo que más divide a la izquierda es lo que más une a su derecha: PP, Vox y Ciudadanos siguen hablando al unísono de bajar impuestos. Para Ayuso, no se trata solo de un compromiso programático. Forma parte de eso que ella llama el “modo de vida madrileño”. La presidenta llegó a amenazar el pasado martes con una “rebelión” fiscal si el Gobierno de Sánchez impone subidas impositivas en Madrid. Y reiteró su propósito de acometer la “mayor rebaja fiscal de la historia”, la misma que promete desde hace dos años sin acabar de aprobarla.
En el debate sobre los impuestos, la izquierda de la izquierda ha encontrado los argumentos de autoridad más inesperados: el FMI y Joe Biden, favorables a incrementar la presión fiscal sobre los más ricos. Hasta la FAES, una de las fuentes de inspiración ideológica de la presidenta madrileña, acaba de reconocer que las bajadas de impuestos masivas vivieron su “canto del cisne” con Donald Trump. Eso, en Washington. Porque en Madrid, Ayuso resiste.
Con información de José Marcos y Juan José Mateo.
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