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El 63% de los incendios forestales investigados fueron originados por negligencias, según el balance de 2022 de la Fiscalía

El ministerio público busca abrir nuevas vías para abordar las pesquisas en un contexto de fuegos cada vez más virulentos. El año pasado se registraron menos incendios que la media, pero la superficie quemada fue el triple

Trabajo de extinción de un incendio forestal en A Cañiza (Pontevedra), en julio de 2022. Foto: SXENICK (EPA) EFE) | Vídeo: EPV
Reyes Rincón

Incendios forestales ha habido siempre, pero la furia de muchos de los registrados en los últimos años deja perplejos a los investigadores más veteranos. “Estamos viendo que cada fuego genera una situación más perturbadora y grave. La virulencia de los incendios es ahora absolutamente brutal”, advierte Antonio Vercher, el fiscal de sala de Medio Ambiente y Urbanismo. Las razones hay que buscarlas en una “mezcla de factores”, advierte Vercher, desde cuyo departamento se hace seguimiento de cada siniestro en el que la policía ve indicio de intencionalidad o negligencia. Los datos revelan que solo el 25,5% de los incendios investigados son intencionados y el 63,5% originados por negligencias. A lo largo de 2022, fueron detenidas o investigadas por su relación con incendios forestales 482 personas, un 7% más que el año anterior (450 personas).

En un contexto de sequía extrema, con temperaturas cada vez más altas antes incluso del verano —esta misma semana está previsto que buena parte de España experimente una subida de los termómetros de entre 5º y 10º por encima de la media en las máximas—, Interior ha decidido este año adelantar mes y medio la campaña contra incendios. El año pasado fue uno de los peores respecto a los efectos de los fuegos forestales desde que se tienen registros, según los datos del Ministerio de Transición Ecológica que recoge un documento de la Fiscalía de Medio Ambiente. Comparándolo con la media de los últimos 10 años, la superficie forestal afectada (267.939,64 hectáreas) casi triplica la media (94.249), pese a que el número total de siniestros (incendios más conatos), aunque se mantiene cercano a dicha media, que es de 10.616,6, es ligeramente inferior, con un total de 10.503. Es decir, no es que haya más incendios, sino que cada vez son más agresivos.

“Tenemos equipos extraordinariamente eficaces, pero estamos en el contexto de incendios de sexta generación, con un esquema climatológico descalabrado”, recuerda Vercher, que señala, entre otros factores desencadenantes, la acumulación de masa forestal susceptible de combustión y las temperaturas cada vez más elevadas. “Las estrategias que usamos son las mismas, cuando la materia está cambiando y quizá sea conveniente buscar más opciones. Nosotros evolucionemos a nivel aritmético y la naturaleza lo hace de forma geométrica”, advierte.

En el año 2022, no solo se triplicó la superficie afectada por los fuegos, sino también el número de grandes incendios forestales, considerando como tales aquellos que superan las 500 hectáreas. Si la media en la última década ha sido de 21, el año pasado se registraron 57. Los datos demuestran que son muy pocos los intencionados, y que la mayoría se debe a negligencias, causas naturales (sobre todo tormentas eléctricas, pero también erupciones volcánicas o meteoritos) y accidentes fortuitos.

Interior de una casa de Bejís (Castellón) afectada por un incendio forestal, en agosto de 2022.
Interior de una casa de Bejís (Castellón) afectada por un incendio forestal, en agosto de 2022.

La Fiscalía destaca en su informe una causa por su gran prevalencia el último año: los incendios forestales originados por caídas de rayos. Así se iniciaron algunos de los más importantes, como el de la sierra de la Culebra y Riofrío de Aliste, con 24.073,86 hectáreas quemadas, y el de Losacio, ambos en Zamora, con 26.181,96 hectáreas; el de las Hurdes (Cáceres), de 10.438,58 hectáreas; el de Carballeda de Valdeorras (Orense), de 2.846,96 hectáreas; el de Obra do Brollón y Folgoso do Couriel (Lugo) de 12.768,30 hectáreas; el de Val d’Ebro (Alicante) con 10.609,05 hectáreas; y el de Bejís (Castellón) con 16.944,63 hectáreas. La suma total de hectáreas de todos estos grandes incendios asciende a 113.623,53, es decir, supusieron el 42,5% de la superficie forestal quemada. Este año, distintos fuegos han calcinado ya, por ejemplo, unas 32.000 hectáreas en Asturias y otro fuego desatado en Castellón en marzo se llevó por delante 4.700 hectáreas.

La Fiscalía de Medio Ambiente se centra en los incendios producidos por negligencias o accidentes y en los de origen intencionado o doloso. Y la proporción entre ambos tipos se mantiene más o menos constante en los últimos años: en 2022, el 25,5% fueron intencionados y el 63,5% originados por negligencias. En el caso de grandes incendios, de los 75 investigados en los primeros ocho meses del año pasado, solo nueve fueron intencionados, en contra de lo que arguyen a menudo las autoridades de municipios afectados para minimizar fallos en la prevención.

Todos los fuegos son difíciles de investigar porque, en un incendio, suele haber muy poca materia de prueba directa. “A veces tienes que hacer juegos malabares”, admite el fiscal. “Los dolosos suelen ser complicados. El delincuente no es tonto y busca la fórmula de garantizar su seguridad. Hay pirómanos puros, pero son pocos”, señala Vercher. Y luego están las negligencias, cuya casuística es infinita. Desde una pareja de estudiantes que se fue al campo a celebrar el fin de un examen con una botella de vino y, para completar la fiesta, les dio por quemar los apuntes de Derecho Comunitario; a algún amante despechado que quemó las cartas de su exnovia y las tiró a un contenedor antes de que se hicieran del todo cenizas sin percatarse de que la basura estaba junto a una masa forestal.

La Fiscalía asume que siempre va a haber incendios en los que la investigación no consigue destapar el origen o atar todos los cabos para actuar contra sus responsables. Pero el ministerio público busca nuevos caminos para reducir al mínimo los márgenes de impunidad. “Tenemos incendios forestales archivados, pero estamos empezando a plantearnos que, aunque penalmente un fuego puede ser susceptible de archivo, quizá hay que examinar otros aspectos, como, por ejemplo, si existían en esa zona planes de prevención. Se trataría de estudiar qué hubiera pasado de haberse cumplido los planes de prevención”, apunta Vercher.

Con los medios disponibles hoy en día ya es fácil de prever qué zonas de España tienen mayor riesgo de sufrir incendios y, según la Fiscalía, habría que localizar esas zonas y asegurarse de que cada territorio tenga aprobado un plan de prevención. “Zonas como Galicia, Cataluña, Comunidad Valenciana, Murcia, Andalucía. Ha habido incendios grandes en todas ellas y la mayoría no tenían planes”. “Habrá que empezar a ver, si no se tienen planes, en qué medida ha influido en los incendios. Es una temática compleja, pero la plantearemos”, explica el fiscal de sala, que advierte que la lucha desde la Fiscalía contra los incendios forestales es “un proceso evolutivo porque los factores van cambiando”. “Esto es pionerismo jurídico”, afirma.

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Sobre la firma

Reyes Rincón
Redactora que cubre la información del Tribunal Supremo, el CGPJ y otras áreas de la justicia. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora de información local en Sevilla, corresponsal en Granada y se ha ocupado de diversas carteras sociales. Es licenciada en Periodismo y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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