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La nueva generación de la ternura

Un heterogéneo puñado de jóvenes músicos recupera desde los márgenes de la industria la desaliñada sensibilidad de Kurt Cobain y la pasan por el filtro del sonido y el pensamiento actuales

Jimena Marcos
Ralphie Choo
Ralphie Choo, durante una actuación el mes de mayo en el Festival Embassa’t de Sabadell (Barcelona).Aitor Rodero Aznarez (Alamy / Co

Hay un vídeo en internet de 2024 de un chico madrileño, rubio —muy rubio—, de raíces bielorrusas que canta al piano en un escaparate blanco, vestido con un enorme traje de peluche como si se tratara de un animal mágico, como recién salido del cuento Donde viven los monstruos. Junto a él, un quinteto clásico de cuerda y viento. No llevan disfraz de peluche, pero sí un maquillaje de purpurina azul que les atraviesa los ojos. El tema se titula mwah :3 y dice: “Poco a poco, pasa el tiempo, corazón roto, todo lo que quiero es hundirme en tu mirada, baby, no te rayes, es cosa mía”.

El que canta es Rusowsky (24 años), una de las cabezas de una generación de compositores y productores que han abanderado el minimalismo y la ternura para darle una vuelta a lo que entendemos como pop. No hay coreografías, ni sonrisas blanqueadas, ni cuatro Wizinks ni fans que lloran cuando los ven, pero están generando una atmósfera nueva que resuena, aunque parezca mentira, a los años noventa. Fue en 1993, cuando en aquel famoso Unplugged de Nirvana, su líder, Kurt Cobain, aparecía con un cárdigan verde despeluchado, rodeado de lirios stargazer blancos y acompañado de la chelista Lori Goldston para decirle a sus coetáneos que lo de “ser un tipo duro” estaba pasado de moda y que el grunge o el rock alternativo podían ser también cauce para lo sensible. “En los años noventa los jóvenes estadounidenses sabían que eran la primera generación que tenía pocas esperanzas en tener mejor vida que sus padres, pasaban su plenitud sexual a la sombra del sida y tenían pesadillas sobre una posible guerra nuclear. Cuando apareció Nirvana, esos jóvenes, de repente, ya no se sintieron tan solos”, explica el periodista musical Michael Azerrad, autor de The Amplified Come as You Are, una edición comentada de su biografía de Nirvana de 1993, Come as You Are: The Story of Nirvana (publicada en español por la editorial Contra en 2021).

Esta nueva generación de jóvenes artistas tiene entre 19 y 26 años y, como hijos de la pandemia que son, durante aquellos meses de reclusión monacal fueron arrinconados hacia la soledad y la introspección que solo te permite un mundo deshabitado. Mientras muchos disfrutaban del extravagante privilegio de no hacer nada, ellos aprendieron composición y producción musical. “Se graban en casa, con cualquier medio, y lo publican, aunque esté muchas veces sin pulir. No tienen miedo a probar, a experimentar, a romper con los formatos”, apunta Paula Quintana, quien ha seguido el nacimiento de todos ellos desde su programa Capitán Demo, en Radio 3. En una de esas habitaciones de adolescente nació, entre otros, Mehacedaño, de Tristán! (19 años). “Al terminar el tema sentí, por primera vez, que era un corte escuchable y no solo un batiburrillo de ideas. Sentí que había hecho algo que merecía la pena”, cuenta el artista al otro lado del teléfono. El bedroom pop (o “pop de dormitorio”) resurgía como una estética y no solo como un género.

Atmosféricos, melancólicos e intimistas. Muchos de ellos tienen, además, formación en música clásica

Sus referentes lo abarcan todo: Tyler, the Creator, Frank Ocean, Skrillex, Nick Drake, Dua Lipa, Jockstrap, James Blake, Rosalía, los Beatles… “Y no solo están conectados a creadores en lo musical, también a los DJ, a artistas del mundo de la escritura, de la moda, de la arquitectura, de la inteligencia artificial… Hay una especie de boom ultracreativo”, subraya Quintana. Atmosféricos, melancólicos e intimistas. Muchos de ellos tienen, además, formación en música clásica: Irenegarry, Rusowsky, Amore, Mori y Ralphie Choo han estudiado en el conservatorio, de ahí que no sea raro ver a Drummie acompañando con la flauta travesera a este último en sus conciertos. Colaboran todos con todos, son un reflejo de los jóvenes de ahora: abiertos a cualquier género musical, a cualquier orientación sexual, a cualquier tipo de arte. Está Rusia IDK, el colectivo y sello discográfico cuyo ideólogo es Rusowsky y en el que también suenan los jovencísimos y talentosos Ralphie Choo, Drummie, Mori o Tristán! Fuera de él, orbitan Amore, Roy Borland, Irenegarry, Teo Planell, Eddi Circa, pablopablo… La lista es extensa y heterogénea. “Todos son personas muy sensibles que han sabido trasladar muy bien sus sentimientos a las canciones. Creo que cuando eres sincero en una canción la gente acaba conectando de forma muy natural porque ve que es algo genuino”, cuenta Tristán.

Aunque estos nombres ocupen un lugar discreto, su arte es sólido. Michael Azerrad dice de Nirvana: “El verdadero impacto de la banda fue que inspiraron a muchos a hacer música siendo fieles a ellos mismos: artistas tan dispares como Lana Del Rey, Kid Cudi, MIA, Tyondai Braxton, The Avett Brothers, Post Malone y muchos más”. Este “nuevo sonido noventa” saca la cabeza por distintos lugares. Rusowsky y pablopablo han colaborado con C. Tangana; Irenegarry es una de las compositoras detrás de Nanai, el último sencillo de Amaia; Amore y Dellafuente crecen juntos con su tema Malicia, y de Ralphie Choo —que ya ha colaborado con Amaia, Mura Masa o Paris Texas— se dice que pronto aparecerá junto a la gran Rosalía, ya sea en forma de colaboración o detrás de su producción. “Look with thine ears” (mira bien con los oídos), le dijo el rey Lear al conde de Gloucester. Igual no ven a estos artistas, pero están en todas partes.

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Sobre la firma

Jimena Marcos
Periodista en EL PAÍS Audio. Trabajó como editora jefa en Podium Podcast y como guionista en programas de TVE y Movistar+. También ha colaborado con Producciones del K.O, Carne Cruda, Radio 3, La Coctelera y Adonde Media.
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