Autopsia de los incendios salvajes de Zamora: medios insuficientes, falta de previsión y bulos contra los ecologistas
Castilla y León ha sufrido dos de los fuegos más devastadores de España desde que hay registros. Bomberos y ciudadanos protestan por la gestión de la catástrofe en una de las autonomías que menos invierte en extinción
España está viviendo uno de sus peores años de incendios forestales debido a la ola de fuegos de este verano, pero lo más alarmante está ocurriendo en Castilla y León, donde han ardido unas 85.000 hectáreas, casi la mitad de las 200.000 quemadas en todo el territorio nacional. Desde junio, no solo se han multiplicado los incendios, sino que varios de ellos han sido más devastadores que nunca, especialmente en la provincia de Zamora. De hecho, en menos de un mes se han registrado en zonas contiguas dos de los peores incendios de España desde que hay registros: el de la sierra de la Culebra y el de Losacio, que juntos han arrasado una superficie tan grande como la ciudad de Madrid. Es verdad que Castilla y León siempre ha sido una de las comunidades con más hectáreas quemadas, por ser la que tiene más superficie forestal, pero jamás comparable a lo ocurrido este verano. Analizamos las causas de este desastre:
La “anomalía climática” y el “ecologismo extremo”
La ola de fuegos en esta comunidad tiene mucho que ver con las temperaturas extremas de este verano. Sin embargo, estas condiciones climáticas, junto a la sequedad del campo por la escasez de lluvias, se han dado también en otras partes del país donde las llamas no se han descontrolado de esta forma. Tras el primer incendio en la sierra de la Culebra, fuego causado por rayos que devastó unas 25.000 hectáreas a finales de junio, los bomberos forestales denunciaron falta de medios y se acusó a la Junta de Castilla y León de no tener previsión ante las alertas por unas olas de calor cada vez más severas por el cambio climático. El Gobierno de Alfonso Fernández Mañueco ha señalado como responsables del desastre a la “anomalía climática” —la coalición formada por el PP y Vox no se ha referido hasta ahora al cambio climático—, a presuntos pirómanos o incluso al “ecologismo extremo”.
Falta de inversión contra el fuego
Castilla y León es de las autonomías que menos gasta en la lucha contra los incendios por hectárea forestal, tanto en prevención como en extinción. Este territorio destina anualmente 65 millones de euros a las brigadas contra incendios sin tenerlas contratadas todo el año, una falta de anticipación que el gremio considera clave para no poder atajar los fuegos en verano. Castilla y León, la comunidad más extensa de España y más grande que Portugal, tiene 4,81 millones de hectáreas forestales e invierte 13,5 euros por hectárea, mientras que Galicia, con 180 millones presupuestados, dedica 88,2 euros por hectárea, y Andalucía, con 175 millones destinados a este sentido, gasta 39,2 euros por hectárea. Las cuentas autonómicas permanecen prorrogadas desde 2018, pues el PP no ha logrado consensos para aprobarlas, y para este ejercicio preveían un aumento de la inversión hasta los 72,1 millones. Paradójicamente, los incendios saldrán mucho más caros que lo invertido. Según la Asociación Profesional de Agentes Medioambientales, apagar una hectárea de un incendio forestal cuesta 6.000 euros, lo que supondría en este caso unos 510 millones de euros. Asimismo, los sindicatos calculan que recuperar las áreas quemadas costará unos 150 millones y Mañueco ha prometido otros 65 millones para las zonas de Zamora más golpeadas.
Extender los actuales trabajos contra los fuegos todo el año en esta comunidad costaría 100 millones anuales, según los brigadistas. En 2018, el propio consejero de Medio Ambiente, Juan Carlos Suárez-Quiñones, calificó de “absurdo y despilfarro” contratar todo el año al personal de extinción. Tras el desastre de este comienzo de verano, ahora ha prometido hacer fijos los 12 meses a los 900 empleados de extinción de la Junta.
Bosques descuidados y sangría demográfica
Una de las claves de la aparición de fuegos muy difíciles de apagar es la acumulación en los bosques de material combustible por el avance de la vegetación. La Junta ha acusado de ello al “ecologismo radical”. Paradójicamente, organizaciones ecologistas como Greenpeace o WWF llevan años reclamando que se tomen medidas en este ámbito para evitar los superincendios. Para los expertos, las causas son muy distintas: el abandono rural y la falta de gestión forestal. Como ejemplo, la mencionada inversión por hectárea, muy inferior a otras comunidades. En cuanto a la sangría demográfica, este es uno de los principales problemas de esta comunidad, como Pozuelo de Tábara, pueblo de 150 vecinos que estos días ha visto como ardía todo a su alrededor. Su alcalde, Jesús Tomás, señala que el mayor mal es la despoblación. “Ahora no hay absolutamente nada. Antes aquí había vacas y 20 rebaños, 10.000 ovejas que cuidaban el monte y estaba todo limpio”, lamenta este ganadero de 56 años, que ve “fácil hablar a toro pasado de que el suelo está sucio”. La ayuda de los herbívoros se aprecia en unos terrenos de Tomás porque allá donde no había reses sí entró el incendio. La superficie forestal española ha crecido en los últimos 30 años, tendencia que ocurre también en Zamora, a costa de terrenos antaño agrícolas que caen en desuso por el éxodo rural. Si no se toman medidas para evitar la acumulación de madera o para romper la continuidad vegetal en el paisaje, cuando llega el fuego estos incendios son imposibles de parar.
Medios de extinción insuficientes
Con una previsión de temperaturas extremas y bosques con poca inversión en prevención, solo queda extremar el cuidado en verano para reaccionar lo antes posible ante el fuego. En el primer incendio de la sierra de la Culebra, el Gobierno de Castilla y León tenía dispuesto un nivel de riesgo medio, en lugar de subirlo a alto. El parámetro para cambiar de rango va por fechas: el protocolo marca el cambio el 1 de julio, lo cual fue muy criticado. La Junta, que posee las competencias sobre prevención e intervención en incendios, esgrime que todos los medios estaban disponibles, pero los brigadistas matizan que faltaba gente: “Los retenes tenían menos de la mitad de personal”. Así, explican que de tandas de 24 trabajadores había solo ocho disponibles o que unidades con 16 integrantes apenas contaban con cinco personas: “La trampa es que dejan los retenes vacíos, a medias”. Estos equipos critican que entonces había muchos más medios de otras comunidades o de la Unidad Militar de Emergencias que los autonómicos: “Hubo ratos en los que solo había un 20% de la Junta”. De hecho, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica, desde el 1 de junio al 24 de julio, el 30,2% de las horas de vuelo de los medios de extinción aéreos estatales se concentraron en los fuegos de Castilla y León, un porcentaje superior a cualquier otra comunidad, aunque la ola de incendios afectaba también a otras regiones.
Los bomberos censuran la falta de organización y de recursos y achacan el descontrol a la “descoordinación y terrible falta de medios”. Además, lamentan que en apenas un mes haya habido dos incendios inmensos cuyos perímetros llegaron a coincidir en algunos parajes de Zamora. Los bomberos exponen que cumplen turnos eternos y que llegan a acumular cinco días seguidos trabajando 18 horas, una paliza fruto de “la falta de relevos” que sufren con materiales de peor calidad que en otras regiones.
El primer incendio de la sierra de la Culebra se apagó gracias a que bajó la temperatura y llovió, pero el segundo sobre Zamora no contó con precipitaciones que lo aliviaran, sino que su extinción se apoyó en noches más suaves que las precedentes y vientos menos intensos.
Malestar social
Los incendios han indignado a Zamora y han provocado manifestaciones contra la Junta y reclamaciones de dimisiones. La ciudadanía subraya el “abandono” que siente, con una despoblación que agrava la desatención en el campo. Zamora es la provincia que más población ha perdido en lo que va de siglo y la que peores previsiones demográficas tiene de Europa para 2033. Solo una de cada ocho personas tiene menos de 20 años y más de un tercio supera los 65. Y solo 10 de sus 248 municipios ganan censo desde 1950. Se trata de un territorio falto de industria y de inversiones y que obtenía de los parajes quemados una valiosa actividad económica gracias al turismo rural, la madera, la micología, el avistamiento de lobos o la apicultura.
El sindicato Comisiones Obreras y la organización ecologista Greenpeace han denunciado a la Junta ante la Fiscalía por su “inacción” en el primer incendio, cuando el protocolo marcaba un “riesgo medio” pese a los avisos de peligro extremo. El enfado social se evidenció en la recepción hostil a Mañueco y su comitiva cuando visitó la sierra de la Culebra hace unas semanas. Esta vez ni el dirigente ni Quiñones han acudido a los lugares afectados.
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