Cataluña hará test masivos en dos barrios de Barcelona
El Departamento de Salud comenzará en los próximos días un cribado en Torre Baró y Besòs-Maresme, dos de los vecindarios más humildes de la ciudad
La estrategia catalana de ir a la caza de la covid-19 con pruebas masivas en puntos concretos del territorio se extiende. Después de pasar por Terrassa, Sabadell y Ripollet, entre otros, el Departamento de Salud ha confirmado que los cribados con PCR para atajar la transmisión del virus se harán también en Barcelona. En concreto, en dos barrios de la capital catalana, Torre Baró y Besòs-Maresme, dos de las zonas más humildes de la ciudad y donde la renta media anual no supera los 10.000 euros, según los datos del Ayuntamiento de Barcelona. Con cifras de la última semana, la ciudad tiene una tasa de 80,55 casos por 100.000 habitantes, por encima de la de Cataluña (71,7).
Los barrios escogidos por Salud para estrenar los cribados masivos en Barcelona son algunas de las zonas más deprimidas de la ciudad y con mayor problemática socioeconómica. Torre Baró, que acumula una tasa de 1.122 casos por 100.000 habitantes desde el 1 de julio, tiene una de las rentas familiares más bajas de la ciudad: si el indicador de renta familiar disponible sitúa la media de Barcelona (21.896 euros al año) en 100, el de este vecindario es 46,5. El distrito de Nou Barris, al que pertenece Torre Baró, es el que tiene la renta más baja de la ciudad (12.000 euros) y, según un estudio reciente del Hospital del Mar y el Instituto Universitario de Investigación en Atención Primaria Jordi Gol (IDIAPGol), también ha sido el más azotado por el coronavirus: la incidencia en este distrito en la primera oleada fue de 69,58 infectados por 10.000 habitantes, casi tres veces más que en los barrios ricos, como el distrito de Sarrià-Sant Gervasi.
El otro barrio donde se extenderá el cribado masivo es el de Besòs-Maresme, un vecindario de la periferia de Barcelona, colindante con el municipio de Sant Adrià del Besòs. Allí, la incidencia de casos desde el 1 de julio es de 837 infectados por 100.000 habitantes, dos veces más que la media de la ciudad en el mismo período (396). El indicador de renta familiar disponible también está muy por debajo de la media de la ciudad y se sitúa en 60,4. En el Besòs, más del 30% de los vecinos tienen estudios primarios o menos y la tasa de paro es del 9,6%, más de 2,5 puntos superior a la media de Barcelona. El 75% del barrio es usuario de servicios sociales.
“Será una estrategia útil que ayudará a reducir las cadenas de transmisión”, asegura Toni Trilla, jefe de Medicina Preveintiva del Hospital Clínic de Barcelona. El epidemiólogo sostiene, no obstante, que el entorno socioeconómico supone “una dificultad adicional” para atajar el virus. “La población de estos barrios no siempre tiene un nivel de vivienda óptimo ni capacidad de aislarse, en caso de que dén positivo, sin que eso repercuta en su situación económica. Es una situación muy compleja”, explica el experto.
Desde el 1 de julio, en Torre Baró se han detectado 33 casos y en el Besòs-Maresme, otros 215. “Estamos trabajando desde el principio de la pandemia para adelantarnos a los acontecimientos. Hemos trabajado con Salud una iniciativa conjunta, que es la voluntad de comenzar en dos barrios la detención precoz con pruebas PCR. Se trata de extender estas tomas de PCR a otros barrios de la ciudad con el propósito de detectar los contagios”, ha explicado este miércoles la tercera teniente de alcalde de Barcelona, Laia Bonet. El cribado en el vecindario de Nou Barris se realizará este fin de semana y las pruebas masivas en el Besòs-Maresme se hará entre el lunes y el miércoles de la semana que viene. El Ayuntamiento y el Departamento de Salud están ultimando todavía las zonas concretas de estos vecindarios donde se focalizará el cribado, el tipo de población diana al que se quiere llegar y el número de test que se quieren realizar.
El Departamento de Salud recurre a los cribados masivos cuando hay un incremento de casos en una zona muy concreta pero se desconoce el origen exacto o se necesita ampliar la búsqueda de asintomáticos para cortar las cadenas de transmisión. “Cuanto más acotado en área geográfica o una población concreta, mejor. Puedes hacer pruebas masivas a millones de personas si tienes la capacidad tecnológiacc y el motivo para hacerlas, pero en este momento, aquí no toca hacer eso”, valora Trilla.
Las primeras experiencias en Sabadell, Terrassa y Ripollet, donde se hicieron unas 6.000 PCR en tres días, revelaron un 1,6% de infectados asintomáticos. Unos datos muy “positivos”, según el secretario de Salud Pública, Josep Maria Argimon, porque permiten atajar cadenas de transmisión al detectar personas positivas que, sin saberlo, estaban infectando a otros. También se están haciendo cribados en Vilafranca del Penedès y en Santa Coloma de Gramenet. La estrategia más efectiva del cribado masivo, sin embargo, es hacerlo puerta a puerta, como se hizo en Granollers o en varios bloques de viviendas de Ripollet. En el primer caso, del millar de pruebas que se realizaron, se encontraron un 10% de positivos y, en el segundo caso, de 329 pruebas realizadas, se encontraron un 4,3% de asintomáticos.
“Vamos a buscar los casos, perseguir al virus, para cortar las cadenas de transmisión. Lo mejor que podemos hacer ahora, en esta época, es hacer prevención para no comprometer la capacidad asistencial del sistema de salud”, ha dicho este miércoles la consejera de Salud, Alba Vergés, tras visitar el dispositivo de cribado en dos barrios de Santa Coloma de Gramenet. Trilla señala, no obstante, que los cribados masivos son “una pieza más, no la definitiva” para contener la covid-19. Y recuerda que es preciso garantizar el aislamiento de los casos positivos y la identificación y cuarentena de todos sus contactos.
Nada es fácil en Torre Baró
Torre Baró es uno de los 13 barrios de uno de los distritos más humildes de Barcelona, Nou Barris. Coronado por un castillo inacabado -que debía haber sido un hotel- se descuelga una desordenada zona de la sierra de Collserola que creció sin control a mitad del siglo XX. Las casas son fruto de la autoconstrucción. A penas llegan los autobuses, no hay comercios y cada vivienda tiene un diseño diferente fruto de materiales de derribo, de segunda mano o de oferta. Las callejuelas se retuercen en esta parte de la ciudad que también forma parte de la Gran Barcelona. “Nosotros parece que no seamos de la ciudad, estamos totalmente olvidados por las instituciones”, advierte Cristóbal López, uno de los vecinos de la calle Lliçà. “Yo mismo hice mi casa con mucho esfuerzo. Como todos aquí”, asegura. López es de los pocos vecinos a los que no les sorprende que el coronavirus haya herido a esta parte de la ciudad. “¿Entonces tenemos que ir a hacernos la prueba? Es que la juventud está dando vueltas por aquí sin preocupaciones”.
La parroquia de Santa Bernardeta es la que nutre de ayuda espiritual, y también material, al todo el barrio. Rafaela Macarro no podía pagar el alquiler de su casa y le ofrecieron, por 200 euros, arrendar la “casa del cura”. Ella se encarga de limpiar la parroquia y ayuda en todo lo que puede. La iglesia tiene desde hace semanas algunos bancos precintados. “Hay que mantener las distancias entre los feligreses. Aun así, durante todo agosto las misas serán abajo en Sant Lluc, tocando con el barrio de Vallbona. Entre los que vienen a misa no he escuchado nada de contagiados pero nunca se sabe”, advierte Macarro. La vecina que ahora vive en la casa parroquial destaca con orgullo que trabajó cuidando, en sus últimos años de vida, a Manuel Vital. Vital fue un líder vecinal que en 1978 secuestró un autobús de la línea 47 y lo llevó al barrio donde demostró a las instituciones que, al contrario de los que ellas decían, los autobuses si podían circular por el barrio. Un referente de la lucha de los más desfavorecidos en esta parte de la ciudad.
En Torre Baró para comprar hay que ir hasta el barrio de Ciutat Meridiana. Nada es fácil en esta Barcelona. Pablo tiene dos perros, Bimba y Luna, está jubilado y contempla como reparan parte de la carretera de la callde de Castellfollit. “Aquí hay naturaleza pero también hay virus. Mi cuñado cree que está infectado. Se ha ido esta mañana a hacer la prueba. Parece que todo proviene de una fiesta en una discoteca”, lamenta. A pocos metros de allí, en la acera frente al bar Descanso, Esther habla con los vecinos. “Yo llevo cuatro años de okupa en un piso de un banco. Este sitio es pura naturaleza. Yo no llevo mascarilla nunca”, sonríe la joven junto con su perrito Tico. Alexis Felices y su hija Martina sí que llevan mascarilla: “Vivir aquí tiene algunas incomodidades pero esto del virus no lo habíamos previsto. Iremos a hacernos las pruebas cuando nos digan”, sonríe Alexis.
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