La corrupción y el acoso noquean al Gobierno
Sánchez descarta una gran crisis de Gobierno o elecciones pese a la sucesión de escándalos. Los socios presionan para que dé un giro pero a nadie le conviene un adelanto. El PP sigue sin plantearse la moción de censura

Siete años y medio después de llegar a La Moncloa, Pedro Sánchez y su núcleo duro cada vez tienen más dificultades para responder a la pregunta que recorre toda la política española: ¿esto aguanta? Siempre es difícil evaluar cuál ha sido la peor semana para un Gobierno que vive en el filo de la navaja desde hace meses, pero esta última compite con mucha fuerza por ese podio.
La combinación de la explosión simultánea de varios casos de acoso sexual en el PSOE, un auténtico me too que está destrozando la imagen del partido especialmente entre las mujeres, sus principales votantes, y de nuevos escándalos de corrupción, con varias detenciones y entrada de la UCO en tres ministerios para pedir información, ha terminado de bloquear al Gobierno y lo ha llevado a un KO técnico, incapaz de sacar la cabeza y devolver la agenda a la gestión. Sánchez intentará lanzar un mensaje tranquilizador este lunes, con una comparecencia muy delicada ante los medios en La Moncloa, precedida de un mitin en Extremadura este domingo.
Los planes de anuncios que tenía el presidente han sido pospuestos, según diversas fuentes, que admiten que es imposible introducir ningún elemento positivo en este ambiente tóxico. La Moncloa está en shock, preparando la comparecencia del lunes y mirando con desesperación los saltos de nuevos casos, los movimientos de jueces y policías, los detalles escandalosos de cada asunto y el riesgo de una nueva semana catastrófica en plena recta final de la campaña de las elecciones extremeñas, donde se teme un resultado pésimo para la izquierda el próximo domingo. Y todo eso, sin mayoría garantizada en el Congreso tras la ruptura de Junts.
Sánchez pide ideas, habla como siempre con decenas de personas, hace reuniones de estrategia con su equipo, evalúa planes de Gobierno y anuncios para intentar recuperar el pulso a partir de enero, tras las vacaciones. Ahora todos en el Ejecutivo las ansían como las de agosto, que les salvaron en la otra gran crisis de julio tras la dimisión de Santos Cerdán. De momento el presidente ha optado por no tomar decisiones drásticas y rechaza la idea de un cambio de Gobierno profundo como le pide Yolanda Díaz. Solo tiene previsto de momento relevar a Pilar Alegría, la portavoz, que dejará el Gobierno ante la convocatoria de elecciones anticipadas en Aragón, donde es la candidata del PSOE. Ese movimiento llegará probablemente justo después de las extremeñas del 21.
Sería una ocasión perfecta para hacer una remodelación más amplia, pero Sánchez no ve ahora esa jugada, según explican en su entorno. Él, señalan, cree que hay que aferrarse a la gestión, subir las pensiones, el salario mínimo, tomar nuevas decisiones en vivienda, gestionar los fondos europeos, usar al máximo el Gobierno para hacer política progresista, y no precipitarse.
Una persona cercana explica la visión del presidente en un momento de máxima debilidad, con los socios cada vez más inquietos, un ambiente depresivo en la izquierda española y un PSOE convertido en un polvorín, donde empiezan a aflorar tensiones internas y un descomunal enfado, no solo entre las mujeres, por la desastrosa gestión de los casos de acoso. “No restamos un ápice a la gravedad de los casos, y por eso hemos respondido. Pero los que hablan de fin de ciclo olvidan que de la permanencia de este Gobierno depende que a un trabajador le suban el salario mínimo o su pensión, que un chaval tenga una beca o un mayor dependiente cuente con una ayuda. Templanza y orgullo por lo que hacemos. Hemos cometido errores, pero hay muchos más aciertos y estamos logrando que España sea un país mejor”, señala.
El PP ha diseñado una secuencia de cuatro elecciones seguidas donde la izquierda lo tiene muy difícil -Extremadura, Aragón, Castilla y León y Andalucía- para rematar esa idea de fin de ciclo que se está instalando en muchos sectores. En el PSOE algunos empiezan a pensar que tal vez sería mejor un adelanto electoral para evitar un desgaste mayor que les lleve a un hundimiento total dentro de un año. La primera ventana de oportunidad sería convocar las generales conjuntamente con las andaluzas, en junio. Pero Sánchez y los suyos no están para nada en ese escenario.
Diversas personas cercanas al presidente coinciden en que el análisis que se hace en La Moncloa es que en este momento la situación es muy mala, nadie lo niega, pero aducen que no está escrito que vaya a encontrarse peor dentro de un año. Es entonces, si aguanta, cuando Sánchez debería ya fijar fecha si quiere hacer los comicios antes de las municipales de mayo, algo que los alcaldes y líderes provinciales le exigen y que casi todos los consultados dan por hecho.
El modelo sería el de 2019: entonces fueron generales en abril y municipales en mayo, ahora podrían estar más distanciadas. Sánchez ha descartado el superdomingo: generales, autonómicas y municipales el mismo día. Otra posibilidad sería generales en otoño de 2026, aunque el presidente insiste mucho en que quiere terminar de ejecutar los fondos europeos, que algunas veces ha definido ante los suyos como “los verdaderos presupuestos”, los que le han permitido invertir en proyectos multimillonarios a pesar de no lograr aprobar unas cuentas desde 2022.
Una persona muy cercana al presidente lo tiene claro: “Esto es como en julio. Hay una presión enorme para que caiga Sánchez ahora, antes de que la amnistía se pueda cumplir del todo y vuelva Carles Puigdemont. Pero el tiempo juega a favor del presidente. Esto debería bajar. Los casos de Ábalos y Cerdán se resolverán en unos meses en el Supremo. La gente verá las consecuencias de gobiernos autonómicos con un Vox reforzado, que puede ser decisivo en Andalucía. Vamos a ver qué pasa en las elecciones de medio término en EEUU. Y la economía española va a seguir dando buenas noticias. Hay que tener calma”.
Distintos dirigentes consultados señalan que las decisiones estratégicas que tiene que tomar Sánchez ahora no son ya para poder gobernar después de las próximas elecciones, algo muy improbable según todos los sondeos, sino para preparar la resistencia en la oposición para cuando lleguen PP y Vox a La Moncloa. Y ahí no es lo mismo hacerlo desde 130 escaños que estar por debajo de 100. Por eso la decisión de la fecha de los comicios, que tiene Sánchez en su mano, es clave. “Cuando lo que está en juego es el único gran gobierno de izquierdas en toda Europa y un referente para toda la izquierda mundial, te tienes que pensar mucho cuándo convocas las elecciones. Si no hay mayoría alternativa y podemos sacar adelante lo principal, como ha pasado esta semana y pasará con la subida de pensiones en enero, podemos seguir. ¿Dentro de un año estaremos mejor o peor? Esa es la gran pregunta. Nosotros creemos que estaremos mejor”, responde otro miembro de la cúpula.
Mientras en España Sánchez está en un momento de extrema debilidad, en Europa sigue siendo una estrella para la izquierda, como prueba que esta misma semana el semanario italiano L’Espresso lo haya nombrado persona del año, justo el día en que se sucedían los escándalos.
“Esto es un meneo muy gordo, pero no tiene fuerza para cargarse un Gobierno. Sí para desgastarlo mucho, eso está claro. Pero hay que aferrarse a la gestión”, señala un ministro. “Sánchez va a terminar su ciclo y lo hará con unos datos de éxito. Serán ocho años impresionantes en cifras. No nos vamos a ir por la puerta de atrás. Para sacar a Sánchez antes de que se acabe su mandato tendrían que imputarlo en algo, que sabemos que lo están intentando. No tienen nada directo contra él. ¿Ha habido muchos errores en la elección de su gente de confianza? Sin duda. Nos ha traicionado gente muy importante. Pero no podemos dejar que una gestión como esta quede solo marcada por esos chorizos”, resume otro. La sensación de que hay jueces buscando una posible imputación del presidente por cualquier motivo está muy extendida en el Gobierno.
“Estamos pasando un mal momento por los casos de corrupción y acoso. No es fácil. Pero estamos acostumbrados a aguantar la respiración. Que surjan manzanas podridas, errores, es consustancial a la tarea de un Gobierno. Lo importante es cómo reaccionas. Nuestro deber es seguir trabajando para mejorar la vida de la gente y lo vamos a hacer”, remata otro miembro del Ejecutivo.
Pero en Sumar sí le exigen un cambio radical. La situación en los socios de coalición es delicada. “Venimos de una cultura muy clara en estas cuestiones, la comunista”, subraya un dirigente de ese espacio político. “Nosotros hemos gobernado en muchos sitios y no tenemos ni un caso de corrupción. No nos vamos a tragar eso. Tampoco el acoso. Nosotros tuvimos el caso Errejón, que era un dirigente mucho más importante que Salazar, y lo echamos aún sin denuncia, con una publicación de Instagram. Y nunca más volvió a colaborar. Es incomprensible lo que hicieron con Salazar”.
En este espacio a la izquierda del PSOE hay gente que incluso se plantea si no deberían salir del Gobierno para evitar un desgaste mayor. Pero esa posición de momento es minoritaria, según diversas fuentes. La opción A es convencer a Sánchez para que haga un giro y un cambio de Gobierno fuerte, como volvió a pedir el ministro Ernest Urtasun este sábado.
El PNV es un buen termómetro. Presiona, pide cambios y sube el tono, pero sin romper. “O el PSOE consigue detener esta hemorragia de escándalos o el presidente tendrá que convocar elecciones ya, porque así no se puede aguantar año y medio”,advirtió este sábado su presidente, Aitor Esteban. Pero a la vez, pidió al Gobierno que agilice la negociación de las transferencias pendientes para cerrar el Estatuto vasco, un objetivo que se frustraría en caso de una llamada inmediata a las urnas.
Con ERC es parecido. Oriol Junqueras, líder de ERC, exige “hechos y compromisos” para acabar con “cualquier forma de acoso sexual y de corrupción”. Pero a la vez dice que “cerrar el paso a la extrema derecha y a la derecha extrema es un deber innegociable”. Fuentes de ERC resumen: que haga algo fuerte pero que aguante, porque la alternativa es mucho peor. ERC está negociando la financiación singular catalana, que unas elecciones ahora también darían al traste.
Aunque Junts está mucho más enfrentada al Ejecutivo, tampoco quiere elecciones. Si hubiera comicios, el PP, que está bloqueando la renovación del Tribunal Constitucional, podría aspirar a lograr los 3/5 del Senado con Vox y así nombrar cuatro magistrados conservadores -en vez de dos de cada tendencia pactados con el PSOE, que es lo habitual- y cambiar la mayoría progresista. Si eso se hiciera antes de que se resuelva la petición de amparo de Puigdemont, su regreso a Cataluña sería mucho más improbable. Nadie salvo el PP y Vox parecen tener incentivos para ir a elecciones anticipadas.
El PP cree que los socialistas están ya en un fin de ciclo y que la caída del Gobierno es solo cuestión de tiempo. Las urnas, están convencidos, otorgarán una mayoría abrumadora de la derecha y la extrema derecha. En el cuartel general de los populares sostienen que los socialistas han entrado en barrena para mucho tiempo y que “va a costarles años recuperar la credibilidad en la lucha contra la corrupción y el feminismo”. Y se felicitan de que la oposición se la está haciendo al Ejecutivo, más que ellos mismos, la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil. Un alto cargo muy próximo a Alberto Núñez Feijóo bromeaba este jueves, a la salida del último pleno del año, con el voto a favor del PP del decreto que subirá el salario a los funcionarios 2,5% este año: “Teníamos que hacer un agradecimiento a los funcionarios de la UCO”.
Génova cree que no es la corrupción, sino el escándalo de los casos de acoso sexual lo que más daño está provocando al PSOE. Los populares han centrado estos días toda su estrategia en el caso Salazar tratando de arañar a los socialistas el voto femenino, con la ventaja de que en este tema su principal competidor en la derecha, Vox, no consigue meter baza porque tiene una brecha muy importante con las mujeres por su negacionismo de la violencia de género.
Feijóo ha llegado a erigirse en un representante del feminismo y le espetó a Sánchez en la sesión de control que “el feminismo no se predica, se practica”. Aunque el líder del PP tiene también derrapes en este terreno, como cuando justificó al dirigente de Vox Carlos Flores, condenado por maltrato a su esposa, diciendo que había tenido “un divorcio duro”. Mientras atacan al PSOE por no haber actuado con más contundencia ante las denuncias de las mujeres, los populares defienden en privado la inocencia del exconsellero de Pesca de Galicia, Alfonso Villares, que dimitió el pasado junio tras una denuncia de agresión sexual. El PP no tiene un canal específico para denunciar acoso en el partido, sino que los casos se reciben en un buzón genérico de problemas internos.
Con cuatro elecciones en solo seis meses, Génova busca una erosión progresiva del PSOE, territorio a territorio. El problema para el PP es que, en paralelo, la foto incluirá también una subida de Vox. En el entorno de Feijóo admiten ese riesgo, pero afirman que lo importante es la sucesión de golpes al PSOE con noches electorales amargas que profundizarán en la erosión del estado de ánimo de la izquierda. Feijóo seguirá exigiendo a Sánchez que dimita y convoque elecciones, pero no da marcha atrás en su renuncia a la moción de censura, porque no cree que prosperara. Los socios no quieren elecciones y el PP tampoco va a arriesgar con una iniciativa así. La situación es explosiva, con el Gobierno en un momento de extrema debilidad. Aunque si nadie toma alguna decisión audaz, todo apunta a que el bloqueo actual persistirá.
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