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El mando del CNI captado por la CIA era el jefe del área de Rusia en el servicio secreto español

El veterano agente, oficial de la Armada, entregó a la agencia estadounidense abundante información clasificada sobre Moscú

Margarita Robles
La ministra de Defensa, Margarita Robles, a la izquierda, y la embajadora de EE UU, Julissa Reynoso, en mayo.MINISTERIO DE DEFENSA
Miguel González

Uno de los dos agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) detenidos en septiembre pasado, tras descubrirse que habían sido captados por la CIA, era el jefe de un área especialmente sensible del servicio secreto español: la de Rusia. Se trata, según fuentes conocedoras de la investigación, de un destacado analista, militar de carrera procedente de la Armada, con una larga trayectoria en el servicio de inteligencia. La detención del máximo responsable de la información sobre Rusia causó una gran conmoción en el CNI, que no sufría una fuga a tan alto nivel desde el caso Perote, hace ya casi tres décadas. El antiguo marino, un veterano agente que supera los 50 años, es el único de los dos detenidos que continúa en prisión preventiva, ya que el otro, subordinado suyo, quedó en libertad provisional con cargos.

Las fuentes consultadas señalan que, a pesar de que Estados Unidos y España son estrechos aliados y de que el CNI y la CIA colaboran en operaciones contra el espionaje ruso en territorio español y en el extranjero, la agencia estadounidense buscaba saber, más allá de la información que regularmente se le trasvasa por cauces oficiales, cuál era el verdadero grado de conocimiento de la inteligencia española sobre las redes rusas y qué lazos mantiene aún con Moscú. El área del CNI sobre Rusia, cuya jefatura ostentaba el detenido, había cobrado una especial relevancia tras la invasión de Ucrania, hace ahora dos años, que ha provocado la imposición de varias tandas de sanciones por parte de la UE y un aumento de la colonia de ciudadanos rusos en España, que supera ya las 80.000 personas. En este contexto de nueva Guerra Fría se produjo el pasado 13 de febrero en Villajoyosa (Alicante) el asesinato del desertor ruso Maxim Kuzmínov, fugado a Ucrania en un helicóptero de combate, un crimen que la inteligencia española atribuye al Kremlin; o la muerte en extrañas circunstancias del magnate ruso Serguéi Protosenya y su familia, en abril de 2022 en Lloret de Mar (Girona), tras la cual también se vislumbra la mano de los servicios secretos de Moscú.

En todo caso, explican expertos en inteligencia, la captación del mando del espionaje español no tenía solo como objetivo su actual área de responsabilidad. Una operación de este tipo requiere un acercamiento de años, hasta ganarse la confianza del objetivo, agregan. El hasta ahora jefe del área de Rusia estuvo destinado en Estados Unidos, y a principios de esta década pidió una excedencia para trabajar en una multinacional norteamericana. Se sospecha que fue en este momento cuando pudo tantearlo la CIA y conocer sus vulnerabilidades.

Una vez reincorporado al CNI, el oficial de la Armada ―con empleo de capitán de fragata, según algunas fuentes— se hizo cargo del área de Rusia, un tercer escalón en la jerarquía del servicio secreto español. Sin embargo, el interés de sus captadores no se limitaba al área que dirigía, sino que buscaba contar con un topo en el CNI al que pedir en el futuro cualquier información en poder del centro. Fue precisamente, según las mismas fuentes, el intento de acceder a documentación que no correspondía a su área de trabajo lo que encendió las alarmas de la división de seguridad.

En el CNI funciona el principio de “necesidad de conocer”, por el cual los agentes solo deben tener acceso a aquella información clasificada necesaria para su trabajo. El caso de Roberto Flórez —el espía acusado en 2007 de apropiarse de documentos secretos para venderlos a Moscú por 200.000 dólares— hizo que se endurecieran los controles internos, lo que permitió detectar un acceso indebido a información secreta y motivó la apertura de la investigación interna el pasado verano.

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Completada esta, el CNI presentó una denuncia ante la Fiscalía. El titular del Juzgado de Instrucción 22 de Madrid, al que correspondió el caso, ordenó en septiembre la detención del jefe del Área de Rusia y de su subordinado, aunque este último fue puesto en libertad provisional tras alegar que se limitaba a cumplir instrucciones de su superior. Por el contrario, el antiguo marino continúa en prisión provisional en la cárcel de Estremera (Madrid), que cuenta con un módulo reservado a los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y a funcionarios de prisiones.

Los registros ordenados por el juez permitieron incautar un gran volumen de información clasificada sobre Rusia suministrada a la CIA. La investigación, que permanece secreta, debe aclarar si el mando del servicio secreto español actuó guiado solo por ganarse el favor de la agencia de inteligencia estadounidense de cara a su futuro profesional, dentro o fuera del CNI; o si, además, recibió grandes sumas de dinero a cambio. Ese dato podría influir en que los agentes sean acusados solo de un delito de revelación de secretos, que el artículo 417 del Código Penal castiga con hasta tres años de cárcel; o con uno de traición, previsto en el 584, que castiga con hasta 12 años de prisión al “español que, con el propósito de favorecer a una potencia extranjera […] se procure, falsee, inutilice o revele información clasificada como reservada o secreta, susceptible de perjudicar la seguridad nacional o la defensa nacional”. La Audiencia Provincial de Madrid condenó en 2010 a Roberto Flórez a 12 años de cárcel por traición, aunque el Tribunal Supremo le rebajó la pena a nueve.

El descubrimiento de que dos agentes del CNI habían sido captados por la CIA provocó un roce diplomático entre Madrid y Washington. La ministra de Defensa, Margarita Robles, convocó a su despacho a la embajadora de Estados Unidos en España, Julissa Reynoso, para trasladarle su malestar por una acción que se considera hostil e impropia entre países aliados. Además de pedir disculpas, la diplomática norteamericana atribuyó la captación de los espías españoles a un programa secreto de la etapa de la Administración Trump que se había mantenido sin su conocimiento.

El Ministerio de Exteriores decidió expulsar a tres agentes de la CIA destinados en la Embajada estadounidense en Madrid implicados en la captación de los miembros del CNI, pero Washington se adelantó a retirarlos discretamente. Los dos gobiernos se empeñaron en poner la crisis en sordina, para evitar que pudiese afectar a sus relaciones. “Estados Unidos y España son países amigos, socios, aliados”, declaró Robles cuando estalló el caso, en diciembre pasado. “Cuando hay cuestiones que puedan afectar, se hablan y se tratan, pero eso en ningún caso influye en estas relaciones que tenemos”, añadió.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.
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