Las izquierdas ponen la conciencia medioambiental en juego ante el inminente ciclo electoral
El discurso ecologista coloniza espacios cada vez más transversales y destaca en los programas de los partidos progresistas
Durante décadas, el medio ambiente ha sido un asunto que dividía a la sociedad y la ordenaba, a ojos de muchos, en distintas categorías: la conciencia medioambiental estaba ligada a la clase media, con una profesión liberal y un alto nivel educativo. Sin embargo, en los últimos años la preocupación por el medio ambiente se extiende de forma cada vez más transversal entre la ciudadanía, está más presente en los informativos y coloniza los programas de los partidos políticos. Y en España, en este larguísimo año electoral, va a tener un peso específico en muchos discursos. La conciencia ambientalista ha dejado de estar ceñida a ciertos estratos sociales.
“Lo que ha pasado es el cambio climático”, responde el sociólogo ambiental José Manuel Echavarren. Si antes se accedía a los valores ambientales a través de la educación, ahora estos emergen como una consecuencia lógica de las experiencias cotidianas de las personas, explica este profesor de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Principalmente, ha sido la sucesión de las olas de calor lo que ha hecho que la preocupación por el medio ambiente deje de ser una cuestión de activistas que quieren proteger la fauna marina y vegetal. Ya no se trata de salvar a un oso polar, ahora las consecuencias están en la puerta de casa y se relacionan directamente con la economía y el modelo productivo de un país, lo que ha obligado a las clases políticas a situarse más claramente respecto a esta cuestión.
El politólogo estadounidense Ronald Inglehart (1934-2021) popularizó en sus estudios sobre las sociedades occidentales de posguerra la división entre valores materialistas y postmaterialistas. Los valores materialistas serían aquellos centrados en el trabajo, los salarios y la producción económica, que tendrían más aceptación entre las clases obreras. Los postmaterialistas, como la libertad de expresión, el feminismo o el medio ambiente los abrazarían con más énfasis las clases medias urbanas, cultas e intelectuales.
“El medio ambiente en absoluto es un valor postmaterialista”, enfatiza Cristina Narbona, presidenta del PSOE. “Si el principal objetivo de la izquierda es la igualdad, tenemos que dejar claro que eso incluye la sostenibilidad. Ese es el enfoque correcto”, afirma quien fue también ministra de Medio Ambiente entre 2004 y 2008. Narbona considera que hay “una demanda creciente” por parte de la ciudadanía para que se adopten medidas contra el cambio climático. “La gente ve que los niños tienen más alergias, más bronquiolitis”, dice. Y apunta a que “hay que mirar también la mortalidad por contaminación”, algo que considera que afecta más a la gente con menos renta. Narbona señala, además, que “con la transición ecológica se crea empleo, y eso refuta la falsa idea que se ha sostenido en las últimas décadas de que los ecologistas frenan el progreso”.
De manera similar, el diputado de Unidas Podemos y fundador del partido Alianza Verde Juan López Uralde considera que en su espacio político el cambio climático debe ser un tema “troncal” y que esto se asume ya con “bastante naturalidad”. “La discusión entre valores materiales y postmateriales me parece un poco artificial”, recalca López Uralde, que pone como ejemplo las olas de calor sufridas en los últimos años como un hecho práctico y palpable por parte de la ciudadanía para tomar conciencia. “Antes el medioambientalismo era un valor postmaterial”, continúa López Uralde, “pero ahora está directamente relacionado con la calidad de vida, que, a su vez, se relaciona con valores materiales”. “Por eso, para nosotros debe ser un tema prioritario. Y lo vamos a intentar meter en campaña porque, además, creemos que es un ámbito en el que ganamos, ya que al otro lado [en los partidos de la derecha] no hay ninguna propuesta”, afirma.
Héctor Tejero, diputado de Más Madrid en el Parlamento autonómico, considera que el cambio climático es la cuestión más material de todas porque “afecta al sustento de la vida”. “Nuestro principal objetivo como partidos es articular un discurso ecologista para las clases bajas y trabajadoras”, dice Tejero, que ve “imperativo” para las izquierdas poder explicar de forma clara que el cambio climático debe interesar mucho a los más desfavorecidos. Y, aunque piensa que aún no es el asunto más importante para la ciudadanía, entiende que la izquierda tiene en este momento una oportunidad de oro para tomar con fuerza la bandera verde. “Ahora es el mejor momento para asociar la cuestión del cambio climático con el trabajo y la economía”, asegura Tejero. “En Más Madrid/Más País no creemos que el cambio climático sea una cosa de pijos. Eso es un prejuicio. ¿Es que acaso respirar aire limpio o alimentarse bien es solo cosa de gente rica?”, pregunta.
Respecto a la importancia que tendrá en las campañas electorales que se avecinan, Tejero expresa una opinión similar a la de López Uralde: “No sé si va a ser el tema de las próximas generales, eso dependerá de la agenda, pero vamos a intentar que así sea”, afirma. En el único debate electoral de la campaña de las generales de noviembre de 2019 no hubo ningún bloque dedicado al medio ambiente y al cambio climático. Tejero cree que en la próxima campaña electoral esto no pasará.
La primera vez que el término “medio ambiente” apareció en el nombre de un ministerio fue en 1993, en la última legislatura de Felipe González. En aquel momento ocupaba una posición irrelevante, era la tercera pata del Ministerio de Obras Públicas y Transportes. Actualmente existe un ministerio con el rótulo de Transición Ecológica que, además, tiene rango de vicepresidencia. El cambio nominal es también un reflejo de las transformaciones sociales que se han producido en este ámbito. Parece poco probable, según los expertos en demoscopia, que surja hoy en día un nuevo partido de izquierdas con vocación mayoritaria sin incluir el cambio climático como un eje central de su oferta electoral. Para los analistas, la cuestión ya no es si se defiende la existencia del cambio climático o no: esa es una pantalla pasada. La cuestión es qué políticas se van a llevar a cabo para lidiar con sus consecuencias.
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