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“Nadie se cree que un gitano sea profesor. En la escuela me he encontrado con situaciones muy racistas”

A pesar de que los colegios cada vez tienen más alumnado de nacionalidad extranjera y diferentes etnias, esta diversidad no se refleja en los docentes

Josué Fajardo, profesor gitano de 27 años del barrio del Bon Pastor (Barcelona).
Josué Fajardo, profesor gitano de 27 años del barrio del Bon Pastor (Barcelona).CRISTÓBAL CASTRO

Cuando eres gitano, nadie espera que te saques bachillerato y llegues a la universidad. Imagina cuando dices que eres profesor de primaria. No te creen”. Josué Fajardo tiene 27 años y, junto con otro docente de un centro de Gavà (Baix Llobregat), son los dos únicos profesores gitanos de toda Cataluña. Pero ni la falta de referentes en su colectivo -un elemento clave a la hora de diseñar su camino de futuro- ni los prejuicios han logrado frenar a Fajardo.

Después de cinco años trabajando en el mercadillo con sus padres, este joven de Buen Pastor (Barcelona) retomó los estudios y se sacó bachillerato en una escuela nocturna. Se matriculó en el grado de Educación Primaria, en la modalidad a distancia, que tuvo que compaginar dos trabajos, dos hijos y mucho esfuerzo. Pero hace un año logró graduarse. Actualmente, es profesor de primaria especializado en inglés. “Mi madre siempre ha sido profesora de escuela dominical en la iglesia. Yo también lo fui un tiempo y, como disfrutaba tanto estando con los niños, me decanté por estudiar Educación Primaria”, explica. Ahora, como profesor, aspira a convertirse en el referente que él nunca tuvo en la escuela.

A pesar de que los centros educativos cada vez tienen más alumnado de nacionalidad extranjera -cerca del 15% en Cataluña, según datos de Idescat - y de diferentes etnias, esta diversidad no se traduce en las plantillas del profesorado. En un año, Josué Fajardo ha trabajado temporalmente en tres escuelas, y en ninguna había otro profesor gitano. En la misma situación se ha encontrado Bintou Jarju, de 43 años y de madre andaluza y padre senegalés. Trabaja en el servicio educativo de Mataró, pero ejerció como docente durante más de 15 años. Solo en una ocasión coincidió con otra profesora racializada. “Soy madre de dos hijos y me preocupa que no tengan maestros con los que verse reflejados. Es normal que en su momento yo no los tuviera, pero no que, después de tantos años, ellos sigan sin tenerlos”, opina. Jarju se alejó hace años de las aulas, y ahora trabaja como asesora LIC, es decir, como asesora educativa para los centros de Mataró, especializada en temas de lengua, interculturalidad y cohesión social.

La falta de referentes educativos es uno de los problemas derivados de la poca diversidad que hay en los equipos docentes. “La escuela puede ser una herramienta de cohesión y respeto, pero también reproduce muchas de las desigualdades que hay en nuestra sociedad”, explica Moisés Esteban-Guitart, catedrático en el Departamento de Psicología de la Universidad de Girona y director del Instituto Investigación Educativa. El experto indica que la etapa de infantil y primaria es clave para la construcción de la identidad de los niños y, teniendo en cuenta la diversidad existente entre los más pequeños, lo ideal sería que tuvieran profesores con los que identificarse. “Profesores que compartan su misma lengua, con una cultura parecida, y que sean el ejemplo y el modelo para cualquiera que se lo proponga puede llegar a la universidad y a cualquier oficio”, añade Esteban-Guitart.

Karen Onwuka nació en Inglaterra, y es de madre española y padre inglés de origen nigeriano. Trabaja desde hace 15 años en la escuela Sant Bernat de Olesa de Montserrat como profesora de Primaria.
Karen Onwuka nació en Inglaterra, y es de madre española y padre inglés de origen nigeriano. Trabaja desde hace 15 años en la escuela Sant Bernat de Olesa de Montserrat como profesora de Primaria. Massimiliano Minocri
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Karen Onwuka tiene 46 años y es otra de las pocas profesoras racializadas que hay en Cataluña. Hace 18 que es maestra de Primaria, especializada en inglés, y es consciente de que lo que ha logrado ha sido gracias “a la lucha de muchas personas”, asegura. Sin embargo, discrepa de la idea de que un alumno conecte con el profesor por el hecho de tener el mismo origen o pertenecer a una etnia concreta. “Todo depende del profesor. Hay docentes racializados muy buenos. Hay otros con cierta rabia, y me preocupa que la transmitan a sus alumnos”, tercia. Onwuka lleva 15 años trabajando en la escuela Sant Bernat de Olesa de Montserrat (Baix Llobregat), un centro que presume de la gran diversidad que hay entre los alumnos. Por ello, la profesora defiende que es importante que todos los maestros tengan en cuenta esta diversidad y la vean como un hecho positivo.

Frenar el racismo desde las aulas

Cuando era pequeño, Josué Fajardo estudió toda su vida en un colegio de monjas, donde “todo era muy blanco” y él era el único gitano. El diferente. Vivió episodios racistas que, ahora como profesor, sigue viviendo. “En la escuela me he encontrado con situaciones muy discriminatorias. A mucha gente le cuesta creer que yo sea el profesor; no conciben que un gitano tenga estudios y pueda cumplir con sus obligaciones”, lamenta. Pero Fajardo nunca ha ido gritando a los cuatro vientos que es gitano: “No me gusta que se condicione mi trabajo por quien soy, sino por mi profesionalidad”.

Onwuka también ha vivido situaciones desagradables en alguna de las escuelas por las que ha pasado en sus 18 años de carrera, pero su estrategia siempre ha sido la de la indiferencia: “Hacerme más fuerte y creer en mí”, resume. De hecho, en ocasiones se ha enterado de que alguno de sus alumnos ha reaccionado ante comentarios racistas, defendiendo que su profesora es negra y no está bien decir esas cosas. “Al crear vínculos con tus alumnos los haces reflexionar sobre lo absurdos que son los típicos chistes racistas y todos los prejuicios que se tienen hacia nosotros”.

Jarju se muestra también crítica con los discursos institucionales que defienden la interculturalidad y la integración de los inmigrantes. “Muchas veces se cree que los que llegan son los únicos que tienen que adaptarse. Y para mí esto es un error: yo me adapto y tú te adaptas”, opina Bintou Jarju. La asesora, además, denuncia que aunque las personas de origen inmigrante estén plenamente integradas, no pueden evitar situaciones discriminatorias del sistema. “Adáptate, sí, pero el día que te toque buscar un puesto de trabajo te recordaré de dónde vienes”, se queja.

El catedrático Esteban-Guitart considera que el reto de futuro de la sociedad pasa por “diversificar la normalidad y normalizar la diversidad”. “Una sociedad más madura y democrática será aquella que consiga que el profesorado refleje la diversidad de orígenes, de géneros, de lenguas y de culturas que hay en nuestro país”, concluye.

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