Junts rompe con ERC y Aragonès apuesta por gobernar en solitario
Un 55% de los afiliados del partido vota a favor de salir del Ejecutivo catalán y Borràs acusa al ‘president’ de querer mantener un Govern sin “legitimidad democrática”
Junts per Catalunya ha pulsado este viernes el detonador de la tan reivindicada por ellos unidad del independentismo catalán y se llevó por delante su participación en el Gobierno de la Generalitat. El partido heredero de Convergència Democràtica ha decidido romper con sus socios de Esquerra Republicana y abandonar el Ejecutivo tras una votación interna de la militancia en la que ha ganado el sector más rupturista del partido, defensor de salir del Govern y de hacer oposición dura a ERC para reivindicarse como único partido genuinamente soberanista.
La maniobra ha sido respaldada por el 55% de los militantes, que han votado en una consulta de dos días que ha abierto serias grietas entre el sector más duro y el más posibilista del partido. La decisión deja a Junts sin presencia en el Gobierno catalán, donde tenía siete consejeros y unos 250 altos cargos y asesores. Tras el portazo de la formación, el president, Pere Aragonès, ultima ya un nuevo Ejecutivo monocolor, más compacto y con presencia de independientes, con el que intentará capear los temporales producto de su exiguo apoyo en el Parlament, donde solo tiene garantizados 33 votos de un total de 135.
La consulta de Junts refleja su división interna. El 55,7% de los militantes han votado a favor de salir del Govern frente a un 42,3% que se ha inclinado por permanecer. Los grandes defensores de romper eran el grupo en torno a la presidenta del partido, Laura Borràs, procedentes del activismo independentista más que de la tradición de Convergència i Unió. El expresidente de la Generalitat huido de la justicia española, Carles Puigdemont, también empujó desde Bélgica a favor de la ruptura. Con poco que perder en el plano institucional, se han impuesto a los sectores más pragmáticos del partido, que defienden la acción política desde dentro de las administraciones.
Borràs, que fue suspendida como presidenta del Parlamento catalán en julio, logra así apuntalar su autoridad, en detrimento del secretario general de la formación, Jordi Turull. Ambos, sin embargo, han comparecido el viernes por la tarde con un tono triunfal, reivindicando las virtudes de la democracia interna del partido y criticando directamente al jefe del Govern: “El Gobierno de Pere Aragonès es un Gobierno fracasado, y carece de legitimidad democrática”, ha criticado Borràs. También ha insistido en que la ruptura con ERC no implica que ella tenga que abandonar su puesto en la Cámara, que era una de las condiciones pactadas con los republicanos. A su juicio, el president “tal vez se deba someter a una consulta en el Parlament sobre su continuidad”; si bien, después, tanto ella como Turull han asegurado que aún no se ha perfilado cuál será exactamente el camino que seguirá su oposición parlamentaria. Ese diseño se abordará a partir del lunes, aunque el secretario general ha insistido en que su formación “no se desentenderá de nada” en un momento de crisis social, dando a entender que al menos se abrirían a negociar los presupuestos de la comunidad que, por cierto, había diseñado hasta ahora un consejero de su partido.
Ambos han recordado que la consulta a la militancia se organizó por el rechazo de ERC a cumplir con puntos de la agenda independentista del Goven. Según Turull, Aragonès ha dado preeminencia a sus acuerdos con el PSOE frente a los que tenía con su partido, y Borràs ha añadido que es precisamente en esos pactos con los socialistas donde radica la pérdida de “legitimidad” del republicano. Sin embargo, Junts comparte el Ejecutivo de la Diputación de Barcelona con la formación liderada por Salvador Illa, una contradicción flagrante que Borràs ladea argumentando que es el pacto en el Palau de la Generalitat el que tiene “trascendencia nacional” y representa la voluntad sobre la independencia catalana.
El presidente de la Generalitat ha esperado a las explicaciones de Junts para dar a conocer sus planes inmediatos en una comparecencia en el Palau de la Generalitat. A primera hora de la noche ha ofrecido una conferencia de prensa en la que, sin citar al PSC ni a los comunes, ha asegurado que trabajará para construir “alianzas para hacer avanzar el país”. Ha insistido en que exprimirá la “vía de los grandes consensos” para “asegurar la estabilidad de las instituciones”. Y ha evitado cualquier referencia a la independencia. Sí ha dicho que aspira a nombrar un nuevo gabinete que “represente los consensos del 80% de la población de Cataluña” que, según él, es el porcentaje que defiende una consulta pactada sobre la independencia. Con ello ha insinuado que habrá independientes y personas próximas a los comunes. Lo que sí ha dejado claro es que no piensa convocar elecciones ni poner su cargo a disposición del Parlament, como le pide Junts. “A la ciudadanía no se la sirve abandonando las responsabilidades, por eso continuaremos gobernando”, ha dicho, insistiendo en que su objetivo final es que los ciudadanos “puedan decidir en libertad el futuro de Cataluña”.
No ha habido ningún mensaje hacia Junts para rehacer la unidad independentista, como sí había hecho minutos antes Laura Borràs: “Trabajaremos para recoser la unidad del independentismo, pero con el objetivo de pasar a la acción con los que quieran de verdad avanzar hacia la independencia”, defendió Borràs.
El tipo de oposición que decida hacer Junts en la Cámara catalana será clave. ERC dependerá de una geometría variable endemoniada en el Parlament, en la que el PSC (también con 33 escaños) y los comunes (8) tendrán un papel crucial. Eso será una fuente de desgaste que los de Borràs seguramente usarán de cara a la campaña de las elecciones municipales de mayo, agitando el fantasma de una coalición entre ERC y los socialistas. Mientras tanto, Esquerra gana poder ocupando la totalidad de los casi 500 cargos políticos y de confianza de la primera institución de Cataluña.
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