¿Cuáles son las reglas que marcan los bautismos científicos?
Detrás del nombre que se asigna a cada descubrimiento, nueva especie o proceso, hay unas reglas que tienen que ver con la persona, el momento o el lugar en que lo ha inventado o sacado a la luz
Determinadas circunstancias excepcionales de la historia marcan tanto a quienes las han vivido que estos deciden dejar una huella en su tiempo que sirva de recordatorio para los que vengan después. Todas las ciudades tienen estatuas o monumentos que rememoran algún tipo de circunstancias o hechos históricos. A veces, lo que se pretende inmortalizar no son tanto personas o actos como tragedias. En Valencia, por ejemplo, todavía se puede encontrar alguna placa que dice: “Hasta aquí llegó la riada”, que hace referencia a la crecida del Turia de octubre del año 1957, que anegó la ciudad y causó un número indeterminado de víctimas. En el norte de Europa existen “piedras del hambre”, que están grabadas y se encuentran en el lecho de los ríos. Si quedan a la vista, quiere decir que es un año de sequía extrema, por lo que los textos que las adornan serán del tipo de “si me ves, llora” porque, si quedan al descubierto, es un sinónimo inequívoco de falta de agua, mala cosecha y, por lo tanto, de hambre.
En ciencia, cuando el trabajo de una persona es descubrir, se puede dar la circunstancia de tener que nombrar o bautizar a un fenómeno o elemento nuevo. Según la disciplina científica, existen diferentes normas para ello. En medicina es bastante frecuente poner el nombre del primero que hace la descripción o que inventa una técnica, aunque también es habitual que algún historiador descubra tiempo después que el que puso el nombre no fue el primero. En química, los nombres de los nuevos elementos no suelen llevar el del descubridor, sino que se homenajea a otros científicos o hacen referencia a lugares geográficos. Por ejemplo, el elemento químico llamado curio no fue descubierto por el matrimonio Curie, pero, en cambio, Madame Curie sí que descubrió el polonio (su país de nacimiento). En biología el criterio para nombrar genes cambia de organismo a organismo, pero tampoco se permite nombrarlos con denominaciones de personas, sino que son nombres que hacen referencia a la función biológica del gen, en cuya concreción muchas veces se usa el sentido del humor. Por ejemplo, existe un gen de plantas relacionado con el desarrollo del sistema reproductor masculino de la flor que se llama SUPERMAN (los genes se escriben en mayúsculas) y un gen de mosca cuya mutación hace que la mosca sea mucho menos tolerante al alcohol que se llama CHEAP DATE (cita barata).
Para poner el nombre de un nuevo ser vivo se sigue el criterio de la nomenclatura binomial linneana. Esto implica que primero va el nombre del género, en mayúsculas, y luego el nombre de la especie, en minúscula. A diferencia de otros campos de la ciencia, se tiene que utilizar el latín y hay bastante libertad a la hora de elegir el nombre. Por lo tanto, tenemos la oportunidad de consagrar un organismo recién descubierto con algún acontecimiento en concreto.
La mayor tragedia que ha sufrido la humanidad en los últimos años ha sido la pandemia causada por el coronavirus y el consiguiente confinamiento. Durante este proceso muchos científicos aprovecharon para publicar sus descubrimientos, y quisieron dejar una marca para la posteridad sobre los complicados momentos en los que habían descrito una nueva especie. En abril de 2021 en la revista Biodiversity Data Journal se describió una nueva especie de tricóptero (insectos con larvas acuáticas y adultos terrestres) denominada Potamophylax coronavirus. En octubre de 2021 se publicó la explicación de un escarabajo denominado Trigonopterus corona y, como dijeron sus autores, el nombre se debe a que la pandemia los obligó a cancelar el trabajo de campo y a enfocarse en su escritura. Y también tenemos dos avispas con nombres para la posteridad relacionados con la pandemia. La Stethantyx covida, reseñada en México en octubre de 2020, y la Allorhogas quarentenus, descrita en Brasil en abril de 2021. Por lo tanto, en los registros taxonómicos la covid ha dejado su huella para la posteridad. Esperemos que no se repita.
J. M. Mulet es catedrático de Biotecnología.
Entre ‘Star Wars’ y el Barça
— No solamente las tragedias humanas sirven para bautizar nuevos descubrimientos zoológicos. Alexander Riedel, uno de los descubridores del escarabajo T. corona (mencionado en el texto) es un fan confeso de la saga Star Wars, por lo que entre otras especies del género Trigonopterus bautizadas por él se encuentran T. ewok, T. chewbacca y T. yoda, denominaciones puestas en homenaje a los personajes de la mitología creada por George Lucas. En España, en el parque natural de los Alcornocales, en Cádiz, se descubrió una araña que fue bautizada como Phlegra blaugrana por el llamativo color del abdomen de los machos, que recuerda una camiseta del Barça.
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